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Memoria por Santiago Pampillón

13/09/2020 07:07

El mendocino Santiago Pampillón fue el primer mártir del movimiento obrero y del estudiantado, inmolado por la feroz represión a las luchas estudiantiles,  un obrero y militante estudiantil del radicalismo, formando parte de Franja Morada, que fue asesinado por la policía en Córdoba el 12 de septiembre de 1966, durante la dictadura autodenominada Revolución Argentina. Desde entonces algunas corrientes estudiantiles de las más diversas tendencias invocan su nombre como símbolo del activismo universitario

Índice fue asesinado en 1966. Cayó en una manifestación de protesta alevosamente baleado por la espalda por un policía participante de la represión ordenada por el poder dictatorial de turno. En esa época gobernaba el país el régimen militar autodenominado “Revolución Argentina”, presidido por Juan Carlos Onganía, quien derrocó al gobierno constitucional de Arturo Illia, a partir de cuya política económica se implementaron una serie de medidas autoritarias, anti obreras y des industrializantes. También persiguió y encarceló a los militantes políticos y sindicales opositores, disolvió los partidos políticos e intervino las universidades, que fueron consideradas “centros de subversión y comunismo” por la propaganda oficial. En este contexto, estudiantes y profesores fueron desalojados violentamente de las universidades por la policía, en lo que se conoció como la “noche de los bastones largos”. Todo esto llevó a una protesta obrera más parecida a una “rebelión popular”.

En la resistencia a esta dictadura, fue en Córdoba donde se estableció la base fundamental. Todas las tardes grupos de estudiantes se concentraban en varios lugares céntricos. El grueso batía palmas y gritaba consignas para llamar la atención.

En julio de 1966, a pocos días de la intervención, una asamblea multitudinaria en la escalinatas del Pabellón Argentina de la Universidad de Córdoba, definió una huelga por quince días; medida que contó con la solidaridad expresa del movimiento obrero, que organizaba para los estudiantes ollas populares en los sindicatos ante la decisión de la dictadura de cerrar el comedor universitario.  Se hizo necesario organizar clandestinamente una nueva asamblea masiva, para reconsiderar el conflicto porque muchos estudiantes se veían forzados a regresar a sus lugares de origen.

En la primera semana de setiembre de 1966, miles de volantes convocaron a una asamblea en la Plaza Colón con la idea de atraer allí al grueso del aparato represivo y pasar de boca en boca la consigna de que la asamblea se haría en una esquina céntrica el 7 de setiembre a las 20.

El plan falló parcialmente, ya que más de un millar de estudiantes fueron rodeados en la Plaza Colón por la policía, que apagó el alumbrado público e iluminó la concentración con reflectores. Entretanto, en otras esquinas aledañas se concentraban miles de estudiantes. Al momento de abrir la asamblea decenas de patrulleros dieron inicio a una batalla campal, en que el aire estaba saturado por los gases lacrimógenos.

En un momento dado, la infantería comenzó a replegarse y el dominio estudiantil se hizo más fuerte. Desbordada, la policía comenzó a reemplazar los gases lacrimógenos por las balas. En la Plaza Colón, entretanto, los estudiantes salían como podían del cerco policial y marchaban al centro. En conjunto, la batalla se libraba en un radio de 20 cuadras. “Han matado a un estudiante”, anunciaba el canal televisivo de la Universidad.

En la avenida Colón, un policía había disparado a sangre fría sobre el estudiante mendocino Santiago Pampillón.

Esa noche, los estudiantes fueron nuevamente reprimidos cuando se concentraron frente al Hospital de Urgencias, donde se trasladó el cuerpo de Pampillón, replegándose en el barrio Clínicas hasta el amanecer. Un negro manto de silencio y luto cubría al movimiento estudiantil cordobés. Pampillón fue sustraído del calor popular e internado y luego conducido a Mendoza, para evitar mayores exteriorizaciones. Más de tres mil personas despidieron sus restos en nuestra ciudad, destacándose la presencia del dirigente obrero más progresista que tuvo este país Agustín Tosco.

El asesinato de Santiago Pampillón, quien se transformaría en un símbolo por su doble condición de obrero y estudiante, fue una bandera, fue un programa para la liberación nacional. Y en los años sucesivos siempre con firmeza cada vez más evidente, se fue conmemorado el sacrificio del joven mendocino quién condensó a la unidad obrero-estudiantil y fue el inicio de un camino que, menos de tres años después, el 29 y 30 de mayo de 1969, desembocaría en la batalla de dos días entre el pueblo cordobés y la policía que pasó a la historia con el nombre de Cordobazo y que significo el principio del fin de del dictador Onganía.

Ayuda mucho a la memoria de los mendocinos la decisión que tomo hace un tiempo, el intendente de Mendoza al decidir que los restos de Santiago descansan en el panteón de “Ilustres y Destacadas Personalidades” mendocinas, en el cementerio de avenida San Martín.

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