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Aquí la democracia, en Medio Oriente la paz

¿A qué podemos aspirar en nuestras elecciones? En primer lugar, al respeto por una democracia que a muchos nos costó conseguir (no a todos: hubo -y hay- quienes prefieren la dictadura). Una democracia no está “madura” porque atesore ya 40 años continuos de vigencia: también podría volverse un hábito o una costumbre ritual. 

Redacción
21/10/2023 22:03
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

Es como una relación entre personas, de amor o de amistad: tiene que renovarse cada día, cada ocasión. Tiene que hallar nuevas fuentes de alimento y de ejercicio.

En ese sentido, esperemos que quienes rijan desde diciembre los destinos del país -de la agrupación que triunfe en esta primer vuelta o en la segunda- sean respetuosos plenos de la democracia. Algunas declaraciones de apoyo a los represores que se instalaron en 1976, no dejan de preocupar. Más aún las ideas de quienes, con algunos déficits de representación, prometen gobernar a puro decretazo, como modo de eludir el necesario paso por las instancias legislativas que también están hoy puestas a elección.

Y no ha faltado el ya gastadísimo recurso de las derechas extremas de hablar de “fraude” cuando aún la elección no se ha hecho, y cuando nada da a entender que ello sea aquí posible. Es un cuento ya repetido hasta el hartazgo: cuando yo gano está todo bien, pero ojo que si pierdo denuncio fraude.

Este cuento chino es el que envalentonó a una manada desordenada de outsiders a asaltar el Capitolio de Washington con considerable violencia: ahora esos partidarios de Trump empiezan a tener pesadas condenas judiciales. Lo mismo fue el caso en Brasil: derrotado Bolsonaro, sus partidarios entendieron que debían forzar un cambio del resultado en las urnas, convocando a un golpe militar o forzando la decisión de la justicia electoral. Ahora, varios de los que se creyeron el verso están presos, como corresponde frente al ataque destructivo al palacio legislativo brasileño.

Aquí apoyar la democracia, entonces. Y apoyar la paz en Medio Oriente. Donde no fue Hamas quien inició las acciones bélicas: el conflicto tiene décadas, y la serie de muertes de ambos lados es enorme, pero con una total asimetría: los muertos palestinos víctimas del conflicto armado son casi 10 veces más que los del sector israelí.

Y ese es el tema de fondo: la paz depende de condiciones de justicia que hay que establecer, en cuanto a la posibilidad de coexistencia de dos Estados diferentes e independientes, con la mutua seguridad garantizada. Una realidad de la cual estamos hoy a años luz: Israel tiene una enorme fuerza militar y el apoyo capital de los EE.UU., pero no vive en condiciones de plena seguridad, lo cual se vivió patentemente en el inesperado y violento ataque de Hamas. Y los palestinos viven con apenas el 10% del ingreso per capita de los israelíes, en una pequeña y apretada franja contra el mar, rodeados y presionados físicamente por el vecino militarizado.

Ahora las autoridades de Israel -fuertemente cuestionadas por su población hasta hace tres semanas-, declaman derecho a responder, cuando con sus bombardeos ya han matado a muchos más palestinos que los israelíes muertos en la incursión de Hamas. Eso ya no es respuesta: es un plan de aniquilamiento, que obviamente afecta y afectará a miles de civiles ajenos a Hamas. Los 500 muertos por bombardeo en el hospital de Gaza son ejemplo más que evidente.

Israel demora su ofensiva, pero dice que la realizará. El costo militar de un cuerpo a cuerpo en las callejuelas de Gaza, con los túneles que bien conocen los combatientes locales, puede serle grande. Pero lo que más está habiendo, es un inesperado costo político: empiezan a abundar las manifestaciones contra la invasión israelí, que ayer juntaron 70000 personas sólo en la ciudad de Barcelona. Todos los países árabes proclaman su rechazo a la invasión a Gaza, incluso los hasta ayer amigos de Israel como Arabia Saudita. Hay enormes manifestaciones en esos países árabes, mientras Irán lanza una retórica belicista y prepara a las milicias de Hezbollá para hostigar a Israel desde el Norte.

Se sabe donde empieza esto, pero no dónde termina. La sombra del terrorismo islámico en Occidente hace poco recomendable un apoyo ciego de Europa a la ofensiva israelí: la  prudencia exigiría más equilibrio. Biden fue rechazado por sus hasta ayer ex aliados árabes, y sólo pudo reunirse con las autoridades de Israel: todo el resto del Medio Oriente está atento a la posible acción militar contra Gaza, claramente contra la postura israelí.

Israel ya respondió: tuvo 1500 muertos, ya hay 4000 muertos palestinos. No se puede llamar “respuesta” a una desproporcionada acción de represalia. Hay que dar una oportunidad a la paz, mientras hasta sectores del judaísmo proclaman: “Not in our name” (no en nuestro nombre). Evitemos la catástrofe, la generalización cuasi planetaria de la guerra y de la violencia extrema.-

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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