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Aunque no se le mencionó de esta forma, había muchas cosas en juego en el duelo entre Girona y el Real Madrid, en tierras catalanas. Por los caprichos del calendario y de la tabla de posiciones, se enfrentaban los dos primeros colocados tras las primeras siete fechas y lo más extraño es que los locales llegaban como la sensación de la Liga, invictos -situación compartida únicamente con el Fútbol Club Barcelona- y con apenas un empate.
En una reciente columna, sosteníamos que ante el Real Madrid, en el “derbi” del fin de semana pasado, el Atlético de Madrid del “Cholo” Diego Simeone se jugaba mucho más de lo que parecía, porque quedar a mucha distancia de puntos en la tabla de posiciones liguera, aunque sea a poco de iniciarse, puede tornarse en indescontable al entrar también en la consideración el tema anímico.
Es cierto que este partido cerrará la sexta fecha de una liga como la española que se juega con el sistema de todos contra todos y en treinta y ocho, pero la sensación generalizada es que en este clásico madrileño, o “derbi”, como se lo llama en la jerga, entre Atlético de Madrid y Real Madrid, parece que puede ir definiendo varias cosas respecto del torneo en juego, por más que los dos tengan todavía la Champions League -nada menos- y la Copa del Rey.
En cinco fechas de la Liga para la nueva temporada 2023/24, el Real Madrid ha conseguido los quince puntos en disputa, y el Fútbol Club Barcelona apenas cedió un empate y lo sigue con trece y con una mayor diferencia de gol en lo que, una vez más, parece una gran competencia entre los dos gigantes del fútbol español en todas las competiciones.
Da gusto tener que escribir una columna con un rendimiento semejante al que tuvo la selección argentina en La Paz ante Bolivia por la segunda fecha de la clasificación mundialista para 2026. Porque el 0-3 fue rotundo y la diferencia de clase entre los dos equipos fue notable de principio al fin.
Tras años de distanciamiento de los hinchas y la selección argentina, llegó, por fin, el tiempo de las vacas gordas. Los tres títulos logrados consecutivamente -Copa América, Finalissima, y especialmente el Mundial- han generado un absoluto cambio de timón en la relación y todo parece sonreír a los jugadores y cuerpo técnico después de la tan esperada y festejada conquista de Qatar en diciembre pasado.
Luis Rubiales sigue obnubilado. Indignado. Incrédulo. Se cree presa de una enorme injusticia. Justo en el momento de mayor gloria como presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), cuando por fin podía sentirse libre de debates, cuando pasaba al frente por el tercer campeonato mundial al hilo de la selección femenina (ganadora de las tres categorías) y poco después de ganar la Liga de las Naciones de la UEFA con la selección masculina, ahora le aparecen con esto del piquito sin consentimiento a la jugadora Jenni Hermoso.