Por Lacho Meilán
Este jueves Mendoza recibe a lo más granado del fútbol argentino. River y Talleres de Córdoba (primero y segundo de la “Liga de los Campeones del Mundo”) animan un encuentro futbolístico con un estadio repleto de gente que pagó entre $5.000 y $10.000 por una entrada, aunque, como difícilmente alguien vaya solo, ese gasto se estiró entre $10 mil y $20 mil. Y como en la mayoría de los casos la compra fue “on line”, el pago se hizo con tarjeta de crédito. En otras palabras: la gente se endeudó para asistir a un partido de fútbol.
Semejante inversión para apenas 90 minutos de felicidad futbolera, parece un despropósito. Sobre todo cuando la mayoría se queja de la crisis, de la inflación y del descalabro económico. Y principalmente en un escenario electoral donde los políticos se rasgan las vestiduras por ganar un voto ante el apático público, tratando de hacerse “eco” de las demandas populares.
Alguien podría decir entonces que esa gente asiste impertérrita a los problemas del país. Y prefiere ver un partido antes que preocuparse por lo que realmente le afecta.
Pero quien así piensa, tal vez no tenga en cuenta varias cosas. Porque seguramente entre esa muchedumbre que compró la entrada “on line”, o hizo fila con un frío casi insoportable para conseguir un par de entradas, hay muchos trabajadores que apuestan sus pocos pesos para tener un momento de disfrute.
Porque entre ellos también, hay gente que no se fue de vacaciones y tal vez no pueda hacerlo en mucho tiempo, ya que el gasto en ese caso implicaría varios miles de pesos más.
Porque para gran parte de esa multitud, vale la pena esperar a la intemperie para ver a 22 jugadores que casi con seguridad, le darán mayor satisfacción que muchos de los políticos que hoy se pelean por su voto.
Porque también, mucha de esa gente tal vez tenga el dinero para una entrada (o entienda que puede endeudarse para ello), pero difícilmente pueda tenerla para invertir en algo más grande, como un vehículo, o un inmueble.
Y esa incapacidad de invertir en bienes mayores se debe a la crítica situación económica que atraviesa el país, cuyos culpables no son precisamente ellos, al menos de manera directa (podría analizarse el voto de la gente en épocas anteriores, pero no es tema de esta columna).
Ni hablar de que el número de personas que asisten a este partido (menos de 42 mil, según lo informado oficialmente), es ínfimo en una provincia con 2 millones de habitantes, más teniendo en cuenta que entre quienes van a la cancha, hay turistas que llegan para contribuir a mejorar los ingresos fiscales locales.
Un informe reciente del “Índice de Incertidumbre Económica”, elaborado por la Universidad Católica Argentina, señala que en junio pasado, ese índice fue de 62,6. Se trata de un número que surge de medir los mensajes de la gente en diversos canales de opinión (principalmente canales económicos de Youtube). Y significa que, de cada 10.000 palabras, 62,6 se relacionan con la incertidumbre económica del país.
Puede pensarse que ese valor es escaso, pero en realidad, según el mismo informe, “es similar al promedio alcanzado en 2022, año con el valor más alto en la historia del índice”. Es decir, este nivel de incertidumbre, “corresponde a períodos de crisis”, tal como también asegura el trabajo de los economistas de la UCA.
De acuerdo con ese mismo índice, los principales mensajes de la gente, relacionados con la incertidumbre, hablan en un 40% de “la política y los partidos políticos”, pero en un 30%, de temas relacionados con “inflación y política económica”, otro 30%, de “corrupción”, y un 20%, de “gasto fiscal, subsidios y deuda”.
En sumatoria, lo relacionado con la crisis económica se corresponde con la mitad de los mensajes de la gente, tal como lo marca esa medición.
Queda claro entonces que, si bien una parte minúscula intenta “zafar” de los problemas y la crisis buscando esparcimiento y -en el caso analizado- satisfacción en un espectáculo deportivo, la agenda de la gente sigue siendo la misma.
Y la clase política no puede dejar de tenerlo en cuenta.