Por Roberto Follari, Especial para Jornada
Pero lo cierto es que “dinamitar” todo es lo prometido por algún político vociferante de las derechas, a lo que se sumó luego Mauricio Macri, hablando de dinamitar a medias. Y fue el mismo Macri el que respondió a un irresponsable y muy conocido periodista -y muchos lo vimos en vivo o en repeticiones- que sí, que efectivamente él está dispuesto a que haya muertos por represión a partir de las políticas de abrupto ajuste que piensa implementar.
Está claro que la población puede creer que por milagro va a salir de la difícil situación que hoy se vive. Pero no espera más padecimientos: si para salir se supone que hay que pasar por aumentos de precios y de tarifas más devaluación, difícilmente sea una ruta que la población acompañe. De tal manera, la decepción habrá de disparar protestas. Y a las protestas, pareciera que se espera perseguirlas por vía policial y judicial.
La pretendida indignación de los ruidosos mediáticos es verdaderamente insostenible. Saben bien que el plan de la oposición no podría sostenerse sin protestas en la calle. Pero pretenden que si alguien del oficialismo lo dice, está pronunciando una falacia o una mentira insoportable.
Hasta los que no somos expertos en economía advertimos lo evidente: la idea de Juntos por el Cambio es netamente inflacionaria. Es simple: se trata de disminuir rápidamente el déficit fiscal. Por tanto, de quitar subsidios. Si se quita subsidios, aumentan las tarifas y algunos precios. Si aumentan las tarifas, aumenta la inflación. No es una secuencia difícil ni compleja: es elemental. Se piensa combatir la inflación con más inflación. Por su puesto, se agrega a eso la idea supuestamente salvadora de unificar el precio del dólar, y por ello, de hacer una devaluación. El resultado, en términos del aumento de precios en pesos, puede ser directamente catastrófico. Como dijimos, no se requiere conocimientos técnicos singulares para advertir este encadenamiento de causas y efectos.
La economista Dal Pogetto lo mostró con valentía en un programa donde estaba rodeada de voceros televisivos al servicio de la oposición: de esto no se sale sin un fuerte acuerdo político, como se salió de la hiper en 1989, o de la crisis del 2001. Uno de los repetidores de obviedades balbuceó sobre “acuerdos sin el kirchnerismo”, y la mirada de la profesional lo fulminó: insistió en que es hora de acuerdos de fondo, o de que el país se caiga a pedazos. Y en que las zonceras cotidianas de la tv no sirven para salir de la muy difícil trama en que estamos. Seguir alimentando satanizaciones unilaterales que dejan fuera a una tercera parte de la población del país, es condenarnos al eterno fracaso.
A la hora en que se requiere pensamiento y altura moral, buena parte de la elite mediática e intelectual de la Argentina sigue en el chiquitaje y el enanismo que cree que puede hundir en el silencio a una parte importante de la población, esa que se representa en la ex presidenta Fernández de Kirchner. Y que si les resulta oportuno, van a apelar a la represión para lograrlo. Sin dudas, una falsa solución que tranquilizará sus ansias, pero no resolverá uno solo de los problemas del país, esos que el préstamo pedido por Macri al FMI instaló como espada de Damocles sobre nuestra Nación.-
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