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El estandarte humanista

Por Adriana Sirito

Coordinadora del Programa de Gestión de Políticas Públicas en Educación Inclusiva y Efectiva, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Redacción
03/02/2022 17:02
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Puede parecer una paradoja del destino que para el padre de la relatividad y uno de los físicos más grandes de nuestra historia existan dos formas de ver la vida: la de creer que no existen los milagros, o la de creer que todo es un milagro. Este precepto puede transformarse para una humanidad quebrada en un estandarte que promueva la recuperación de esa fisura.

Desde nuestros orígenes hemos quebrantado contratos, no sólo políticos, sociales, culturales, económicos, sino también ambientales, le hemos declarado la guerra a aquello que nos apacigua: la tierra, el  agua, y el aire. Y en consecuencia, hemos tomado, muchas veces,  la decisión de vivir la vida  creyendo que no es un milagro, y que el mundo “sólo” nos pertenece desinteresadamente. Acciones inadmisibles que son desencadenadas por una ola de soberbio individualismo.

“La tierra grita para despertar a la conciencia colectiva de la humanidad” nos enseña Archibaldo Lanús en su último libro. Una tierra arrasada por una única especie: la humana. “Ser o no Ser” “hacer o no hacer” esa es la cuestión. Parece que el Ser toma conciencia de su existencia cuando su “hacer” no construye, o no lo hace con la sutileza del cuidado ecológico integral. Pero la buena noticia es que podemos hacer algo al respecto. Los Estados, a través de sus políticas y legislación, las empresas a través de sus buenos negocios y los ciudadanos mediante el ejercicio pleno de la ciudadanía.

El paradigma humanista volvió para quedarse, en donde la dignidad de la persona,  sus derechos y obligaciones se transforman en el punto de partida y de llegada de las decisiones de gobierno, las empresas, los actores sociales y los de las nuevas economías, porque son parte de un proceso de aprendizaje. En este contexto, la educación ambiental integral es clave porque busca soluciones concretas a los problemas ambientales desafiando obstáculos al desarrollo integral de las personas.

La clave no es generar menor riqueza, sino crearla de manera más eficiente y menos desigual para poner a disposición de la humanidad los frutos de su desarrollo. La cuestión no es generar menores empleos, sino hacerlos más dignos y sostenibles, para que las personas alcancen su bienestar, libre de cualquier tipo de violencia y discriminación. No hay que resignarse sino involucrarse, participar activamente para generar el cambio, con ciencia y conciencia; y con diálogo y cooperación. Sólo así, renacerá  un activismo cívico colmado de ideas y libre de ideologías que mediante decisiones y acciones participativas y proactivas promuevan un virtuoso ejercicio del cuidado del otro, y de lo otro, en donde demostremos una vez más que “una buena cabeza y un buen  corazón son sin dudas una combinación formidable” (Mandela) y vivir así la vida es un verdadero milagro.

 

Magister Adriana Sirito

Directora Regional de Sustentabilidad de Moody Brook Consultores y miembro del Comité Académico de Cultura Democrática

 

 

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