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¿Es la extrema derecha lo mejor para el stablishment?

En Brasil, hoy Estados Unidos prefiere que gane Lula. Más vale una izquierda racional que una derecha imprevisible, se sostiene en la Casa Blanca. Con un Bolsonaro que apoyó a Trump contra el Partido Demócrata, y que ahora apoya a Putin en vez de a la OTAN, está claro que el irracionalismo extremista no siempre es buen negocio para las derechas que hacen planes a largo plazo.

Redacción
01/10/2022 23:15
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

  Y esa es hoy la política del imperio de la mano de Biden. La jefa del comando Sur reúne a ministros latinoamericanos para espetarles que “nuestra” seguridad –como si la de EE.UU y la de los países sudamericanos fuera la misma- estaría en peligro por los avances económicos de China. El tono de amistad, oculta una amenaza velada: “nada de hacer negocios con los chinos”. Pero en estos excesos de confianza y de poder, EE.UU. muestra que no puede guiarse sólo por las tontas antinomias de la televisión. Por eso recibieron bien a Massa en su reciente visita: además de alguna simpatía por el funcionario, sucede que el primitivo antiperonismo de Bullrich y sus asociados no garantiza ninguna estabilidad, menos en un país polarizado como para haber producido el atentado contra la vicepresidenta.  

  Así, en Europa empiezan a despertar del letargo en que los sumió el seguidismo a Estados Unidos y la OTAN, que llevó al apoyo permanente e irrestricto hacia Ucrania contra Rusia, acompañado de una primitiva rusofobia que avergüenza a cualquiera de los  derechos humanos que dice defender Occidente.

  El resultado está a la vista: se impidió que Rusia doblegara a Ucrania, pero no se logró que Ucrania expulsara a Rusia: con lo cual estamos en un empate catastrófico, que lleva a la guerra a plazos largos e indefinidos, y pone la amenaza nuclear como una posibilidad no totalmente descartable. ¿Quién pondría el cuerpo a la situación? Europa, por supuesto. Estados Unidos lo mira desde lejos, y encima saca ventajas económicas de la guerra, con las ventas de armamento y de gas licuado…a sus aliados europeos!!

  Europa continúa con su seguidismo incongruente e infantil, pero ya las voces se empiezan a oir. El aumento de la inflación y la posibilidad de recesión, amenazan a la economía. Mientras, la falta de combustible prepara un invierno gélido para muchos de los europeos. Algunos empiezan a preguntarse cuál es la ganancia de meterse en una guerra sin ton ni son, planteada con aires patrioteros y primitivos en tiempos en que esos discursos todavía se admiten, pero rara vez se creen. La torpe culpabilización a Rusia por el gasoducto siniestrado en el mar Báltico, muestra la primariedad de la situación: antes de cualquier investigación, ya la televisión “sabía” que se trataba de los rusos, sin la más mínima idea ni indicio concreto.

  Mientras, se vienen la crisis económica y el frío. Y gana Meloni en Italia. Cierto que, como ella necesita los euros de Bruselas, habla el lenguaje nordatlántico: pero todos sabemos que no lo cree, y lo revertirá apenas pueda. Los problemas políticos y económicos crecen, y se advierte el descontento en Alemania, mientras la gente sale a la calle en Francia.

  En sorpresiva aparición, Angela Merkel señala que ninguna solución para Europa y para la guerra puede dejar fuera a Rusia. Contra el fácil tomar partido y hacer de la guerra un partido de fútbol donde hay que estar con uno o con el otro, ella apuntó a la necesidad de la paz, y para que ésta se funde en la seguridad compartida por todos los grandes actores continentales, dijo que no se puede prescindir de Rusia. Y agregó la sombría observación que ya hemos hecho más arriba: hay que tomar a las advertencias de Putin sobre uso de la fuerza nuclear, no como un dato deportivo o una gritería para la tribuna.

  Ojalá, entonces, esa racionalidad que no consiste en repetir ritualmente los gestos de siempre, se imponga también en Europa. Es hora de abandonar el juego infantil de que defendiendo las posiciones de Estados Unidos se defiende a la democracia: Zelenski es presidente fruto de un anterior golpe de Estado, los neonazis del Batallón Azov en Ucrania no pueden ser modelo en ninguna latitud del mundo. Contra Rusia, Europa sólo juega intereses: mucho más los de Estados Unidos que los propios.

  No se trataría, ciertamente, de pasar a apoyar a Rusia: sí de buscar la paz y el equilibrio, y de advertir que acorralar a Rusia –detrás de la cual puede aparecer el gigante chino- no es buena opción para nadie, pero sobre todo para Europa, la que tiene a su gente y su territorio muy cerca del espacio de combates.-

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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