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La apuesta al olvido de la Conmebol

08/07/2023 23:24
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Por Sergio Levinsky. Especial para Jornada

Hace apenas horas, Napout, de 65 años, y al que le quedaban 17 meses de reclusión en los Estados Unidos al recibir una condena por corrupción por el escándalo del FIFA-Gate por parte de la Justicia de Nueva York en 2015, regresó a su país natal, Paraguay, en donde fue recibido de manera insólita por bombos y platillos por la gran mayoría de la clase política local y un importante sector del periodismo, como si se tratara de la vuelta del hijo pródigo, porque la jueza Pamela Chen, en apariencia, al menos, se conmovió por sus problemas de salud (una escasa visión producto de cataratas, pre-diabetes, alta presión y depresión) y porque. Extrañamente, y en un principio, no habría sido bien tratado en los sistemas sanitarios norteamericanos.

De esta forma, la jueza Chen le otorgó la “libertad compasiva” para que pudiera terminar de tratarse en su país, en vez de determinar que cualquier problema sanitario que tuviere, fuera atendido en el lugar en el que debe cumplir la condena. “Yo creo que en realidad, que la prensa y el Congreso se manifestaran nos ayudó con la operación”, admitió Virginia Napout, su hermana, en una muestra cabal acerca de cómo la clase dirigente guaraní, en líneas generales, amparó al corrupto ex presidente de la Conmebol en tiempos del FIFA-Gate.

“Sinfalta.py”, uno de los escasísimos medios sudamericanos que se dedica a investigar a fondo los casos de corrupción en el fútbol continental, consiguió el texto por el que, acompañado por su abogado, Napout prácticamente rogó que lo dejaran salir de los Estados Unidos en una de las últimas sesiones del juicio: “Lo siento por todo. Quiero asumir mi culpa por todo lo pasado. Realmente lo siento mucho, estuve bajo mucha presión. Soy un hombre grande. Voy al baño aproximadamente veinte veces por día, tomo medicinas y visité a muchos doctores por diferentes dolencias en este tiempo”.

Lo que no queda claro, como dudan también los prestigiosos colegas paraguayos, es si hubo conmiseración por parte de la jueza Chen, cierta ingenuidad, o algo más que no conocemos, como alguna negociación en la que, por fin, Napout aceptara por primera vez su responsabilidad en los hechos de corrupción luego de declararse varias veces “no culpable”, en una estrategia inconducente que casi nadie de sus compañeros de delito utilizó, porque la mayoría aceptó su participación para transformarse en colaborador y así intentar reducir la pena.

Napout era presidente de la Conmebol cuando fue detenido preventivamente el 3 de diciembre de 2015 en Zurich, Suiza, a pedido del Departamento de Justicia de los Estados Unidos para ser interrogado junto al entonces presidente de la Concacaf (Confederación del Centro, Norteamérica y del Caribe de Fútbol), Alfredo Hawitt por lavado de dinero, asociación criminal y corrupción.

En concreto, Napout fue acusado de recibir, en 2013, sobornos de la empresa “Datisa” cuando era presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) cuando su compatriota Nicolás Leoz (ya fallecido) era titular de la Conmebol. Se denunció que los principales dirigentes del fútbol sudamericano llegaron a cobrar más de cien millones de dólares de sobornos por la compra (a la baja) de los derechos televisivos de los principales torneos del continente, De esa suma, Napout se habría quedado con 7,5 millones.

Ese escándalo determinó que el 11 de diciembre de 2015, Napout, que reemplazó a Leoz (también condenado por corrupción) en la Conmebol, presentara su renuncia y fuera reemplazado provisoriamente por el uruguayo Wilmar Valdez, hasta que el 26 de enero de 2016 asumió otro paraguayo, Alejandro Domínguez, quien sigue ocupando el cargo hasta hoy.

Apenas cuatro días más tarde, el 15 de diciembre de 2015, Napout fue extraditado a los Estados Unidos para ser juzgado y pagó 20 millones de dólares como fianza para cumplir arresto domiciliario hasta que el 29 de agosto de 2018, la Corte de Nueva York lo declaró culpable de fraude y asociación ilícita, con una condena de nueve años de prisión efectiva, hasta diciembre de 2024, aunque la Fiscalía había pedido veinte.

Ahora, con el festejado regreso de Napout por varios sectores de la dirigencia paraguaya (“Lo más importante en este momento es reiterar mi agradecimiento a toda la gente que estuvo de nuestro lado y nos apoyó siempre. A toda la prensa de Paraguay, el Senado de la República y la Cámara de Diputados, cuyo apoyo fue vital para conseguir una cirugía esperada por mucho tiempo”). La Conmebol no emitió ningún comunicado al respecto, como pasando página.

Por otra parte, esta semana se sortearon los octavos de final de la Copa Libertadores, repitiendo la tendencia de la pasada temporada de determinar los emparejamientos por azar cuando el sistema anterior era muy claro y establecía una tabla general para la fase de grupos, por la cual quedaban alineados, de acuerdo a la campaña realizada en comparación entre sí, los 16 equipos clasificados.

De esta forma, en los octavos de final, el primero de todos los clasificados jugaba contra el último (el del puesto 16), el segundo contra el anteúltimo (15), hasta que el octavo disputaba su emparejamiento con el noveno. Y tal como ahora, el de mejor campaña de los dos en la fase de grupos, definía como local.

Lo único que no se modificó de aquel sistema, que favorecía el mérito deportivo (la campaña en la fase de grupos), es que el mejor colocado de los dos en la fase de grupos, de acuerdo a los emparejamientos por sorteo, define como local.

La gran pregunta es por qué la Conmebol decidió eliminar el mérito deportivo y que ahora la campaña de la fase de grupos sólo sirva para la localía en el segundo partido pero no para establecer el rival, algo que no se entiende y que jamás fue explicado, tal vez por la sencilla razón de que no hay forma de justificarlo, pero que se pretenda reemplazar un método justo por otro más azaroso sólo conduce a la duda del procedimiento.

Y si se trata de una entidad que sigue otorgando el control del VAR y cede derechos de transmisión a empresas vinculadas con el escándalo del FIFA-Gate, sólo acentúa la desconfianza.

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