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Las consignas no son saberes

No sólo hay derecho, sino necesidad de las consignas en política: forman parte de la llegada de los discursos a la población, sintetizan en un lema situaciones complejas que no se dejan explicar fácil. Pero no habría que confundir consignas con conocimientos.

Redacción
28/05/2022 20:53
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

 

  Alvarez Agis es un economista que sintetiza no pocas vertientes: ha sido viceministro de Economía con Cristina Kirchner, trabaja hoy con el sector privado como consultor de empresas nacionales y del exterior, es un académico de peso que recomendaba libros para leer semanalmente en un programa de tv: es de una formación variada y notable. Vale la pena escucharlo. En un programa de la Tv Pública dejó asentados juicios que merecen ser destacados.

  Es de subrayar cómo rechazó la idea habitual de que la economía “rebota”, ligada a ciertos sentidos comunes que creen que los números de la producción son como una pelota que pega en un suelo imaginario y vuelve hacia arriba. Esas imágenes –se ha dicho desde la epistemología francesa- son desastrosas para el conocimiento: hacer teoría, no es dejarse llevar por imágenes propias del sentido común. La economía no rebota, simplemente porque no hay suelo en lo económico. En todo caso, crece o se achica.

  Así, afirmó el economista –a quien nadie podría tildar de contrario al kirchnerismo, o decir que defiende ideas conservadoras- que desde el progresismo se cree que con aumentos de salarios se combate la inflación, cuando los aumentos salariales pueden contribuir a aumentarla. La afirmación de Agis, difícilmente rebatible, va contra la idea confusa de que la inflación podría abatirse con paritarias adelantadas o permanentes, y con fuertes aumentos salariales. Todo eso puede contribuir a mejorar el poder adquisitivo de la población, pero no disminuir la inflación: se trata de dos cuestiones asociadas, pero claramente diferentes.

  Por otro lado, también distinguió el economista entre el control de precios más las acciones en relación con los empresarios (eso que Feletti realizó desde la Secretaría de Comercio), y algo muy diferente, que es una política antiinflacionaria. La inflación es cuestión estructural y macroeconómica, y no se combate con controles de precios. Hay que atender a que no existan abusos empresariales, pero la tendencia alcista en los precios no depende principalmente de ellos: si así fuera, un buen funcionario como Feletti hubiera tenido mejores resultados en su gestión. Y, ciertamente, no puede pretenderse que los intereses empresariales son los que llevan a aumentos anuales de un 60% ó 70% en precios, cuando en todo el mundo existen esos intereses empresariales, y no hay los índices de inflación que tenemos en la Argentina.

  También Alvarez Agis señaló que el convenio del gobierno de Alberto Fernández con el FMI era sin dudas el mejor que la Argentina tuvo nunca con ese organismo. Es más: dijo que Varoufakis, aquel ministro griego que renunció a su cargo en protesta por la subordinación al Fondo Monetario por parte de su propio gobierno, afirmó que el acuerdo de la Argentina es el menos lesivo que el FMI haya firmado en toda su historia a nivel mundial, sin exigencias de devaluación o de reformas laboral o jubilatoria

  Por supuesto, eso no convierte el acuerdo con el FMI en un lecho de rosas: es el Fondo, no la Sociedad de Beneficencia. Pero deja claro que lo que se achaca al gobierno de supuesta subordinación al Fondo, proviene de diferencias y contradicciones previas dentro de la coalición gobernante, y que el acuerdo con el FMI sirvió como detonante –si no como simple pretexto- para explicitar esas previas diferencias.

  En todo caso, Alvarez Agis dejó claro también que hay una ventana de oportunidad con la crisis mundial de aumento de precios y de escasez de los alimentos. Se habla de retenciones, pero podrían ser cupos de exportación: lo cierto es que alguna medida drástica hay que tomar. Ante hechos extraordinarios, medidas extraordinarias, clamó. Y ciertamente es así: por alguna parte deberá tomarse el toro por las astas ahora, para evitar que un país que produce alimentos para 10 veces la población que tiene, no ponga esos alimentos a precios internacionales inalcanzables para la población.

  Que habrá tractorazos, que los “del campo” –dueños del campo- van a poner el grito en el cielo, es evidente. Pero no hay opciones a esta situación: en evitar que el pan se vaya al doble de precio en pocas semanas, se juega gran parte del destino de la coalición gubernamental.-

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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