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El mejor momento de Simeone en el Atlético Madrid

Habían pasado no más de quince minutos del segundo tiempo, en el estadio Cívitas Metropolitano, cuando la tribuna que habían llenado los cinco mil hinchas del Celtic de Glasgow quedó completamente raleada. Antoine Griezmann marcaba su segundo gol de la noche y el 4-0 de ventaja del Atlético Madrid presagiaba lo peor para los británicos, en un partido por la UEFA Champions League que terminó 6-0 para los rojiblancos.

07/11/2023 23:14
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Por Sergio Levinsky, desde Madrid

El equipo del “Cholo” Diego Simeone atraviesa, en lo que a fútbol se refiere, el mejor momento de los doce años que hace que el argentino se hizo cargo de un equipo que en 2011 navegaba en la mediocridad y que ahora cuenta con un hermoso estadio, y un plantel de jerarquía que, podríamos sostener sin muchas chances de equivocarnos, supera al del Fútbol Club Barcelona, algo no muy usual en la historia del fútbol español.

Si el neerlandés Johan Cruyff cambió la historia del Barcelona al cambiar su forma de jugar, más a la posesión que a la velocidad, más pensando cada pase que apurándolo, más erigiéndose como centro que como pendiente de lo que sucedía en Madrid, ahora podría señalarse que Simeone es quien cambió la historia del Atlético aún habiendo perdido dos finales de Champions ante Real Madrid (2014 y 2016) y las dos, por muy pocos minutos o por penales.

Simeone no sólo cambió la mentalidad de un equipo que siempre aparecía lamentándose por un supuesto destino esquivo (“El pupas”, le solían decir) sino que aceptó también ser el del lugar secundario de la capital española, porque el principal ya estaba reservado para el Real Madrid. El “Cholo” no se resignó. Luchó. Hizo y sigue haciendo gestos a los hinchas para que alienten cuando en el estadio se escuchan rumores, se vuelve loco cuando luego de quince pases seguidos, un jugador suyo pierde tontamente una pelota, se desgañitará y se volverá loco para que el árbitro expulse a un rival del Celtic, aunque la ventaja ya sea enorme en el marcador, para que vaya al VAR a certificare que esa falta merece la tarjeta roja. No quiere dejar nada al azar, pero termina el partido y saldrá corriendo inmediatamente para el vestuario, como no queriendo formar parte de los festejos, y luego destacará la consistencia de los suyos y el no haberse desinflado pese a la enorme ventaja en el marcador y el haber estado once contra diez.

Pero hay algo diferencial de este Atlético respecto de los anteriores, incluso de un par de ellos que fueron campeones de liga o de Europa League: el juego. Estamos en presencia de un equipo que en aquella frase de la manta corta de Elba de Padua “Tim”, que fuera campeón invicto con el San Lorenzo de los “Matadores” de 1968 (“si te tapás los pies, te destapás la cabeza y si te tapás la cabeza, te destapás los pies”), por primera vez, eligió irse destapando un poco la cabeza para dedicarse a tener la pelota, a no entregársela a los adversarios, a no apostar por correr desenfrenadamente atrás de ella, a no seguir con la idea de contragolpear.

Algo así como si el “Cholo” hubiera reflexionado con palabras como “al fin y al cabo, con el dinero que en gran parte se obtuvo de premios que se ganaron conmigo, o de venta de jugadores revalorizados por lo que se ganó conmigo, y que sirvió para ir mejorando nuestro plantel y consolidando al club en lo económico, ahora llegó el momento de dar un paso adelante y jugar mejor, más estéticamente”.

Claro, ahora el Atlético Madrid dispone de jugadores de la calidad del francés Antoine Griezmann, a quien hace rato que sus hinchas le perdonaron aquella infidelidad pasajera de irse a jugar al Barcelona, o de Álvaro Morata, el gran goleador actual de la selección española, pero también un gran Ángel Correa, especialista por pasar entre todos en espacios muy cortos o girar en un eje casi imposible, con un gran Nahuel Molina por la derecha y el aporte de dos jóvenes con mucho talento como Pablo Barrios o Rodrigo Riquelme, y con la solidez defensiva casi intacta (perdió algo respecto del pasado pero es por aquello inexorable de la manta corta), y parece decidido a cambiar y a querer manejar la pelota como pocas veces hizo en el pasado. Ya no le teme, la quiere y la administra de principio a fin, con la intensidad que siempre le entrega Simeone.

¿Alcanzará para ganar algún título? Difícil saberlo en noviembre cuando la temporada termina en mayo y cuando la liga siempre es disputada por los mismos tres (junto al Real Madrid y al Barcelona) y este año asoma un cuarto (el Girona) y en la Champions participan varios clubes muy poderosos con mucho mayor presupuesto.

Pero que si el Atlético Madrid se desinhibe y toma confianza y se da cuenta de lo que tiene entre manos, algo bueno puede llegar a pasar. Por lo pronto, Simeone renovará su contrato, en principio, hasta 2027, con lo que llegará a 16 años sentado en el mismo banco, casi un Alex Ferguson madrileño.

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