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SORDOS RUIDOS, OIR SE DEJAN…

El mundo no reacciona ante la posibilidad de una Tercera guerra mundial. La OTAN y los EE.UU. -que son prácticamente lo mismo- avanzan hacia una guerra abierta contra Rusia, que es una enorme potencia nuclear.

Redacción
11/03/2023 22:22
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

El peligro es enorme, y se aumenta con la pretensión, por parte de Estados Unidos, de llevar el conflicto contra China. Los cuentos del caso son casi risibles: que China le daría armas a Rusia (como si Occidente no las diera a raudales a Ucrania), que quiere usar uranio ruso (el mismo que usa Estados Unidos sin ningún problema), ahora hasta el ridículo de que las grúas chinas para transporte marítimo instaladas en los puertos estadounidenses son para espionaje (???). Cualquier verdura, la cuestión es tratar de inculpar a China para meter a la OTAN -y a su través a toda la Comunidad Europea- en una creciente beligerancia contra el gigante asiático. 

  Por un lado, una irresponsable Inglaterra, siempre emisaria de EE.UU., dice que hay que iniciar guerra abierta contra Rusia. Por otro, Europa se traga -sobre todo Alemania- la bronca porque les bombardearon los gasoductos del Báltico: parece que fue la potencia del Norte, y por eso hay que callarse. Y a la hora de tragar, Europa sigue tragando: con el viejo juego de las situaciones consumadas, Biden lanzó la llamada Ley de Reducción de Inflación, que privilegia las compañías localizadas en Estados Unidos y arancela las restantes, con lo cual muchas empresas europeas están reubicándose en el país del Norte. Desde esa realidad ya establecida se juntan Biden y Von der Leyen, y la segunda se contenta porque el presidente le “modera” las medidas antieuropeas. Encima, los países del viejo continente deben responder cerrando negocios con China: como en todo este proceso, Estados Unidos manda y se beneficia, Europa obedece y se perjudica.  

  La propaganda de guerra es semicómica: lucha de “la democracia” contra el “autoritarismo” ruso. Quizá en Rusia haya márgenes autoritarios, pero…¿Zelenski es un demócrata? ¿y la división de poderes, o la libertad para el uso del idioma? ¿y la existencia de grupos neonazis? No ahora en conflicto bélico, sino antes: Ucrania no fue ejemplo democrático en sus últimos años. La noción de “democracia” es apenas una pátina exterior, y en el mundo habría que cambiar ese eje por el de la paz, por la exigencia -hoy ausente, excepto algún esfuerzo de Brasil y otro de China- de reinstalar la paz y acabar la escalada militar.

  Mientras, en Argentina sigue la política vertiginosa del año electoral. En JxC, abundan los enfrentamientos. Macri parece resignado a no poder presentarse: no mide en las encuestas. Larreta y Bullrich se tiran con munición pesada -muchos creen que de allí viene la aparición de los chats de Dalessandro-, y la coalición tiene fuertes problemas en Neuquén, Río Negro, Mendoza, Córdoba y Tucumán. En Córdoba, un sector de la UCR se pasó al “cordobesismo” añoso de Schiaretti.

  A Milei le sonríen las encuestas, pero su estructura en las provincias es endeble y muy desprolija: hablar publicitariamente de “libertad” mientras se va con Buzzi en Tucumán o perorar contra la casta cuando se apeló a los Menem en La Rioja, da idea de que luego de las elecciones la agrupación se va a mostrar como un rejunte comicial sin ninguna cohesión interna.

  A su vez, en el Frente de Todos se ha iniciado -por parte del mayoritario sector kirchnerista- el “operativo clamor” en torno a Cristina Fernández. Si su candidatura depende de que se levante su situación judicial, es difícil de concretar: no pudo lograrlo ni siquiera Perón, entonces con todos los partidos de La Hora del Pueblo, con la presión social y la rebeldía juvenil generalizada, con la CGT cohesionada. Puede esperarse, entonces, que la movilización consiga acentuar el liderazgo de la ex presidenta, sobre todo en relación al momento de la confección de las listas.

  Claro que hay un peligro posible, que es la exclusión que pudieran sentir otros sectores, menos numerosos pero nada pequeños dentro del movimiento. El clamor no debiera ser excluyente, y ello exige un equilibrio que no es fácil ni obvio. En ese sentido, la insistencia del presidente en presentarse como candidato, y la de sectores de la Cámpora -singularmente Larroque- en buscar que se baje, podría salvarse en unas PASO que, sin embargo, no todos parecen querer (mientras JxC sí muestra que las sabrá usar, y que si las PASO no existieran, estaría en rupturas sin salida).

  También Cristina habló en Río Negro, y ratificó su amplia superioridad sobre el promedio de los políticos argentinos. Los balbuceos semibobos en la tv posteriores a su exposición, muestran la impotencia conceptual de la derecha vernácula. Apuntó de nuevo a la economía bimonetaria como principal problema, y a que el déficit fiscal no produciría inflación: demuestra convincentemente que no es la única causa inflacionaria, pero es más difícil sostener que no tenga ninguna incidencia. Sobre el FMI, insistió en que hay que pagar, y que su diferencia consiste en que el convenio firmado fue inflacionario, por exigir márgenes de devaluación. Es cierto: como también lo es, que no se incluyó devaluación abierta, como casi siempre la ha exigido el Fondo. También dijo Cristina que el convenio es incumplible: algo que era inevitable, pues más incumplible era lo que había pautado Macri, y había que salir de ese constreñimiento. En todo caso, es claro que el convenio habrá que renegociarlo, y hacerlo es una propuesta central de Cristina, la cual es ampliamente compartible, y quizás la única opción posible ante el organismo multilateral.

  Las tensiones seguirán esta semana en ambas coaliciones: sólo si hay la pericia suficiente se evitará que en los bandeos de la lucha interna pudiera romperse alguna de ellas, lo cual la condenaría a una derrota irremisible.-   

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

 

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