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El necesario paso adelante de la Selección

Si la selección argentina esta vez no tuvo que sufrir para clasificarse al Mundial, viene de ganar una Copa América después de 28 años, y lleva un invicto de 29 partidos, a sólo dos de alcanzar a aquella otra de Alfio Basile entre 1991 y 1993, estos dos ante Chile en Calama y ante Colombia en Córdoba, pese a que se cosecharon otros seis puntos, dejan varias dudas en cuanto a funcionamiento colectivo, especialmente del medio hacia adelante.

05/02/2022 20:45
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Por Sergio Levinsky, desde Buenos Aires. Especial para Jornada

Es una Selección algo extraña la de Lionel Scaloni. Tiene un idilio con la gente, que por fin, luego de muchos años de enorme distancia, quiere a los jugadores. Es de imaginarse que Ángel Di María aún debe sorprenderse de que ante un remate desviado, el público lo ovacione y hasta pareció algo despistado cuando al comenzar el partido, y con la cinta de capitán en reemplazo de Lionel Messi, de los cuatro costados del estadio Mario Kempes partiera el cántico de “Fideeeeo, Fideeeo” después de años de cargar con la mochila de las finales perdidas, de las lesiones que lo dejaban afuera de los partidos más trascendentes con la celeste y blanca.

Y Di María devolvió ese afecto con una gran actuación, una de las más completas que tuvo con la selección mayor. Así como se puede destacar al delantero del PSG, bien podría citarse a otros con buenas actuaciones. Sin embargo, hay un problema que se va haciendo crónico y que parece ser el momento para que el DT comience a desactivarlo y es el excesivo conservadurismo del equipo.

Un periodista colombiano escribía horas después del magro 1-0 en Córdoba que era la primera vez desde los años setenta, que tuvo temor de recibir una goleada como aquellas del pasado, cuando todavía no habían despuntado los Valderrama. Rincón, Asprilla, Valencia o incluso los Willington Ortiz ni los Umaña. Pero no. Para sorpresa del colega, el único gol local llegó al aprovechar a la perfección Lautaro Martínez un centro a la medida de Marcos Acuña desde la izquierda, que sobró a los dos centrales que lo marcaban, y pudo sacar el remate que venció al muy buen arquero Camilo Vargas.

¿A qué se debió que aquel temor a la goleada en contra de un equipo golpeadísimo, que se fue del partido anterior con derrota en Barranquilla ante Perú insultado y en algunos casos, hasta con escolta policial y con siete horas sin marcar un gol haya pasado a la casi esperanza de empatarlo en los últimos diez minutos cuando ni siquiera se atrevió a atacar en ochenta pese a necesitar urgentemente los tres puntos? Nada más y nada menos que al conservadurismo argentino, a esa actitud que ya se va haciendo carne con el correr de los años de conservar el resultado, y para eso, con un gol basta.

Venimos insistiendo en nuestras columnas que se trata de un equipo argentino muy sólido en el medio, que practica muy bien la presión en tres cuartos de cancha y recupera enseguida la pelota (pareció más ordenado con Guido Rodríguez de volante central porque es más “cinco” que Leandro Paredes), y que pese al inentendible esquema de 4-5-1, con Di María por la derecha y Lucas Ocampos (o en general Nicolás González) por la izquierda, como volantes adelantados por las bandas en vez de jugar como extremos, dejando muy solo a Lautaro Martínez, suele marcar goles muy tempraneros, lo que hace que luego juegue más tranquilo y administre el tiempo.

Pero esta columna hará de abogado del diablo y planteará ahora el siguiente escenario durante el Mundial. El rival es España, equipo de muy buena tenencia de pelota (aunque comete errores atrás y no tiene tanto gol adelante) y a los diez minutos del primer tiempo, un jugador de “La Roja” dispara al arco y por fatalidad, la pelota pega en el brazo de un defensor argentino. Penal y gol. El equipo de Scaloni, preparado como siempre con el esquema de 4-5-1 ya no va ganando, sino que debe remontar el resultado, porque el fútbol, como bien lo describía ese gran periodista que fue Dante Panzeri, es “la dinámica de lo impensado”- ¿Cómo se empata ante un rival que tiene mucho tiempo la pelota y se equivoca poco en los pases y el resultado lo acompaña?

Escenario dos en el mismo Mundial, pero ahora el rival es Francia, el actual campeón del mundo, con un plantel envidiable y con un esquema de juego de contragolpe explotando la velocidad de Kylian Mbappé (Argentina ya sabe lo que significa porque lo padeció en Rusia 2018) y la misma circunstancia: una fatalidad, y gol de los “blues” en la primera parte. Ellos esperan y le tiran pelotazos al gran extremo del PSG. ¿Cómo hace Argentina para atravesar ese vallado con Lautaro solo arriba y cuando en toda la clasificación casi nunca se paró 4-3-3 porque jamás estuvo en desventaja y tuvo que remontar?

Lo que se trata de expresar es que se va notando en algunos medios una desmedida euforia que no tiene demasiada base. Sí quedó comprobado que en el nivel sudamericano, la selección argentina es sumamente competitiva, está en condiciones de ganarle a todos, lo que de ninguna manera eso es transportable al resto de los conjuntos europeos o incluso africanos (recordar aquel amistoso en Krasnodar antes de Rusia 2018, cuando Nigeria marcó cuatro goles en veinte minutos ante un azorado equipo celeste y blanco).

Tampoco se entiende, aún si el esquema de los segundos tiempos fuera mucho más defensivo como lo fue ante Chile y Colombia (sin que el equipo nacional se jugara el pase al Mundial), por qué el entrenador, aunque más no fuere, no opta por probar otra clase de jugadores cuando sabe que el adversario tiene que venir porque va a necesitar empatar y los espacios se van a ir generando. Era el momento de ver en acción por muchos minutos a Julián Álvarez e incluso, a Giovani Simeone, un delantero acostumbrado a moverse lejos del arco rival y con mucho campo porque su equipo en Italia, el Hellas Verona, juega así, y es uno de los máximos anotadores de la Serie A. Es más, también, ante la ausencia de Messi, era para darle una oportunidad a Paulo Dybala entre su gente. Y casi tampoco.

La sensación es que la selección argentina, aún con muy buenos números y muchos jugadores ya ratificados para la lista definitiva para el Mundial, no puede salirse de un esquema madre. Como si hacerlo, como si dar un paso adelante, fuera casi tomado como una osadía, cuando en esta etapa se trata de probar, de analizar, de experimentar, de buscar variantes, de establecer planes B, C ó D.

Sin ese paso adelante (que esperemos, aparezca en los amistosos de aquí al Mundial) se corre el riesgo de que aquellos escenarios que como ejemplo, dimos en esta columna, se transformen en un serio problema, en uno de los principales obstáculos para ganar, por fin, una Copa del Mundo que se le niega a la selección argentina.

Acaso sirva de ejemplo lo ocurrido en los días previos a México 1986, cuando dos sectores de jugadores muy enfrentados se encerraron entre cuatro paredes e, inteligentes, resolvieron deponer por un mes las diferencias en pos de ganar un título muy importante. Si bien la problemática es distinta, se trata, de fondo, de lo mismo: la necesaria apertura mental para cambiar, para salirse del esquema, para dar un paso adelante para recuperar el trono perdido hace ya tantos años.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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