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Una de las preguntas de este Mundial: ¿A qué juega Uruguay?

Una de las canciones emblemáticas de “La Celeste” tiene como título “Cuando juega Uruguay” y recorrió el mundo cantada por el gran Jaime Roos. A partir de lo que hemos visto en este Mundial, en estos dos  partidos ante Corea del Sur y Portugal, cabría preguntarse “¿A qué juega Uruguay?” porque nos resulta inentendible viendo los planteos que llevó a cabo hasta ahora su director técnico, Diego Alonso.

Redacción
29/11/2022 13:05
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Por Sergio Levinsky, desde Doha

Una de las canciones emblemáticas de “La Celeste” tiene como título “Cuando juega Uruguay” y recorrió el mundo cantada por el gran Jaime Roos. A partir de lo que hemos visto en este Mundial, en estos dos  partidos ante Corea del Sur y Portugal, cabría preguntarse “¿A qué juega Uruguay?” porque nos resulta inentendible viendo los planteos que llevó a cabo hasta ahora su director técnico, Diego Alonso.

Recordemos que Uruguay tuvo un extenso período con el “Maestro” Oscar Washington Tabárez como entrenador hasta que faltando muy pocas fechas para terminar la clasificación sudamericana para este Mundial, la Asociación (AUF) decidió reemplazarlo por Alonso, que logró muy buenos resultados cuando el equipo se encontraba en una fase negativa de la que parecía que no podía salir.

Lógicamente, al obtenerse el pase al Mundial,. Alonso fue ratificado pero los planteos del equipo en este torneo de Qatar no se pueden entender. Uruguay dispone de un jugador como Giorgian De Arrascaeta que es hoy el cerebro del Flamengo, dos veces campeón de América desde 2019 y acaso uno de los diez mejores conjuntos del planeta y el que va a representar a Sudamérica en el próximo Mundial de Clubes.

Sin embargo, De Arrascaeta no parece contar para Alonso, que prefiere jugar sin conexión entre los volantes y los atacantes. Ante Corea del Sur, en el debut, los celestes fueron dominados sin poder hacerse de la pelota, sumado a que ni Luis Suárez ni Cavani se encuentran en su plenitud física y uno entra por el otro, acompañando a Darwin Núñez, de muy buen presente como delantero del Liverpool.

En el medio, sin ser limitados, tampoco se puede decir que los volantes sepan mucho con la pelota. Rodrigo Bentancur ha hecho más de un recorte individual y Federico Valverde puede extender su gran temporada en el Real Madrid con remates de media distancia, pero no se trata de acciones justamente colectivas, sino destellos individuales. De nada sirve tener atacantes de la talla de de los que dispone Uruguay sin no hay quien lo asista. Y allí entra otra vez la cuestión de De Atrrascaeta.

Sin embargo, ya contra Portugal, el asunto fue a peor. Porque ya el planteo no fue un 4-4-2 clásico, sino que Alonso decidió prescindir también del único habilidoso en el medio, Gonzalo Pellistri, para pasar a un ultra conservador 5-3-2, con tres centrales (agregó a Sebastián Coates a los ya titulares Diego Godín y Josema Giménez), para no descuidar ya no solo a Cristiano Ronaldo sino también a Joao Fèlix, un joven con mucho futuro, de gran técnica, pero que tampoco requiere de un quinto marcador `para eso.

El resultado era de esperar: al promediar el primer tiempo, Portugal tenía el 64 por ciento de posesión de pelota, Uruguay tenía sus líneas inconexas y entonces con la llegada del primer gol de Bruno Fernandes (que se atribuyó el inefable Cristiano aunque su cabeza no tocó ni desvió el balón), Alonso tuvo que cambiar y tras una hora perdida, se dio cuenta de que De Arrascaeta y Pellistri tenían que ingresar, más allá de con cuál delantero combinarían, si Cavani. Núñez o los dos que ingresaron después por ellos, Luis Suárez y Maxi Gómez.

Enseguida quedó claro que Uruguay estaba para empatarlo. Sus defensores centrales se instalaron en el círculo central, hubo varios remates (uno al palo) y ocasiones claras, más allá de que en una jugada aislada, una de estas manos que el ridículo reglamento cobra ahora, terminaron en en el 2-0 final con un penal muy bien ejecutado por Fernandes.

Una cosa es perder y otra, hacerlo sabiendo que se perdió tiempo y se equivocó claramente en el planteo. Uruguay debe ganarle ahora a Ghana en la última fecha, y rezar que Portugal venza a Corea. Yodo eso podría ocurrir, pero aún si ocurre, significará que los celestes deberían enfrentar a Brasil  en octavos. Y todo esto se pudo haber ahorrado si Alonso, en lugar de salir con miedo, hubiese arriesgado un poco más. Una lección tardía que acaso su antecesor, el “Maestro”, conocía de sobra.

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