Por Sergio Levinsky / Especial Jornada
Ganar de esta manera, imponiéndose en toda la cancha como si La Paz fuera amesetada, termina, además, con el eterno excusario de que en la altura no se puede jugar, que la pelota no dobla y frases semejantes que sólo tratan de minimizar bajos rendimientos muchas veces basadas en un factor psicológico contra el que hubo siempre debates inconducentes.
Lo cierto es que en noventa minutos de fútbol jugado a un altísimo nivel, con enormes rendimientos como los de Ángel Di María (inesperado capitán ante la ausencia de Lionel Messi), Julián Álvarez, Enzo Fernández, Rodrigo De Paul o “Cuti” Cristian Romero, la selección argentina dejó patas para arriba a otros conjuntos nacionales que vinieron históricamente a La Paz a defenderse y a aguantar el resultado no pasaron tantos años, apenas catorce, de un tremendo 6-1 en contra por otra clasificación mundialista.
Lionel Scaloni, el entrenador campeón del mundo, volvió a acertar en el planteo, porque adelantó la última línea (muy segura y firme) casi hasta la mitad de la cancha y al ganar los duelos individuales y en los anticipos, redujo el partido casi a jugarse en el campo boliviano y sumado al previsible gol inicial -porque el dominio era nítido y con mucha precisión en los pases- de Enzo Fernández tras una perfecta asistencia de Di María, los locales se desmoronaron.
Llamó la atención que siendo que la selección boliviana está compuesta por mayoría de jugadores del futbol local (Bolívar y The Strongest como los principales aportantes), y con el apoyo del público (que de todos modos también vino a ver a Messi, aunque no lo consiguió), no consiguió adaptarse al contexto y no sólo eso, sino que se excedió en faltas, algunas innecesarias, que casi lesionan a un par de jugadores (Romero preocupó porque estuvo un largo rato en el suelo siendo atendido por los médicos) y hasta se quedó con diez por la expulsión de Roberto Fernández. En este sentido, el árbitro uruguayo Andrés Ostojic pareció bastante permisivo en cuanto al uso de las tarjetas porque fue correcto con el cobro de las faltas.
Ya con el primer tiempo finalizado con una ventaja de dos goles (Nicolás Tagliafico aumentó de cabeza tras otro centro preciso y cruzado de derecha a izquierda por Di María), el partido parecía definido y sólo restaba saberse si el conjunto argentino resistiría físicamente o se cansaría, pero todo transcurrió más o menos igual, siempre anticipando atrás, administrando la pelota en el medio, y tanto Nicolás González (autor de un bonito tercer gol) como Julián Álvarez, yendo a cada pelota y no dando ninguna por perdida en el ataque.
Si la selección argentina sigue con este juego, con este sistema, puede llegar a ser imparable y conseguir mucho antes de lo imaginado el boleto para el Mundial 2026, y eso que no contó con su máxima figura, Messi, quien viajó a La Paz sólo para estar con sus compañeros, pero hizo bien Scaloni en preservarlo, porque a los 36 años del genio rosarino, será importante irlo graduando durante la clasificación y más, en partidos tan redondos para la albiceleste como éste.