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El regreso de Messi al Barcelona, mito o realidad

“Es una tapadera del caso Negreira -el del pago de facturas del Fútbol Club Barcelona al ex vicepresidente de los árbitros españoles entre 2001 y 2018, que investiga la Justicia-. No creo que Leo quiera regresar después de la forma en que se fue”, dice a Jornada un reconocido periodista catalán que tiene un largo recorrido por el mundo entero y que trató de muy cerca a Diego Maradona y a Julio Grondona.

01/04/2023 22:23
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Por Sergio Levinsky, desde Barcelona

Se refiere a agosto de 2021, cuando sorpresivamente, luego de que no sólo hablara maravillas sino que Messi concurrió a votarlo para presidente del club azulgrana por la excelente relación que habían tejido en su primer mandato (2003-2010), Joan Laporta le dijo de manera definitiva a Jorge Messi, el padre de la súper estrella rosarina, que no había manera de pagarle siquiera a la baja, al no acordar con la compañía CVC la venta de derechos de TV porque lo que ofrecían era un contrato leonino. Al no entrar ese dinero, y con el dirigente recién llegado al cargo en el segundo mandato y con poco acceso a los resortes económicos para solucionar una situación acuciante de la entidad, no se encontró un camino para retenerlo.

Por el lado de los Messi, el mayor enojo (más allá de que pudieran comprender los números) estuvo dado por las eternas promesas de Laporta de que iba a renovarle el contrato sin haber conocido exactamente la situación del club y cuando ya quedaban pocos días para el cierre del libro de pases, por lo que hubo que apurar su llegada al PSG y a su vez eso motivó otras rispideces porque en el entorno del rosarino no gustó nada que se pusiera en duda, en algunos medios, que el acuerdo con los parisinos fuera de último momento: se publicó en aquel tiempo que de ninguna manera, un mega contrato como el del PSG pudo ser acordado en cuarenta y ocho horas y que entonces eso significaba que los Messi venían negociando desde antes.

Muchos criticaron, una vez que Messi ya se puso la camiseta del PSG y desató un fenómeno de masas, con colas de cuadras para comprar su nueva camiseta en la tienda del club en la avenida Champs Elisées, que apenas meses más tarde el Barcelona gastara un buen dinero en varios jugadores como Ferrán Torres o Eric García, y que para el argentino no aparecieran los fondos necesarios, pero la dirigencia catalana lo explicó muy bien: con el paso del tiempo, fue posible pensar en fuentes de ingresos alternativos, al punto de que el club terminó vendiendo el 49 por ciento de las acciones de varios de sus activos, lo que fue denominado como “Palancas” y así pudo construir el equipo que hoy está a un paso de ganar la primera liga en cuatro años, cuando ya obtuvo la Supercopa de España y podría llegar el próximo miércoles a la final de la Copa del Rey.

Pero a la dirigencia del Barcelona no le fue fácil superar aquella foto que recorrió el mundo, con Messi llorando, en traje, en una muy triste despedida. Laporta siempre sintió culpa porque siente que más allá de explicaciones técnicas o numéricas, no se comportó bien y se le fue la lengua en promesas incumplidas, y desde entonces, se prometió, y lo hizo público, a tratar de que el argentino regrese al club para terminar allí su carrera. Hasta lagrimeó en una entrevista con la TV en Estados Unidos, cuando el equipo fue de pretemporada veraniega.

Desde entonces, Laporta buscó tender todo tipo de puentes con los Messi, aunque no sólo no tuvo éxito sino que llegó a molestar aún más a la familia cuando exageraba ante la prensa sobre posibles contactos. Lo cierto es que nadie le atendía el teléfono y cuando la dirigencia del Barcelona quiso acercarse al jugador en la entrega del Balón de Oro (aprovechando que también lo ganaba Alexia Putellas, azulgrana, como mejor jugadora), fue gambeteada casi mejor aún que cuando el genio rosarino lo hace en el césped. Un año les dio vuelta la cara y al siguiente, enterado de que tratarían de darle un regalo a modo de homenaje, declinó asistir a horas del evento. En la reciente gala de los premios “The Best”, en París, estuvo sentado cerca del presidente “culé” pero hizo lo posible para que no se saludaran.

Por eso, llamó la atención cuando hace un mes comenzó a circular la noticia de que Jorge Messi había estado reunido brevemente con Laporta, que sabe que no debe molestar al poderoso PSG de los jeques qataríes, que siguen pretendiendo contar con el jugador argentino que quedará libre el 30 de junio, y que trata de mostrar sus deseos de un regreso con gloria pero sin levantar el tono de voz para no entrar en colisión contra un gigante. Se esgrimió entonces que el motivo de este breve encuentro fue planificar un homenaje en el Camp Nou y apenas se habían dado los primeros pasos, limando asperezas del pasado.

Pero la dinámica del mundo del fútbol es tal que las cosas fueron cambiando. Messi no consiguió ganar la Champions League con el PSG en dos temporadas, cobra un salario que es la mitad del que percibe su compañero Kylian Mbappe, que a todas luces es el jugador franquicia y que hasta recibió un llamado del presidente francés, Emmanuel Macron, para que no se fuera al Real Madrid cuando parecía que tenía todo acordado.

Que Mbappe siga en el PSG es una cuestión estratégica cuando queda un año y medio para los Juegos Olímpicos de París, y eso se nota hasta en la forma en que los medios franceses tratan no sólo a Messi  (a quien no dudan en aplazar ante cualquier derrota) y al excelente delantero galo, sino también a Neymar. De hecho, cuando el argentino recibió el premio “The Best” de la FIFA en febrero pasado en la sala Pleyel en el centro parisino, al día siguiente, el tradicional diario deportivo “L'Equipe” no publicó una sola línea, y no es casual que el rosarino se marche tras el final de cada partido en el estadio de Parque de los Príncipes sin saludar a la hinchada.

Si se tiene en cuenta que Messi avanza en la idea de llegar a disputar su sexto Mundial (sería el único jugador en la historia del fútbol) en 2026, es consciente de que para mantener el nivel tiene que tener roce en la élite y esto significa jugar en Europa. Y si ningún club poderoso está dispuesto a erogar una fortuna por un jugador veterano de casi 36 años (los cumple el próximo 24 de junio), las opciones que van quedando desde el 1 de julio, cuando se inicie la nueva temporada, por ahora son el PSG o regresar al Barcelona, donde además lo esperan con los brazos abiertos tanto los jugadores más importantes (como sus amigos Sergio Busquets y Jordi Alba) como el director técnico, Xavi Hernández, con quien mantiene un contacto fluido y cada vez habla más alto de que le gustaría contar con su ex compañero en las próximas temporadas y hasta lo calificó como “The Last Dance”.

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