¿Quieres recibir notificaciones de noticias?

Los tres pastorcitos de Fátima y la Virgen que conmocionó a una multitud con el “Milagro del Sol”

¿Quieres recibir notificaciones de noticias?

Publicidad

12° Mendoza

Miércoles, abril 24, 2024

RADIO

ONLINE

12° Mendoza

Miércoles, abril 24, 2024

RADIO

ONLINE

PUBLICIDAD

Los tres pastorcitos de Fátima y la Virgen que conmocionó a una multitud con el “Milagro del Sol”

Lucía Dos Santos, de diez años y sus primos Jacinta, de seis y Francisco, de nueverelataron haber experimentado una presencia angelical mientras pastoreaban sus ovejas. Después se produjeron las apariciones de la virgen a quien le formulaban preguntas e iban acompañados por cada vez más personas

Redacción
13/05/2022 13:59
PUBLICIDAD

Cada 13 de mayo se recuerda a la Virgen de Fátima, mejor dicho, la aparición de la Virgen María en Cova da Iría, cercano a la ciudad de Fátima, en Portugal. Las apariciones son consideradas por la Iglesia Católica revelaciones privadas.

En el catecismo de la Iglesia Católica, en la primera parte artículo 67 leemos: “A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas privadas, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe.

Su función no es la de mejorar o completar la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia”.

Los testigos de esta aparición fueron tres pastorcitos, en el año 1916. Lucía dos Santos, de diez años, y sus primos, Jacinta y Francisco Marta, de seis y nueve años respectivamente habían experimentado en tres ocasiones, durante la primavera y el verano de ese año, una presencia angelical mientras pastoreaban sus ovejas.

Dos veces ocurrió en Loca do Cabeço, en Valinhos, y otra en el Pozo del Arneiro, en casa de Lucía, en Aljustrel. Se presentó ante los niños como el Ángel de Portugal. Ellos más tarde lo consideraron como una preparación para las visitas de la Virgen María que iban a tener entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917.

No tenían más de 10 años, Lucía, Francisco y Jacinta fueron los tres pastores que relataron las apariciones de la virgen

Un domingo 13 de mayo de 1917, los pastorcitos se dirigieron con sus ovejas a Cova da Iria, cerca de su pueblo de Fátima en Portugal. Cerca del mediodía, escucharon un fuerte trueno que los llenó de miedo, teniendo en cuenta que el día estaba soleado y sin una nube. 

Creyeron que detrás de las colinas se estaba formando una terrible tormenta, por lo tanto comenzaron a juntar a las ovejas; nuevamente otro estruendo los conmocionó, y allí sobre una pequeña encina, los niños vieron a una mujer suspendida sobre el arbusto, quien les pidió que volvieran al mismo lugar durante cinco meses.

Francisco podía ver a la señora pero no escuchar lo que decía. En este resumen se transcriben los diálogos:

– ¿Y qué es lo que usted quiere? -pregunta Lucía.

– Vine a pediros que vengáis aquí, seis meses seguidos, el día 13 a esta misma hora. Después diré quién soy y lo que quiero. Después volveré aquí una séptima vez.

Al llegar los niños a sus casas contaron a sus padres lo que habían presenciado. Los padres de Lucía no le creyeron, en cambio, los de Jacinta y Francisco sí lo hicieron.

El 13 de junio ya había como 50 personas reunidas en el lugar. Ahí la señora le dice:

–¿Usted qué es lo que quiere? –nuevamente preguntará Lucía.

Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, que recéis el rosario y que aprendan a leer. Después diré lo que quiero.

–Quería pedirle que nos llevara para el Cielo (le pide Lucía).

–Sí; Jacinta y Francisco me los llevo en breve. Pero tú quedas aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.

(Illustracao Portugueza / Wikipedia)

Y así fue. Francisco y Jacinta Marta cayeron enfermos en diciembre de 1918. Francisco no se recuperó y murió el 4 de abril de 1919.

Jacinta mejoró algo su salud, pero al poco tiempo sufrió una pleuritis purulenta y fue internada en el hospital de Vila Nova de Ourém en el verano de 1919. Trasladada a Lisboa, murió el 20 de febrero de 1920.

En cambio Lucía dos Santos vivió hasta los 97 años. Murió un 13 de febrero de 2005. Su vida estuvo consagrada a la religión. Con el tiempo se convirtió en la Hermana María Lucía de Jesús y del Inmaculado Corazón.

Ingresó en el colegio de las hermanas doroteas en Vilar, cerca de Oporto y profesó como religiosa dorotea en Tuy (Pontevedra), donde también se le apareció la Virgen en 1925. En 1946 volvió a Portugal y, dos años después, entró en el Carmelo de Santa Teresa en Coímbra, donde se recluyó en este convento, tomando los hábitos de carmelita descalza el 31 de mayo de 1949

Allí escribió dos volúmenes con sus Memorias y los Llamamientos del Mensaje de Fátima y en este lugar murió.

El 13 de julio, ya la muchedumbre era abrumadora, en esa aparición la Virgen les dijo:

–Quería pedirle que nos dijera quién es, y que haga un milagro para que todos crean que usted se nos aparece– dice Lucía.

Continúen viniendo aquí todos los meses. En octubre diré quién soy, lo que quiero, y haré un milagro que todos podrán ver, para creer.

Fue durante esta aparición que la Virgen le transmitió a los niños el después llamado “secreto de Fátima”, que dio a conocer la Santa Sede durante el pontificado de Juan Pablo II.

Cada mes aumentaba la cantidad de personas y el día tan esperado, el 13 de octubre de 1917, en lo que fue la última aparición de la señora en Fátima, hubo como 50 mil personas. Y el diálogo fue el siguiente:

 ¿Qué es lo que usted quiere?

– Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honor, que soy la Señora del Rosario, que continúen siempre rezando el Rosario todos los días. La guerra va a acabar y los militares volverán en breve para sus casas.

– Yo tenía muchas cosas para pedirle: si curaba a unos enfermos y si convertía a unos pecadores, etc.

– A unos sí, a otros no. Es necesario que se enmienden, que pidan perdón por sus pecados.

Y tomando un aspecto más triste:

– ¡No ofendan más a Nuestro Señor que ya está muy ofendido!”

Y, abriendo las manos, las hizo reflejar en el Sol. Y mientras se elevaba, continuaba el reflejo de su propia luz proyectando en el Sol.

Este momento fue denominado el “Milagro del Sol” , presenciado por 50.000 personas que vieron al sol «danzar» o «zigzaguear», girar hacia la Tierra o emitir luz multicolor y colores radiantes.

Según los informes, estos supuestos eventos habrían durado unos diez minutos. Reporteros seculares, funcionarios gubernamentales y escépticos pudieron constatar el fenómeno. Ese día había llovido torrencialmente sobre la Cova da Iría y al acabar este acontecimiento todo estaba perfectamente seco.

El papa Pío XII había sido testigo del milagro del sol desde los jardines vaticanos.

"Cómo el sol bailó al mediodía en Fátima", titulaba el diario O Siglo, sobre el milagro presenciado por una multitud

Luego de este milagro, el 28 de abril de 1919 se inició la construcción de la capilla de las apariciones; el 13 de octubre de 1921, se permitió por primera vez celebrar la Santa Misa. El 13 de octubre de 1930, el obispo de Leiría declaró dignas de fe las apariciones y autorizó el culto de Nuestra Señora de Fátima. El 13 de mayo del 2000 el papa Juan Pablo II beatificó a Francisco y Jacinta y fueron canonizados el 13 de mayo del 2017 por el papa Francisco.

Los tres secretos de Fátima

Dos de los secretos se revelaron en 1941, en un documento escrito por la Hna. Lucía, mientras que para el tercero el obispo de Leiría le ordenó a Lucía que lo pusiera en escrito para presentarlo al Papa. El texto del tercer secreto fue revelado por el papa Juan Pablo II, el 26 de junio del 2000.

El primer secreto: una visión del Infierno. “Hundidos en este fuego todos los demonios y almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas con forma humana, que flotaban en el incendio llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo para todos los lados, semejantes al caer de las chispas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que horrorizaba y hacía temblar de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros”.

En 2017, el Papa Francisco canonizó a los pastores Jacinta y Francisco

El Segundo secreto. Cómo salvar a los pecadores del infierno y orar por la conversión de Rusia y el anuncio de una nueva guerra. “Si hicieran lo que digo, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor.

Cuando vean una noche alumbrada por una luz desconocida, sepan que es la gran señal que les da Dios de que él va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.

Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y a la comunión reparadora en los primeros sábados. Si atendieran a mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz.

Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas, por fin mi Corazón Inmaculado triunfará”.

El tercer secreto. Fue revelado por el papa Juan Pablo II durante la ceremonia de beatificación de Francisco y Jacinta. Lo había anunciado por medio de su secretario de Estado, el cardenal Ángelo Sodano, que haría público el texto del tercer secreto.

La hermana Lucía participaba de la ceremonia. Meses más tarde, el texto fue dado a conocer por la Santa Sede, junto con un análisis del significado. El texto dice:

“Y vimos en una luz inmensa, que es Dios, algo semejante a como se ven las personas en el espejo, cuando delante pasó un obispo vestido de blanco. Tuvimos el presentimiento de que era el Santo Padre.

Vimos varios otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una escabrosa montaña, encima de la cual estaba una gran cruz, de tronco tosco, como si fuera de alcornoque como la corteza. El Santo Padre, antes de llegar allí, atravesó una gran ciudad, media en ruinas y medio trémulo, con andar vacilante, apesadumbrado de dolor y pena. Iba orando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino.

Llegando a la cima del monte, postrado, de rodillas a los pies de la cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le disparaban varios tiros y flechas, y así mismo fueron muriendo unos tras otros los obispos, los sacerdotes, religiosos, religiosas y varias personas seglares.

Caballeros y señoras de varias clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la cruz estaban dos ángeles. Cada uno con una jarra de cristal en las manos, recogiendo en ellos la sangre de los mártires y con ellos irrigando a las almas que se aproximaban a Dios”.

El santuario de Fatima erigido donde la virgen lo había pedido

Para el cardenal Joseph Ratzinger (luego papa Benedicto XVI) no se reveló ningún gran misterio; no se ha corrido el velo del futuro. “Vemos a la Iglesia de los mártires del siglo apenas transcurrido representada mediante una escena descrita con un lenguaje simbólico difícil de descifrar”, aseguró.

De acuerdo a este relato de los acontecimientos acaecidos en Cova da Iría-Fátima, todo queda a la fe del creyente. Para quien cree, todo es posible; para quien no cree, todo es imposible.

Los relatos y los diálogos incluidos en esta nota están narrados por la Hna. Lucía en: “Memorias da Irmã Lucia I. 14. ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 172-173 (IV Memoria); la sección entre paréntesis pertenece al interrogatorio del párroco a los videntes, el 27 de mayo de 1917; en Documentação Crítica de Fátima”.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD