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FRÁGILES TREGUAS

Quizá alguna tregua se dibuje entre Larreta y Macri a partir del extraño posteo del ex presidente, en el cual “bendice” al alcalde desde una posición de padre celestial. Nadie sabe: en todo caso, ahora respira más tranquilo el viajero numen del PRO, tras el esperable sobreseimiento en la causa judicial por espionaje a familiares por el ARA San Juan: lo hicieron jueces de indisputable cercanía con el mismo Macri.

Redacción
16/07/2022 23:30
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La tregua entre Alberto y Cristina es de difícil pronóstico. Varias veces se han reunido en cuidado y decidido secreto, al cual tienen todo el derecho. Tras meses sin hablarse y repetidos discursos de la ex presidenta en que ha dado por sentado que los problemas de la actualidad se deben casi exclusivamente al “mal uso de la lapicera” por el actual presidente, seguro que los acuerdos no son fáciles. Las diferencias de matices en modelo de país entre ambos son evidentes, así como sus enormes distancias en cuanto al tipo y modo de ejercicio de la personalidad.

  La derecha organiza sus habituales ataques contra Cristina. Poco aprende de que no le han servido de casi nada: han formado fanatismos que derivan en proferir insultos y llevar guillotinas al Obelisco, pero la líder del peronismo sigue siendo la máxima figura de la política argentina: cada vez que habla todo el país se pliega, y su intención de votos no baja de números que van entre el 30 y 35 por ciento.

  Por supuesto que eso no la hace infalible, y lo sucedido con la salida de Guzmán lo certifica. Se lo atacó hasta lograr su renuncia, y ya salido se le reclamó absurdamente por haberse ido. Se lo ha denostado a niveles burdos, pero resultó que su reemplazante (no nombrada por Cristina, pero aceptada por ella) fue aún más ortodoxa que Guzmán en sus declaraciones iniciales: respetar el acuerdo con el FMI, mantener el equilibrio fiscal.

  Y no es que Batakis sea una fanática de los mercados: es que ante la furia de los mismos, volver a un equilibrio ha requerido de esas definiciones. Giorgeva lanza dardos sorprendentes, los corredores de divisas disparan ofensiva para forzar devaluación, los supermercadistas remarcan, todos tratan de aprovechar la ocasión del cambio ministerial para armar el gran caos financiero. A eso llevó la tan querida salida de Guzmán: por ahora, a estar peor que antes.

  Por eso la reacción airada –y bastante destemplada- de un Grabois que parece soñarse candidato, sin advertir que un perfil como el suyo repugna a una clase media que es el 40% de la población nacional, y que tampoco enamora a los trabajadores sindicalizados. Pero tiene razón en que no hay señales para los más pobres: todo indica que Cristina las ha estado planificando en sus reuniones con Alberto y Massa, y que en la semana entrante habrá anuncios.

 Pero la tensión entre el actual presidente y la máxima líder política del país, no ha desaparecido: ni la que existe entre las necesarias metas de austeridad fiscal, y a la vez la necesaria mejora en los bolsillos de los de abajo. Hay que ofrecer algún alivio al sector más pobre de la población, y eso implica necesario aumento de la erogación estatal.

  Al igual que la lucha contra la inflación. Imposible sostenerla con altísimo déficit fiscal, salvo que hubiera una impensada y enorme entrada de nuevos recursos al Estado. Se puede intentar nuevos impuestos o retenciones pero deben pasar por el Congreso, donde la oposición es mayoría. Sucede que no todo es cuestión de lapicera y decisionismo: es cierto que el presidente no asume actitudes audaces que podrían ayudar, pero también lo es que las actitudes audaces tienen los límites de los condicionamientos estructurales.

 Mientras, Manes pacta con Schiaretti y Stolbizer, dispuesto a ser candidato: no podría serlo en Juntos por el Cambio, y por eso su apuesta. Morales, que comanda el espacio UCR, no condena la negociación: tampoco él se ve como candidato al cual el PRO pueda permitir. Y hace la gran Lousteau: coquetear con Rodríguez Larreta. A Lousteau no parecen preocuparle las identidades partidarias: fue ministro kirchnerista y luego anti-K casi sin transición, y ahora es un recién llegado a la UCR que se atreve a dividir a ese partido en Diputados, mientras busca ser candidato de Larreta a vicepresidente o a alcalde de la CABA. Y en esto de los cortejos a Larreta, nuevamente compite con Morales, con quien casi se toman a trompadas hace un par de meses. ¿Tregua entre estos dos dirigentes de la UCR? No se sabe por cuánto tiempo…  

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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