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Las dos caras del Real Madrid

Rara avis del fútbol, en la misma semana que el Real Madrid descubrió que con un poco de concentración, recuperación física de algunas estrellas, y un poco de fortuna en el sorteo -cosa que casi siempre ocurre- podría ganar su decimaquinta Champions League, también, apenas días más tarde, se va dando cuenta de que uno de sus asuntos más descuidados de estos años, la Liga Española, se le empieza a escapar de las manos de manera casi definitiva.

25/02/2023 22:34
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Por Sergio Levinsky, desde Barcelona

Lo del pasado martes en Anfield quedará para la historia del club blanco español como una de sus grandes noches. Pocas veces, en este tiempo y a este nivel, un equipo demostró ser tan categóricamente superior como lo del Real Madrid ante el Liverpool. Tanto es así, que solamente se ha jugado la ida de los octavos de final y el 2-5 del marcador nos lleva a pensar que todo está terminado y que la revancha de mediados de marzo en el Santiago Bernabeu será un mero trámite en el que los “Reds”, de tanta tradición que son terceros en la tabla histórica, con seis conquistas, casi que se jugarán el honor de, por lo menos, obtener un resultado que no termine siendo una mancha que tape su futuro cercano.

Algunos todavía especulan con una revolución en menos de un mes, pensando en aquella increíble remontada de Estambul, cuando al Liverpool lo dirigía el español Rafa Benítez y caía 3-0 al terminar el primer tiempo de la final de la Champions de 2005. Algunos sostienen que desde el vestuario “Red” se escucharon los gritos de sus rivales, que hasta habrían brindado con champagne, y los de la ciudad de The Beatles salieron como una tromba, empataron 3-3 y luego ganaron por penales. El director técnico de los italianos no era otro que Carlo Ancelotti, el DT del Real Madrid, y el mismo que levanta una ceja más que la otra al mejor estilo de Simón Templar, “El Santo”, aquel genial personaje del espionaje de los Sesenta que interpretaba el gran Roger Moore, y que no se despeinaba luego de las más increíbles persecuciones.

Pero salvo por esa coincidencia histórica, la sensación que transmite este Liverpool es la de un lógico fin de ciclo de un sensacional entrenador como el alemán Jürgen Klopp, quien no por casualidad lleva ocho temporadas consecutivas en las que ganó una Champions, llegó a dos finales más, obtuvo por primera vez la Premier League, -porque desde su implementación, en 1992, nunca los Reds la habían conquistado-, fue campeón mundial de clubes y hasta finalista de la Europa League, pero el imperio se va desmoronando y entre la salida del senegalés Sadio Mané al Bayern Munich, las lesiones del gigante Van Dijk (ya de regreso pero con poco fútbol) y especialmente la del extremo colombiano Luis Díaz, no es el mismo y tampoco en convicción y mucho menos en funcionamiento.

Todo lo contrario, Ancelotti, el paciente técnico italiano, no por nada tiene ya 63 años y pasó por casi todo, ganando ligas en varios torneos europeos, y títulos internacionales.  Y así como en la temporada pasada sabe, no se engaña, que pudo ganar la Champions con bastante de milagro y en la mayoría de los casos con remontadas casi novelescas, con un equipo que conseguía éxitos en base a reconocerse a priori como inferior a muchos otros y tomaba medidas al respecto, éste de ahora, con casi los mismos componentes (incluso con las importantes ausencias de Casemiro, que se fue al Manchester United, y de Marcelo, que quedó libre aunque lo suyo era más aporte desde el vestuario o el banco), comienza a comprender que sí tiene un conjunto para aspirar a lo máximo y que no hay demasiados cucos a los que temer.

Tras la exhibición de Anfield, donde comenzó perdiendo rápidamente 2-0 con un gol del uruguayo Darwin Núñez y otro que regaló el arquero belga Thibaut Courtois (demostró que es humano) y que convirtió Mohamed Salah, y terminó marcando cinco goles (dos de Vinicius Junior, el segundo, por otro regalo, esta vez del arquero brasileño Alisson Becker -que muy seguido demuestra que es humano-, uno de Militao y dos de Karim Benzema), el Real Madrid, ya con casi los dos pies en cuartos de final, mira a los costados y sonríe.

El Manchester City de Josep Guardiola sigue jugando al handbol en muchos partidos, como en Alemania ante el Leipzig, y casi no patea al arco, aún teniendo un goleador temible como el noruego Erling Haaland (además de sus reiterados problemas en cada temporada europea), el PSG tiene demasiadas internas con el DT Galtier y muchas incógnitas que despejar para la próxima temporada (además de que tampoco se le da bien Europa), no hay otros equipos españoles a esta altura, y a lo sumo pueden ser complicados el Bayern Munich o el Nápoli, hoy por hoy, los dos que mejor tratan a la pelota. Pero pensarse otra vez campeón ya no es descabellado y es más, desde el realismo, suena mucho más potable que en la temporada pasada.

Ancelotti, con toda su experiencia, ya lo vaticinó cuando se acercaba el Mundial de Qatar: sabía que en enero vendría un bajón físico de sus estrellas por el propio desgaste de la cita asiática, pero a principios de febrero llegarían los primeros brotes verdes, y para marzo tendría a todo el equipo ensamblado. Para eso, fue dándole crecientes minutos a los veteranos del medio campo, el alemán Toni Kroos y el croata Luka Modric, para lo cual utilizó como nunca a Daniel Ceballos (su figura va creciendo), al francés Eduardo Camavinga (al que se dio el lujo de colocarlo varias veces como salida por el lateral izquierdo, cuando Tchouameni juega de volante central), y a Marco Asensio, que hace pocos meses ya se hablaba de su salida y hoy aparece como tema su posible renovación.

Arriba, el brasileño Vinicius Junior se transformó ya en una notable figura por la banda, absolutamente desatado, Benzema, el Balón de Oro pasado, está de regreso, y el DT italiano va encontrando distintos esquemas de acuerdo a la necesidad, con el uruguayo Federico Valverde como cuarto volante adelantado, o bien retrasándolo un poco, pero jugando con Camavinga o Tchouameni, y con Kroos o Modric en un 4-3-3 que incluye a otro brasileño, Rodrygo, como tercer punta.

Con todo ese bagaje y con una defensa sólida en la que descolló en Anfield Nacho Fernández, un jugador subvaluado para todos los servicios que presta, Real Madrid tiene hoy una máquina mucho más aceitada y prolija que en 2021/22, cuando fue campeón de Europa.

Sin embargo, la contracara es la Liga, en la que se encuentra a siete puntos del Barcelona pero con un partido más, y si en las próximas horas los azulgranas (que vienen de un tremendo golpe al quedar eliminados de la Europa League ante el Manchester United en Old Trafford) vencen como visitantes al Almería (cosa probable de acuerdo al andar del conjunto que dirige Xavi Hernández, que recibe muy pocos goles y siempre se las arregla para marcar alguno), se irán a diez cuando quedarán quince partidos por jugarse para terminar el torneo, y por si fuera poco, uno de ellos, en marzo, será el Clásico y en el Camp Nou.

Si bien Ancelotti es italiano, es claro que no es Zinedine Zidane, el exitoso entrenador y brillante ex jugador que también ganó muchos títulos recientes con los blancos. “Carletto” es más “Milan”, un estilo más glamouroso, que busca un delicado equilibrio, siempre medido, pero con la certeza de que el gran objetivo es la conquista europea, para el que los hinchas sienten que su club está predestinado.  “Zizou” es más “Juventus”, donde jugó muchos años, y entonces para su concepción la Liga es el tornero de la regularidad, el que hay que ganar para demostrar que a lo largo de todo el año, se es superior. De allí tantas veces el enfado por algunos detalles del club pese a las reiteradas conquistas continentales.

Ante el Atlético de Madrid, hace unas horas, en el Bernabeu, apareció, entonces, la otra cara del Real Madrid. La del apuro por llegar al gol, la de alguna desconcentración defensiva, la de sufrir goles por detalles (como en el cabezazo del uruguayo Josema Giménez cuando los visitantes estaban con diez por expulsión de Ángel Correa y quedaban poco más de diez minutos), para luego tener que empatar casi sobre la hora gracias al joven Álvaro Rodríguez, la nueva figura uruguaya que viene de las divisiones inferiores blancas y que fue muy importante para su selección en el reciente Mundial sub-20.

El Real Madrid de los domingos, al cabo, no genera la misma confianza ni la misma ilusión que el de los martes o miércoles, cuando la mente sale de España y se instala en Europa. Allí, el Real Madrid se siente cómodo, aunque el escenario sea Anfield.

Contra el Atlético Madrid sufrió esta vez como le pasó tantas veces en gran parte del torneo, y acaso sea porque en el fondo, sabe que si gana la Champions, la temporada habrá sido brillante, pase lo que pase en la Liga, e incluso tiene que disputar ante el Barcelona los dos partidos de semifinales de la Copa del Rey.

La gran pregunta que acaso quede para el final de la temporada sea acerca del futuro de Ancelotti, pretendido por la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) para que dirija a su selección nacional, botín más que apetecible para cualquiera y más para el italiano, que ya dirigió a Casemiro, y ahora lo hace con Militao, Vinicius y Rodrygo. Cuando lo consultan, suele remitirse a que tiene contrato hasta mediados de 2024 y que está cómodo en el Real Madrid, pero como “El Santo”, levanta una ceja por encima de la otra, y acaso ese sea un signo que no alcanzamos, aún, a comprender.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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