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Saqueos sospechosos, desestabilizaciones evidentes

Muchos detenidos llevados a la cárcel en Mendoza, como fruto de los intentos de saqueo realizados el fin de semana largo anterior, hasta el caótico mediodía del martes. Empezaron con mensajes de wasap que ya circulaban el viernes: dicen que originados en Rivadavia.

Redacción
26/08/2023 22:32
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

La invitación a saquear, dicha en tono de lenguaje villero, no era del todo inocente: se le notaba en el “pero sacaremos sólo lo que sea para comer”, que estaba políticamente preparada. Difícilmente, saqueadores efectivos se cuiden de ser tan correctos: era un wasap para la televisión.

  El martes desataron el caos -por vía de mensajes- en el centro mendocino. Los padres buscaban sus hijos en las escuelas, los comerciantes cerraban sus negocios, todo el mundo preguntaba por sus familiares. Fue bastante más la promesa de saqueos, que lo logrado: ya desde el día sábado, la policía los esperaba en las puertas de los supermercados, blanco primordial de este tipo de ataques.

  En Córdoba hubo algunos intentos, y luego se esparcieron a la CABA: allí se dieron algunos asaltos exitosos, atacando en Moreno hasta la noche del martes. A esa altura, ya el inefable Castells se hacía cargo, muy educadamente, de haber fogoneado los saqueos. Si la gente tiene hambre, argumentó, tiene derecho a buscar alimentos como pueda: y más allá de que el razonamiento, en abstracto, es discutible pero no puede dejar de escucharse, quedó claro lo que ya parecía evidente: todo estaba preparado. Es decir: lejos de ser expresión de desesperación espontáneamente estallada, se trató de una calculada maniobra de algunos que tienen otras finalidades, y usan la angustia de la gente carenciada con las peores intenciones.

  También hay muchos detenidos en provincia de Buenos Aires, donde Berni se mostró activo ante la situación. No hubo ausencia del Estado, y se paró la movida con bastante velocidad: los implicados corren riesgo de sufrir severas penas.

  La desestabilización política es una de las finalidades posibles de esta movida: ya la semana de las elecciones se jugó al caos, espectacularizando por televisión las muertes por inseguridad, y agregando una más como fruto de la represión de la policía de Rguez. Larreta en la Avda. 9 de julio.

  Es notorio que se juega a usar “la inseguridad” como pretexto para dar la impresión de  caos. Ahora que se ha obtenido el desembolso del Fondo Monetario, ya la corrida bancaria no parece un método suficiente.

  Castells no parece que actúe por sí mismo. Haya sido o no quien movió directamente los hilos, es de sospechar que haya tras suyo factores de poder más importantes: hace mucho que él dejó de ser confiable como dirigente social de base.

  Por su parte, Bullrich llamó a la consabida mano dura, tratando de aparecer como quien, de estar en parecida situación, la solucionaría fácilmente. No resulta tan obvio: el modo en que finalizaron la persecución de Santiago Maldonado o la de Rafael Nahuel, seguidas ambas de muerte, no asegura finales pacíficos. Ella llamó a un visitante extraño: el estado de sitio. A nadie se le había ocurrido tan extrema medida, y desde luego el gobierno no la necesitó para ir cerrando la intentona saqueadora. La candidata quiso apagar con ametralladoras el ataque de un nido de avispas.

  Milei había desconcertado a los periodistas cuando les espetó, una noche después del resultado electoral: “Estoy preparado para asumir ya como presidente”. Cuando se le preguntó por qué, dijo que es porque el gobierno podría caer antes de tiempo. Ante tan extraña declaración, se le hizo notar un no pequeño detalle adicional: él no tiene legitimidad alguna para hacerse cargo de la presidencia, apenas ha ganado -y por muy pocos votos- una elección que tiene finalidades de interna. Ante una potencial situación de acefalía, los mecanismos de la sucesión presidencial no lo tienen en la lista. De modo que la intempestiva declaración quedó flotando en muchos quienes la escucharon.

  Lo cierto es que no se sabe quién organizó los saqueos: cada lector y cada actor social pueden hacer sus conjeturas. La desestabilización contra el gobierno, seguro que no ha de desaparecer como programa. Si bien no tiene sentido tratar de expulsar al actual gobierno cuando le faltan sólo tres meses, al menos se lo debilita: y con ello pierde peso en las elecciones, mientras un eventual próximo gobierno gana espacio para imponer cambios con mano dura.

  Mientras, Massa regresó desde Estados Unidos con más espacio para ofrecer mejoras salariales y prestaciones diversas. Ha comenzado sus anuncios: habrá de verse qué efectividad consiguen en el lapso que llega hasta las elecciones. En 2019, Macri supo hacer rendir un tiempo parecido: pero los cursos de la historia no siempre se repiten.-

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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