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Guerra: Estados Unidos apunta a China

La ecuación es clara: China va a superar muy pronto a Estados Unidos como potencia económica. Las sobreactuaciones del país del Norte, pretendiendo exigir a las diferentes naciones que no hagan negocios con la China, son estériles y defensivas: todo el mundo negocia con aquel que le convenga.

Redacción
06/05/2023 22:03
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

Hasta una Argentina acogotada por la deuda que dejó el macrismo con el FMI, hace públicos arreglos con China. Y Lula se dirige al país asiático, mientras la India mantiene una prudente distancia de la política estadounidense.

  De tal modo, Estados Unidos lo ha decidido: sólo por vía militar puede parar a China. En ese terreno, todavía Washington es hegemónico a nivel mundial. De tal modo, la guerra con Rusia ha pasado a ser un pretexto para hostigar a China, como se ha mostrado por los chispazos sobre Taiwan, y por los cruces sobre los ejercicios militares conjuntos de Estados Unidos con Filipinas.

  En Argentina los discursos de la derecha televisiva y política van al revés: hablan de dolarizar cuando el mundo se desdolariza -operaciones sin billetes verdes en los BRICS-, y de libre mercado cuando Estados Unidos practica el proteccionismo con la ley denominada “antiinflación”. El libre mercado absoluto es una doctrina abstracta sin aplicación pura en ninguna parte: en Chile, excepción donde se asumió con algún margen de precisión, siguen intentando acabar con el lucro instalado en la educación, así como recuperar la posibilidad de jubilarse sin sobresaltos, para no depender del dinero de los hijos si se quiere una vejez digna.

  Lo cierto es que la guerra de la OTAN contra Rusia -nadie cree a esta altura que la guerra sea de Ucrania- se ve errática en su desarrollo. La propaganda occidental es descomunal: si por ella fuera, cada mañana Rusia estaría cerca del desastre económico y militar. Pero es claro que las sanciones occidentales nunca funcionaron (Rusia tiene socios discretos con los cuales ha seguido comerciando), que la falta de municiones que ahora se endilga a los rusos hace rato que la sufren los ucranianos, y que la publicitada contraofensiva de primavera por parte de Zelenski, hasta ahora existe sólo en los papeles.

 Algún congresista estadounidense se ofendió cuando Macron insinuó que Europa no puede seguir siendo un simple seguidor de Estados Unidos en el plano militar. Congresista que lanzó: “Nosotros nos ocuparemos de China, que Europa se las arregle con los rusos”. Un gesto de desdén, que deja claro hacia dónde apunta hoy la beligerancia estadounidense.

  Algunos hechos llaman la atención. Al margen del ruidoso discurso del batallón Wagner diciendo que se retiran del Donbass, aparecen signos llamativos. Uno de ellos, la charla telefónica de Zelenski con Xi Xinping, ciertamente inesperada. Ella marca que el presidente ucraniano percibe que el apoyo occidental activo está agotándose, y que debe comenzar a abrir otras salidas al conflicto, entre ellas el plan de paz que los chinos han promovido, junto con Brasil.

  Por otra parte, han aparecido manifestaciones en diversas partes de Europa -las primeras de que tenemos conocimiento- pidiendo el final de la guerra y del involucramiento europeo en ella. Tras una inercia notable de la sociedad civil en los países del viejo continente, ésta parece advertir que tiene poco sentido seguir gastando energías y dinero en un conflicto que sólo sirve para aumentar la propia inseguridad, subir los precios de los combustibles, y promover problemas de abastecimiento.

  Europa ha sido sometida a pruebas muy duras por Estados Unidos: persiste la sospecha fundada de que los gasoductos Gulf Stream que llevaban combustible a Alemania fueron bombardeados por Estados Unidos. Así fue denunciado por un periodista que es premio Pulitzer, y las desmentidas desde el Norte no sonaron demasiado convincentes.

  Tampoco son del todo creíbles las desmentidas actuales acerca del dron lanzado contra el Kremlin: Zelenski declara que sus acciones son sólo defensivas y no penetran territorio ruso, pero sólo dos días antes se atentó contra un tren ruso, el cual pudo evitar el descarrilamiento, pero no un incendio parcial y la detención del convoy.

  Este tipo de acciones, que no responden a una guerra convencional, parecen mostrar  una Ucrania un tanto desesperada, que más que anunciar su célebre contraofensiva, la estaría reemplazando por la asunción de algunas acciones irregulares en territorio ruso. Esta apelación -que podría escalar las reacciones de Rusia- y la llamada con el presidente chino, sugieren que Ucrania empieza ya a preparar las negociaciones de paz, desde una posición de relativa debilidad en la confrontación bélica.-

 

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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