Tras cumplirse el plazo inicial que el Frente Cambia Mendoza estableció para decidir qué partidos lo integrarán para competir juntos en el cronograma electoral de 2023, en el oficialismo quedó una previsible sensación amarga.
Es que el 15 de febrero era la primera instancia para intentar convencer al sector del Pro que responde a Omar De Marchi de confirmar su presencia en el Frente y despejar así las dudas sobre la conformación de un nuevo espacio capaz de disputar, incluso, un sector del electorado propio. Pero eso no sucedió.
Por el contrario, la distancia entre radicales, aliados y el ex intendente de Luján parece haberse incrementado por el tenor de las declaraciones públicas, que si bien se mantienen en el terreno de la ratificación de posturas y apelaciones al diálogo, no han llegado a una ruptura explícita que para los protagonistas de ambos bandos aparece casi como inevitable.
Y la pregunta es entonces ¿por qué el quiebre no se ha producido aún? La diferencia en la interpretación de los plazos legales y los políticos parece ser el elemento central en la guerra psicológica que unos y otros sostienen con el objeto de desgastar al contrincante. Pero los días pasan y no hay ningún indicio de acuerdo, aunque sí de ruidosa separación de tan exitosa sociedad.
En esa tensa espera, la extensión del plazo (ahora hasta el 22 de febrero) anida en la secreta esperanza de la UCR de lograr que la presión de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio y del mismo Pro nacional, termine de convencer a De Marchi de volver al redil, cerrándole todos los caminos. O de lo contrario, que se le impida el uso del sello partidario en una eventual excursión por fuera de Cambia Mendoza.
El asunto ya está en el temario central de la coalición opositora nacional como una extensión de la dura pelea que por la precandidatura presidencial expresan Patricia Bullrich (que apoya la unidad en Mendoza) y Horacio Rodríguez Larreta (que respalda la tesis de las elecciones diferentes y estrategias distintas que sostiene De Marchi). ¿Decidirá Mauricio Macri?
Lo cierto es que el enojo radical achica a la vez la posibilidad de un acuerdo, que de suscribirse deberá ser casi en condiciones de rendición. De lo contrario, habrá disputa feroz: por dentro o por fuera del frente. Y en ese supuesto, que sea la ciudadanía quien dirima lo que los dirigentes no pudieron o no quisieron.
Por su parte, De Marchi gana tiempo no sólo en poner nervioso al ya precandidato Alfredo Cornejo, sino también en explorar o consolidar posibles acuerdos por fuera del Frente que le permitan una salida más sólida: con el Partido Demócrata (PD), los libertarios de Javier Millei, el Mendoexit y hasta promesas de apoyo del peronismo no kirchnerista que encarnan algunos intendentes.
Es esta situación la que obligó a la presidenta del PJ, Flor Destéfanis a trazar una línea divisoria que obstaculice -al menos públicamente- que haya peronistas en la nueva alianza demarchista y con ello, limitar su incipiente construcción. En esa dirección se expedirá la semana próxima su congreso partidario, pero nada impide que la escisión cuente con el guiño de quienes al momento de la elección para gobernador ya tendrán resuelto el panorama de sus respectivos municipios que -como se sabe- han adelantado sus comicios.
Por lo pronto, este fin de semana sí podría confirmarse la salida de otro socio fundador del frente: Unidad Popular, del sancarlino Jorge Difonso quien no ha ocultado sus coincidencias con De Marchi y sus críticas a la centralización radical de las decisiones de gobierno. Si esto sucediera, sería un indicio ineludible, un paso más de la crisis autoinflingida y cuyo anunciado final parece ser sólo cuestión de tiempo.
Te puede interesar