Por Roberto Follari, Especial para Jornada
El presidente era un títere de Francia, que entregaba el uranio local a precio vil, y que servía a parar migrantes africanos que pudieran ir hacia Europa. Y que proveía oro, nada menos.
Los militares que tomaron el gobierno, acabaron de cuajo con la venta a Francia del oro y el uranio. Francia amenazó con intervenir militarmente, y no ha descartado ese extremo: pero así, todos recordarían su desastroso pasado colonial en África. Prefiere actuar por vía de otros: así, la dependiente asociación de países africanos de la costa Noroeste decidió exigir la salida de los militares del gobierno, y dice que si no, actuará militarmente. Ya Burkina Fasso, Chad y Mali se han opuesto, y entrarían en guerra si Nigeria y otros países se meten en Níger.
Podrían entrar muchos países en el conflicto, donde cabe ver también las siluetas de la OTAN del lado de los posibles invasores, y la de Rusia cerca de los militares de Niger: el grupo Wagner está presente en varios países africanos. Vemos una geopolítica mundial que se solaza en mover sus piezas, sobre un país muy empobrecido como es Níger.
África va despertando de enormes letargos que le impusieron. Ahora se reunieron con Putin -antes del golpe en Niger-, han venido negociando fuertemente con China en lo comercial, y plantearon un plan de paz para Ucrania. África se despierta, si bien este conflicto puede traerle severos problemas.
Mientras, en Ucrania aumenta la intensidad de la guerra, porque puede venir la paz. Es decir: Estados Unidos y la OTAN empiezan a señalar la necesidad de la paz. Demasiados gastos y tensiones para los países occidentales, y una mochila enorme para el Partido Demócrata en las elecciones presidenciales del año que viene.
Esto explica la reunión para la paz que se está haciendo en Arabia Saudita, aunque insólitamente Rusia no haya sido invitada: pero al menos lo ha sido China. Así se explica los drones ucranianos contra Rusia, jugando a un todo o nada que antes no había practicado Zelenski. Y los ataques rusos más cerca de Kiev, así como su decisión de acabar con el convenio para la salida de granos por el Mar Negro. Ello ha perjudicado a Europa, pero también a China: y de ningún modo a África, como pretende hacer creer Zelenski. A su vez, se entiende la pérdida de paciencia de Polonia, leal aliado de Ucrania que planteó que Zelenski es “un desagradecido” de la ayuda occidental: curiosamente, es Ucrania quien se declara ofendida, arriesgando perder un aporte decisivo. Y se puede comprender la advertencia de la Unión Europea, señalando a Zelenski que el apoyo militar tiene que usarse sólo para defensa, y no puede utilizarse para atacar territorio ruso.
En la Argentina vamos llegando al final de las campañas -bastante desaliñadas- hacia las PASO. Con las dificultades monumentales que le tocaron al gobierno nacional (financiar la pandemia, bancar la guerra, perder con la sequía), acompañadas de una interna que resultó permanente e incomprensible, el peronismo tiene -sin embargo- más posibilidades de las que se podría esperar. Fruto de algunas habilidades de Massa, del peso histórico del movimiento, y de un kirchnerismo que mantiene intacta gran parte de su militancia.
Grabois es quien más campaña ha podido hacer, sin otros compromisos que atender. Enancado en un kirchnerismo que no contribuyó a erigir pero que no tiene otro representante electoral, ha podido hacer crecer su figura personal más allá de su inicial aislamiento. De cualquier modo, lo suyo parece una pretensión de asumir liderazgo para el futuro.
Massa tiene el apoyo del peronismo de gobernadores y muchos intendentes, la CGT y los sectores moderados, pero además, de una buena parte del kirchnerismo, que lo votará por disciplina partidaria. Haría buena elección si es el candidato más votado entre todos -con los de JxC divididos entre Larreta y Bullrich-; y si su suma con Grabois no queda lejos de la de los candidatos de la coalición de derecha.
Milei, de curiosas señas personales como la de hablar con su perro muerto por vía de una “médium”, ha buscado moderar su figura para no seguir en la baja que inició hace dos meses. Pero lanzó que la salud y la educación deben ser pagas para todos los usuarios: si lo supieran sus votantes, casi nadie lo votaría. Igual, pareciera que hará buena elección, aunque iría tercero.
En JxC, la insólita apelación de Bullrich a un “blindaje” llevó a que le pidan secretamente que no hable. A pesar de que llamó en un spot a “aplastar” a sus oponentes, se quejó de que una protesta pacífica en su contra hecha en San Luis, habría sido un “acto de violencia”. Ojalá esto llevara a que ella misma erradicara la violencia de sus discursos, que prometen palos y balas. Lo cierto es que Massot, uno de sus candidatos, habló de barrer con la gratuidad universitaria.
Larreta no le va en zaga, en esta lucha por ver quién ajustará de mayor modo. Así es que prometió “revisar todas las jubilaciones especiales”, entre las cuales están las de quienes son docentes. Su paso por Mendoza estuvo plagado de este tipo de promesas. Sobre qué piensa hacer con el FMI -ese que Bullrich reforzaría- Larreta guarda silencio: nadie sabe con qué pagaría al organismo de crédito.
Lo cierto es que se viene este ensayo general de la hora de la verdad, que son las PASO. Dentro de ocho días, tendremos novedades relevantes en torno de cuál va a ser nuestro futuro nacional, en tiempos de crecientes apatía y descreimiento.-
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