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Sergio Busquets, el “cinco” total que cierra un gran ciclo en el Barcelona

“Si miras el partido, no lo verás a Busquets. Si miras a Busquets, verás todo el partido”.

13/05/2023 22:15

Por Sergio Levinsky, desde Barcelona

 

La magistral frase de uno de los entrenadores que más lo disfrutó, Vicente Del Bosque, con el que fue campeón europeo y mundial, define perfectamente lo que fue Sergio Busquets en las quince temporadas que jugó hasta ahora en Primera División: ubicación, elegancia, equilibrio, posición, posesión, pase, recuperación, sentido colectivo del juego, talento al servicio del equipo.

Pese a que el Fútbol Club Barcelona esperaba su respuesta positiva para continuar más temporadas en el equipo, ya que su ex compañero y ahora entrenador, Xavi Hernández, lo considera fundamental para continuar con su proyecto de relanzamiento cuando se encuentra a las puertas de una liga española que se le negaba durante tres temporadas, Busquets, a quien se le vencía el contrato el próximo 30 de junio, decidió, por fin, tomar otros rumbos y retirarse con dos títulos en 2022/23: los de Liga Española y Supercopa de España.

El FC Barcelona le ofrecía un contrato nuevo muy a la baja debido a que necesita sí o sí reducir la masa salarial en 200 millones de euros para poder contratar a otros jugadores (la prioridad es el regreso de Lionel Messi, aunque parece una quimera) y el actual capitán azulgrana cobraba un sueldo muy alto si bien ya había aceptado una baja anterior, y con suculentas ofertas que maneja desde el fútbol árabe y de los Estados Unidos, ahora debe decidir su próximo destino.

Se llegó a rumorear que Busquets no tomó la decisión en los meses anteriores a la espera de lo que hiciera su amigo Messi, con quien compartió magníficos equipos en el Barcelona, y también, en la actualidad, cenas y encuentros con sus respectivas parejas al igual que con otro jugador azulgrana que podría abandonar el equipo por la misma razón salarial, aunque su contrato vence en 2024, Jordi Alba.

Busquets ya mostró su clase desde muy joven, cuando comenzó la temporada 2008/09 y Josep Guardiola, que lo había tenido en la temporada anterior en el Barcelona B, decidió darle la titularidad en la liga española. “Técnicamente superior a (Yaya) Touré y a Keita. Posicionalmente, apariencia de veterano. Con y sin balón.  Con balón hizo fácil lo difícil: dar salida a uno y dos toques. Sin balón, otra lección: la de estar en el sitio justo para interceptar y recuperar corriendo lo justo. Y todo eso, siendo joven e inexperto”. Esto era lo que escribía, tras su debut, en su columna de “El Periódico” de Barcelona un tal Johan Cruyff.

Tanto el fallecido gran delantero neerlandés como Guardiola habían conocido a un pequeño Sergio Busquets que a veces venía vestido con los colores del Barcelona de la mano de su padre Carlos, arquero suplente de Andoni Zubizarreta en tiempos del “Dream Team” de los años Noventa, y que luego pasó a ser, incluso en el presente, entrenador de arqueros del primer equipo.

Busquets, con sus 35 años, nos dejó soberbias imágenes de cómo se juega a un toque, de cómo hay que pararse en la cancha, de cómo se utiliza el cuerpo en el roce con un rival, pero especialmente dejó claro un concepto que hoy parece quedar en el olvido: en el fútbol, la que debe correr es la pelota y no el jugador. Como bien sostuvo Cruyff en uno de sus magistrales libros, el fútbol es “un deporte de vagos” pero en el mejor sentido. Es un deporte colectivo que se juega con un útil, porque de lo contrario, con once Carl Lewis, un equipo aumentaría sus chances de ser campeón. Mucho más extremista aún, el catalán Carles Rexach, compadre futbolero de Cruyff en el Barcelona de los Setenta, sigue escribiendo una columna en el diario “Mundo Deportivo” que se llama “Correr es de cobardes”.

Muchos recordarán el maravilloso Barcelona de Guardiola que hizo escuela en todo el mundo, el que permitió brillar como nunca a Lionel Messi, a Xavi Hernández y a Andrés Iniesta, al punto de haber sido, los tres y en la misma temporada (2009/10) los integrantes de la terna de candidatos a ganar el Balón de oro al mejor futbolista del año, un hecho histórico y difícilmente repetible. Sin embargo, poco hubiera podido hacer ese equipo sin un Busquets atrás, sin el muchacho muy alto, que siempre conseguía, aún sin correr, desplazarse unos metros hacia adelante y hacia atrás, o hacia los costados, para equilibrar al conjunto o para desestabilizar al rival apenas con un amague, un giro o un toque preciso.

En estas horas, alrededor del anuncio de Busquets de que dejará de ser jugador del Barcelona, aparecieron algunas comparaciones odiosas. Hay quienes, desde la Argentina, ya hicieron aparecer comentarios o fotos de recuerdo de Fernando Redondo dando a entender que ya en estas tierras hubo desde siempre jugadores como Busquets, y no deja de ser cierto, pero esto no debería cambiar el concepto sobre el catalán, porque no se trata de determinar quién es el mejor o cuál es el aporte de cada uno al fútbol como juego, como hecho estético y aún para los resultadistas, también en los títulos,, porque Busquets no sólo juega maravillosamente, sino que gana, y vaya si gana: nueve ligas, siete Copas del Rey, siete Supercopas de España, tres UEFA Champions Leagues, tres Mundiales de Clubes, tres Supercopas de Europa, una Eurocopa y un Mundial.

Todo esto lo ganó Busquets jugando de “cinco” solo en el medio, como lo hacían Redondo, o Claudio Marangoni, o Sergio Batista, o Néstor Rossi o Ángel Perrucca, o el mismísimo Guardiola, que entendió un concepto que alguna vez le transmitió Cruyff cuando fue su entrenador y notó que aquel joven de Sampedor era demasiado liviano y esmirriado: “si vas al choque, perdés porque por el físico, te van a ganar siempre. Lo que tenés que hacer vos, si querés jugar en el Barcelona, es adelantarte un segundo a la jugada y ya saber qué hacer antes de recibir la pelota”. Y Pep lo entendió al dedillo.

Seguramente, Guardiola transmitió muchos de estos conceptos sobre el juego a Busquets, que traía desde la cuna, sin dudas, el talento necesario para jugar solito y solo allí en el mediocampo, sin el verso ni el humo de los “dobles” y “triples” cincos. Busquets demostró que con uno solo basta, si se tienen los conceptos claros.

Xavi sabe bien que Busquets es irreemplazable y por eso intentó convencerlo de cualquier manera para que se quede. El Barcelona irá ahora por Rubén Neves (Wolverhampton), o Martín Zubimendi (Real Sociedad) o acaso vuelva a la carga por el marroquí Amrabat (Fiorentina) pero en el club saben bien que comienza otra etapa en la que no será fácil encontrar un jugador como el que tuvo por quince años.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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