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El “madridismo sociológico” se instala en Cataluña

Hasta ahora, la Sociología estudiaba el comportamiento de las masas o de determinados colectivos, o las implicancias sociales de determinados hechos o movimientos, pero el presidente del Fútbol Club Barcelona, Joan Laporta, sacó de la galera una nueva caracterización, que pasó a repetirse en toda Cataluña justo en los tiempos en los que el club azulgrana se encuentra acorralado por diferentes crisis: el “madridismo sociológico”.

21/10/2023 22:14
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Por Sergio Levinsky, desde Barcelona

Se trata de englobar en este conjunto una sumatoria de factores que terminan otorgándole al Real Madrid, de manera subrepticia, indirecta, secreta o negociada, un poder para manejar desde la capital española todo el fútbol liguero y hasta europeo con la posibilidad de presionar para socavar la imagen del Barcelona, su archirrival, a partir de consignas supuestamente falsas.

Desde que Laporta pronunció por primera vez esta frase en una entrevista, y la volvió a repetir en una conferencia de prensa, el “madridismo sociológico” se transformó en una de las consignas más pronunciadas por los medios en Cataluña como forma de responder a lo que se cree que es “la mano invisible” de los blancos desde todos los factores de poder.

Laporta y su comisión directiva (que acaban de organizar la Asamblea de Compromisarios más importante del año en la que se trataron temas como el balance anual, las obras del renovado Camp Nou, que deberían terminarse, al menos en una fase, para noviembre de 2024, cuando se cumplan 125 años de la fundación del club y se espera poder traer a Lionel Messi para darle la despedida que se merece) están convencidos de que detrás de una imagen alicaída del Barcelona no está específicamente el Real Madrid (la relación con su presidente, Florentino Pérez, nunca fue mala sino todo lo contrario, más bien cordial) sino los factores de poder que lo rodean.

Lo que Laporta trata de transmitir, y desde ya que los medios catalanes -especialmente los deportivos- compran convencidos, es que, hay un madridismo exacerbado enquistado en la Justicia española, en la política española, desde ya que en la prensa de la capital y hasta en el Tribunal de Penas de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).

En otras palabras, Laporta cree que el Barcelona es una especie de Quijote que lucha contra los molinos de viento y que debe ir contra casi todo el establishment deportivo y político a la hora de lidiar con los blancos y que siempre habrá una mano invisible que los ayudará, y así como hace una década apareció Josep Guardiola en aquella inolvidable conferencia de prensa previa a la vuelta de semifinales de Champions League contra el Real Madrid en el Santiago Bernabeu cuando afirmó que el entrenador rival, José Mourinho, era “el puto amo” y se refirió al madridismo como “La Lechería”, ahora el presidente del club optó por darle un cariz más cientificista al mismo asunto.

¿Por qué lo del “madridismo sociológico” justo ahora? De casual, no hay nada. En el Barcelona creen que el avance de la Justicia en el Caso Negreira (aquel exárbitro que cobró más de 7 millones de euros desde 2001 hasta 2018 por “asesorar” al club mientras era el vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros y dejó de hacerlo cuando a su vez dejó el cargo), hay un tufillo madridista.

El hecho de que desde la Justicia se considere que Negreira era funcionario y que por eso entran a correr delitos que no se investigarían si no lo fuera, considerando como “funcionario” a alguien ligado al fútbol por el hecho de pertenecer a la Federación Española (como si en la Argentina, por ejemplo, “Chiqui” Tapia fuera considerado funcionario por la Justicia), es algo que el Barcelona ya rechazó e insiste en que tiene todas las facturas y los montos que prueban que en ningún caso eso influyó en resultados de los partidos durante esa época (incluso, alega que en 2014 perdió un título de Liga ante el Atlético Madrid, en el Camp Nou, por un fallo equivocado en el campo de juego).

Otro caso, de los muchos en los que el Barcelona siente que hay un tufillo “más madridista que el del Real Madrid”, es el de la expulsión del defensor blanco Nacho, ante el Girona, por una violenta falta al delantero Portu en los minutos finales de ese partido, pero luego se le redujo la pena, algo que no ocurrió con el delantero polaco azulgrana Robert Lewandowski, quien recibió la tarjeta roja por un gesto, el de llevarse el dedo cerca de la nariz frente al árbitro.

Cada detalle en favor de los blancos es observado con lupa y, de fondo, muchos que rodean de muy cerca al Barcelona creen que, en verdad, el Caso Negreira no fue otra cosa que querer seguir de cerca al Real Madrid y tener controlado el sistema arbitral para que desde la capital española no hicieran picardías que beneficiaran a su principal competidor, pero en ningún momento se pensó en influir en los resultados.

Acorralado por las deudas, la necesidad de venta de activos del club para dibujar mejores balances que siguen sin experimentar grandes recortes y cuando su equipo de lujo con el que asumió en 2021 fue reemplazado casi en tu totalidad por amigos y conocidos que manejan al Barcelona como “una empresa familiar”, Laporta encontró en este término un modo de caracterizar el poder contra el que siente que tiene que luchar, un madridismo imperceptible impulsado por fuerzas ocultas agazapadas en cada uno de los estamentos que influyen en la vida de los españoles.

Al fin y al cabo, si tantos negocios se cerraron los fines de semana en el Palco de Honor del Santiago Bernabeu, entre los gritos y los aplausos de miles de espectadores, mientras en ese pequeño sector “noble” se deslizaba el humo de los habanos y se brindaba con cava, que Laporta saque de la galera el “madridismo sociológico” no deja de ser una gran jugada de un dirigente osado y que va “a por todas” y que sostiene hasta donde puede, cuando le preguntan si el Barcelona podría acabar en una sociedad anónima, que “no durante mi gobierno”. Si ello ocurriera, ya se puede presentir a quién se le achacará tamaña medida.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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