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Un grande de la pluma y de la democracia

01/05/2021 20:19

Ernesto Sábato fue uno de los grandes escritores de esta tierra y su obra perdura en el tiempo por lo profundo sus mensajes y el juego de personajes que la hacen valiosa desde todo punto de vista

Por Jorge Sosa, Redacción Jornada

Nació en Rojas el 24 de junio de 1911, y falleció en Santos Lugares 30 de abril de 2011, poco antes de cumplir cien años. Se cumplen 20 años de su desaparición.
Fue ensayista, novelista, físico y pintor. Al principio de su vida se inclinó por la ciencia y llegó a formar parte de los galardonados con el premio nobel de física, los esposos Curie, allá en la lejana Francia, cuando su vida estaba dedicada a esta disciplina.


Su obra narrativa se resume en tres novelas, El Túnel, Abaddón el exterminador y Sobre héroes y tumbas considerada una de las mejores novelas argentinas del siglo XX
En Informe sobre ciegos, Sábato vertió sus obsesiones más personales: incesto, conocimiento de la verdad, locura, destino. Tal vez una premonición porque al final de su vida tuvo serios problemas para ver.


Como ensayista se destacó en Uno y el Universo, Hombres y engranajes, el Escritor y sus fantasmas y apologías y rechazos. En los que reflexiona sobre la condición humana, la vocación de la escritura y los problemas culturales del siglo XX.

Premiado numerosas veces, fue el segundo argentino galardonado con el premio Miguel de Cervantes, después que lo recibiera Jorge Luis Borges. El premio Cervantes es el máximo galardón literario concedido a los escritores de habla hispana. También recibió el Premio Konex – Diploma al Mérito en 1984 como uno de los cinco mejores novelistas con obra publicada antes de 1950 en la historia en la Argentina, otorgado por la Fundación Konex. Además la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires lo nombró Ciudadano Ilustre, recibió la Orden de Boyacá en Colombia y la OEA le otorgó el premio Gabriela Mistral.

Dos años más tarde, en 1986, se le hizo entrega de la Gran Cruz de Oficial de la República Federal de Alemania. En 1989 se le concedió el premio Jerusalén en Israel y fue nombrado Doctor honoris causa por la Universidad de Murcia (España); en 1991 por la Universidad de Rosario y la Universidad de San Luis (de la Argentina), en 1995 por la Universidad de Turín (Italia) y en 1996 por la Universidad Nacional de Río Cuarto.

Su visión existencialista —reflejada en las tramas tenebrosas de sus novelas pobladas de personajes extraviados de sus valores morales—, su manera de exponer ideas y conceptos, su facilidad retórica y la sapiencia a la hora de introducirse en la psicología de los individuos, lo erigieron en una de las grandes plumas de su tiempo y de su país.

Fue presidente de la Comisión Nacional sobre Desaparición de personas, la CONADEP y publicó un informe llamado con la famosa expresión “Nunca más”, también llamado Informe Sábato, que dio lugar al juzgamientos de los responsables de la dictadura en nuestro país.

Tuvo un cambio notorio en su vida En 1943, debido a una crisis existencial, decidió alejarse de forma definitiva del área científica para dedicarse de lleno a la literatura y la pintura. Él definió a la ciencia como amoral porque «llevaría al mundo hacia el desastre». Se instaló entonces en Pantanillo, en la provincia de Córdoba, para residir en un rancho sin agua ni luz pero entregado a la escritura.

Posteriormente Santos Lugares fue el lugar elegido para residir. Ahora ahí está instalado una especie de museo que lo recuerda y recuerda su obra.
Es uno de los grandes escritores de la América toda. Sus obras siguen siendo actuales y son leídas por miles de personas. Todo un orgullo para la cultura argentina.

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