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Cuando a Maradona le cortaron las piernas y lo dejaron solo

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Cuando a Maradona le cortaron las piernas y lo dejaron solo

Definitivamente, el 1 de julio es una fecha muy triste para los argentinos. Con veinte años de distancia entre dos hechos, en 1974, se informaba del fallecimiento del entonces presidente por tercera vez, el general Juan Domingo Perón, y en 1994, se conocía definitivamente que Diego Armando Maradona había quedado fuera de uno de los Mundiales que más ilusión había despertado entre los hinchas albicelestes, cuando la FIFA dio a conocer que había incurrido en doping por haber ingerido “un cóctel de sustancias”, según afirmó el director de su departamento médico, el belga Michael D'Hooghe.

01/07/2023 22:38
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Por Sergio Levinsky. Especial para Jornada

El primero de los dos sucesos mencionados dio lugar a un hecho sin precedentes en la historia de los Mundiales. Como Perón falleció durante la disputa de la segunda fase del Mundial de Alemania Federal (en ese tiempo, Alemania todavía estaba dividida como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial), y a la selección argentina le correspondía todavía cerrar su participación en el torneo (ya sin chances de jugar ni la final ni por el tercer puesto) ante Alemania Democrática, la FIFA decidió que antes de comenzar se llevara a cabo un minuto de silencio, algo inédito en cuanto a la muerte de un mandatario en esta clase de campeonatos.

Enterado el plantel argentino de la triste noticia, algunos de sus jugadores no quisieron participar de un partido que no revestía demasiado interés y así fue que se produjeron, aunque en aquel momento no parecía trascendente, los debuts del arquero Ubaldo Fillol (que era el tercero detrás de Daniel Carnevali y de Miguel Ángel Santoro) y de Jorge Carrascosa, lateral que luego se apartaría por sus propios medios del Mundial de 1978 cuando era el capitán del equipo que conducía César Luis Menotti.

Distintas fueron las cosas en el Mundial de los Estados Unidos 1994, veinte años más tarde. Casi tres décadas después, y habiendo sido testigo in situ, este periodista, que volvió a consultar varias fuentes para recrear la situación, y que es autor del libro “Maradona, rebelde con causa”, puede reflexionar nuevamente sobre muchos de los hechos que rodearon a esta controvertida situación.

Lo primero que hay que afirmar, rápidamente y sin dudar, es que Maradona se preparó como nunca para este Mundial, y no hay duda de ello porque la mayoría de los argentinos pudo seguir sus entrenamientos por la TV, cuando guiado por su preparador físico personal, Fernando Signorinim se aisló en una localidad pampeana para perder peso y ganar en musculatura, resistencia y estado físico, y su evolución era clara y palpable y su esfuerzo, para aplaudir.

Maradona completó su preparación atlética con uno de los más prestigiosos médicos deportólogos, Néstor Lentini, en las instalaciones del Centro de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD).

Lentini, quien le suministró a Maradona una sustancia que ayudara en su preparación, llamada “Ripped Fast” (absolutamente legal), sostuvo que no podía acompañar a la delegación argentina al Mundial porque tenía demasiadas actividades, en lo que, para este escriba, fue el primer grave error de la AFA: no haber hecho ingentes esfuerzos para que un profesional tan importante, y que trataba a un jugador clave, siguiera con él en el momento más trascendente. Era para que Julio Grondona buscara la manera de resarcir su lucro cesante con una oferta imposible de rechazar, que no ocurrió.

Sin esa cobertura, Maradona viajó al Mundial acompañado por el fisicoculturista Daniel Cerrini y el cuerpo técnico de la selección argentina no tenía demasiado acceso a su habitación. Hay que recordar que el astro argentino había sido convocado a último momento de la clasificación, en el repechaje ante Australia de noviembre de 1993, tras no haberse conseguido el objetivo de pasar en la fase de grupos, en la que el “diez”, enfrentado al DT Alfio Basile, iba a alentar a la selección uruguaya en la que jugaba su amigo Carlos “Patito” Aguilera y llegó a decir que el entrenador albiceleste “se emborrachó con dos Copas América”.

Entonces ya en los días previos al inicio del Mundial y en territorio estadounidense y sin los controles necesarios, Maradona se quedó sin la dosis necesaria del Ripped Fast y envió a Cerrini a comprar a la farmacia, donde le explicaron que en ese territorio, el producto se llama “Ripped Fuel”, aunque es también de venta libre.

También hay que recordar que el poder de la FIFA (que venía de confrontar con Maradona en México 86, en el sorteo de Italia 90 y en el Mundial de Italia 90) era tal, que como se necesitaba vender derechos de TV y entradas en un país todavía no muy abierto al fútbol, se olvidó de todos estos enfrentamientos y facilitó que el astro argentino, que venía de una suspensión de 15 meses tras su paso por la liga italiana, pasara del Nápoli al Sevilla aunque los españoles no tenían los avales bancarios requeridos, pero aún así obligó a los dirigentes del club italiano a reunirse con los andaluces para llegar a un acuerdo. Maradona tenía que estar feliz y llegar bien al Mundial, porque era lo que convenía. Y tanto fue así, que en el repechaje ante Australia, siendo de clasificación para un Mundial, la FIFA no implementó el control antidoping.

Sin embargo, tras el segundo partido de la fase de grupos del Mundial 1994, cuando la selección argentina venció 2-1 a Nigeria (ya había goleado 4-0 a Grecia en el debut), misteriosamente, una estadounidense vestida con una remera blanca y una cruz verde, ingresó al campo de juego para llevarse a Maradona de la mano al control antidoping, algo nunca visto en el torneo.

Posteriormente, la FIFA se comunicó con Julio Grondona, presidente de la AFA, para informarle que Maradona había dado positivo y que la contraprueba se realizaría horas más tarde en el laboratorio de Los Ángeles y le recomendaba que la AFA enviara a su delegación para testificar.

Así fue que se resolvió que mientras el equipo (destruido anímicamente) debía viajar a Dallas para disputar el tercer y último partido de la fase de grupos ante Bulgaria, una delegación compuesta por el segundo médico del plantel y ex arquero, Roberto Peidró, los abogados Santiago Agricol de Bianchetti (AFA) y Daniel Bolotnicoff (representante de Maradona) y el dirigente David Pintado (River) viajaran a Los Ángeles.

Tanto Peidró como Bolotnicoff reiteraron en estas semanas a este cronista lo que ya había publicado en su libro en 1996: que aunque en el vuelo pensaban que podían llegar, irse a un hotel a descansar y planificar la postura argentina, fueron recibidos en el aeropuerto por miembros de la FIFA que los condujeron directamente al laboratorio, donde se los esperaba para iniciar con urgencia la fase siguiente.

En esa contraprueba, al pasarse todos el Frasco B con la supuesta sustancia dopante en su interior, Peidró descubrió que había irregularidades con el recipiente, porque estaba anotado lo que contenía dentro, y lo hizo notar, anulando la operación, ante el nerviosismo y el desconcierto general. Si bien la delegación argentina pidió un amplio cuarto intermedio (lo que hubiese permitido que Maradona jugara al menos ante Bulgaria), la FIFA sólo concedió un corto lapso, en el que los abogados y Peidró intentaron contar la buena noticia a Grondona.

Sin embargo, tomó el teléfono Pintado, quien se alejó educadamente del resto de la delegación, y al regresar a la reunión, sostuvo en nombre de la AFA que el procedimiento siguiera con normalidad ante la satisfacción de los presentes y la incredulidad de sus tres compatriotas, que no entendían lo sucedido.

Horas más tarde, en Dallas, el titular del Comité médico de la FIFA, Michael D'Hooghe dijo que Maradona había engañado al fútbol y que había ingerido “un cóctel de sustancias” y como se sabe, el jugador se deprimió, y dio una entrevista en la que sostuvo aquella famosa frase de que “me cortaron las piernas”.

Lo cierto es que esa sustancia que había comprado Cerrini en la farmacia, el “Ripped Fuel”, era la misma que el “Ripped Fast” que venía consumiendo desde Argentina y la única diferencia es que la norteamericana contenía efedrina y otros cuatro derivados de la efedrina, según lo demostró Lentini, días más tarde, en el CENARD, es decir, nada que ver con el “cóctel” que la FIFA había anunciado (este periodista se encontraba en la quinta fila del lugar en el que se llevó a cabo la conferencia de prensa).

Cuando todo terminó y la delegación argentina ya emprendía su viaje a Los Ángeles para disputar el partido de octavos de final ante Rumania (que acabaría perdiendo), Peidró tuvo la chance de acercarse a Grondona para pedirle el expediente de la sanción de la FIFA a Maradona para estudiarlo, y se encontró con una repuesta sorprendente: ese expediente no existía, porque no era que la FIFA había suspendido al argentino, sino que había sido la AFA la que lo había excluido del equipo “para protegerlo” y para hacer lo propio con el plantel.

Entonces, todo fue quedando claro: la FIFA necesitaba a Maradona para jugar el Mundial 1994 y le abrió todas las puertas, pero cuando notó que el equipo argentino avanzaba, jugaba un fútbol poderoso y sus jugadores estaban en un gran momento, pegó un giro y buscó afanosamente sacar de circulación a la estrella que nunca miró con simpatía por su rebeldía y por decir las cosas por su nombre. Claro que para eso, contó con colaboradores muy calificados.

“Sentíamos que estábamos solos, nosotros, los que fuimos a Los Ángeles, por un lado, y la FIFA y la AFA, juntas, por el otro”, sentenció Bolotnicoff en referencia a lo sucedido en el Mundial 1994.

A casi tres décadas de aquellos hechos, resulta imprescindible volver a aclarar estos hechos.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

 

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