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Cómo llega la Selección al Mundial

Tras los dos partidos amistosos de la serie en los Estados Unidos, ante Honduras y Jamaica, puede decirse que la selección argentina llega al Mundial de Qatar, por jugarse dentro de un mes y medio, con la certeza de saberse más sólida y ganadora que hace cuatro años, en el camino a Rusia 2018, y con la incertidumbre acerca de si eso alcanzará para poder superar, si es que toca, a las potencias europeas desde los octavos de final.

03/10/2022 15:01

Por Sergio Levinsky. Especial para Jornada

Sin dudas, el haber completado un ciclo de treinta y cinco partidos sin derrotas ayuda a la idea de imbatible conseguida básicamente ante rivales latinoamericanos con muy pocas excepciones, como la de Italia en la “Finalissima” de este año en Londres, pero vistos los dos partidos amistosos de los Estados Unidos, quedan muchas cosas por corregir.

Una de ellas es estructural. El equipo de Lionel Scaloni cuenta con una gran estrella aunque ya veterana como Lionel Messi, otros muy destacados jugadores como Ángel Di María y Lautaro Martínez, dos figuras en ascenso que constituyen una imagen nueva y exitosa con la camiseta celeste y blanca como Emiliano Martínez y Cristian Romero, y varios integrantes del plantel con buen pie como Giovani Lo Celso, Rodrigo de Paul, Leandro Paredes o Alejandro Gómez, pero debe elegir el sistema táctico que más se ajuste a su plantel, y también tener en cuenta que se trata de un equipo con una historia particular en el mundo del fútbol y que es respetado por su enorme trayectoria.

En este sentido, venimos remarcando, y estos dos partidos amistosos no hicieron más que ratificarlo, que los planteos del entrenador suelen ser muy conservadores, partiendo habitualmente con un 4-4-2 ó, en el mejor de los casos, con un falso 4-3-3, porque los dos jugadores que lo hacen por las bandas (por ejemplo, Di María y Gómez, o podría ser Nicolás González, si es que queda en la lista definitiva de veintiséis), suelen bajar tanto a colaborar, que al final terminan siendo mucho más volantes que delanteros, dejando sólo como punta a Lautaro Martínez, que entonces queda con escasa compañía  a su alrededor.

Cuando el esquema es con cuatro volantes (todos con buen pie, en eso no hay dificultad como salida), Lionel Messi (en un estado de gracia que invita al optimismo en cuanto a su rendimiento) suele jugar por detrás de Martínez, en lo que podría definirse, en realidad, como un 4-4-1-1, con un media punta y un punta, con una muy escasa vocación ofensiva real y a la que teóricamente se le suman los dos laterales, pero hoy la selección argentina no tiene garantías en este sentido por los costados porque ni Nahuel Molina, ni Gonzalo Montiel ni Marcos Acuña (además, con una pequeña lesión) llegan con claridad hasta el fondo, y a lo sumo Nicolás Tagliafico mejoró mucho en sus proyecciones y fue importante, por ejemplo, en el gol con el que el equipo albiceleste abrió el marcador ante Jamaica.

La selección argentina es un equipo de volantes. Su fuerte está en el medio. Allí genera juego y lo construye. Si juega Leandro Paredes, tiene mejor primer pase aunque le cuesta más la marca, no es lo suyo, como muy buen ex número diez. Si lo hace Guido Rodríguez, tiene más contención y presencia física, aunque menos calidad con la pelota.

Rodrigo De Paul –especialmente- y Giovani Lo Celso son los encargados de la generación de juego cuando Messi está muy marcado o por alguna razón, no está presente en el partido (como contra Jamaica, que ingresó al promediar el segundo tiempo) y es una pena que siempre por alguna razón relacionada con lesiones, Paulo Dybala no haya tenido minutos en los dos amistosos como para que se puedan extraer conclusiones como Messi bis, porque es un jugador ideal para reemplazar al genio cuando éste necesite descanso o bien, por ejemplo, en el caso de que Argentina obtuviera los seis primeros puntos en la fase de grupos y no se jugara gran cosa ante Polonia en el tercer y último partido.

En general, más allá de la solidez ante rivales cercanos, y pese a que ya muchos la colocan como candidata a ganar el Mundial (algo que, al menos por ahora, nos parece apresurado), la selección argentina aún mantiene puntos débiles como la coordinación en la zaga central entre Romero y un veterano Nicolás Otamendi, que no tuvieron la chance, por falta de exigencia, de probarse ante otra clase de adversarios, y habría sido interesante ver en acción a los laterales ante opuestos potentes como Theo Hernández (Francia), Alphonso Davis (Canadá), o Denzel Dumfries (Países Bajos), por citar tres casos.

Tampoco es menor el hecho de que la mayoría de los goles del ciclo los hayan marcado Messi o Lautaro Martínez, seguidos bastante lejos por Di María, y el resto aportó muy poco llegando a la red, en lo que significa una muestra de lo que venimos sosteniendo: hay que animarse a llegar más veces y con más jugadores, especialmente cuando se tiene con qué.

El hecho que se cita como positivo, acerca de que la selección argentina suele marcar un gol pronto y luego se dedica a defenderlo, podría ser determinante en el Mundial si eso genera que el rival de turno haga el desgaste para empatar y choque, como hasta ahora, con un equipo sólido, que maneja los tiempos con y sin pelota, pero los adversarios europeos no son como los latinoamericanos, hacen otro desgaste y tienen otro ritmo, y la gran pregunta es si el conjunto albiceleste lo podrá aguantar.

También cabe preguntarse, como lo hicimos antes de Rusia 2018 en estas mismas columnas, qué ocurriría si esta selección argentina no marcara el gol de siempre en el inicio y acaso lo sufriera en el arco propio, si alcanzaría con esquemas con tan pocos atacantes y si la suma de laterales y volantes sería suficiente para dar vuelta el marcador, o si perdiera el control de la pelota en manos de rivales que la saben administrar y cometen pocos errores con ella, como Francia, España, Países Bajos, Bélgica o Brasil.

Por eso, lo ideal habría sido cotejar con las potencias y no con rivales con los que se puede ensayar algunas pocas variantes, a no ser que Scaloni imaginara que Jamaica era Alemania y Honduras, Bélgica, como alguna vez Carlos Bilardo hacía ensayar centros a Claudio Caniggia en Italia para que los definiera Jorge Burruchaga en Francia. No parece nada fácil.

En todo caso, las incógnitas se irán despejando en los próximos días, cuando Scaloni tenga que dar la lista definitiva de veintiséis jugadores y se afronte el viaje al Mundial, que incluye un último y extraño partido ante Emiratos Árabes Unidos a menos de una semana del debut ante Arabia Saudita.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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