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El llamativo desorden preelectoral

Sobran sorpresas en el escenario preelectoral mendocino, donde esta noche de sábado se cerrarán las listas.

Redacción
22/04/2023 23:13

Por Roberto Follari, Especial para Jornada

Nosotros nos centraremos en el panorama nacional, porque allí no faltan toda clase de movimientos (inesperados y de los otros), y ello influirá luego sobre la provincia, de un modo -en cambio- en que ésta, que constituye sólo un 4% del padrón nacional, sin dudas no puede condicionar a los resultados nacionales.

  Parece que muchos votarían a Milei, pero no porque quieran a Milei. Allí los une el espanto: contrario y proporcional al que Milei produce en buena parte del electorado, y ahora también en algunos empresarios. El doctrinarismo elemental del ultraliberal de peluca, lo hace creer que dolarizar es una salida mágica que no va a liquidar el bolsillo ya castigado de los argentinos. Y le da por vender las calles a privados, o por liquidar la educación pública. Sus propuestas hacen temblar hasta a los más liberales, así como a derechistas varios.

  Muchos no votarían por la positiva a Milei. El suyo es un voto “en contra”. En contra de la política existente: la de Juntos por el Cambio, que con Macri llevó al empobrecimiento  y la deuda nacional, y la del actual peronismo, que castigado con pandemia, FMI heredado, guerra y sequía, no ha podido sacar al país del hambre, y ha agudizado la inflación a partir de los inevitables gastos por el Covid 19 (sin crédito externo para cubrirlos, porque el macrismo los dinamitó en su momento). Ese voto contra muchos -y a favor de nadie- se corporeiza en el pintoresco y extremo personaje, que si llegara a tomar decisiones concretas sobre una Argentina que es hoy una brasa caliente, es muy probable que se quemara y nos quemara a todos.

  A nivel nacional, la unidad de Juntos por el Cambio está comprometida. Macri y Bullrich se han derechizado al extremo, con discursos autoritarios y justificadores de la represión: la TV opositora se escandaliza por los dichos incendiarios de un sindicalista -que tiene mínimo poder-, y no porque el máximo dirigente de un partido que podría volver a gobernar, diga que lo hará con muertos en el camino. Eso dijo Macri, sin recibir los repudios necesarios. Lo cierto es que él y la cambiante Bullrich -ex dirigente del peronismo de izquierda- quieren ir con Milei, dado sus afinidades ideológicas. Morales, jefe de la UCR, se ha cansado de decir en estos días que Milei es estrafalario, y no ha ahorrado adjetivos en contra del caricaturesco personaje. La cuestión parece clara: un sector del PRO se iría hacia la absoluta derecha neoautoritaria de Milei, mientras otro (Larrreta) apuesta a un conservatismo más dialoguista y permeado por la legitimidad política. Y con ello, a un acuerdo y alianza con la UCR.

  Claro que el ensamble de Macri con Milei no es fácil: ¿quién manda? ¿quién va arriba? Ahora, el empelucado candidato está en momento de gran fuerza, y no se bajaría para regalar a otro/s su liderazgo. Ese es el problema principal para que se junten. Además, claro, de todos los conflictos legales para el uso de los emblemas del PRO.

  En el Frente de Todos la esperable baja de la candidatura de Alberto Fernández quita un factor de incertidumbre, pero permanecen otros. Por un lado, cómo sortear el ataque que cierto sector empresario hace por vía de la corrida bancaria, con gran alegría de la tv opositora. El juego a la desestabilización intenta evitar que el gobierno llegue a diciembre, buscando potenciar la devaluación, y con ello aumentar la inflación. El gesto de Alberto en algo disminuye esas tensiones, pero la derecha económica no es de cejar.

  Se mantiene la expectativa de Cristina candidata: es sin duda la persona con más porcentaje de voto personal en todo el país, pero su techo hace nada fácil una victoria en momento tan complicado de la economía. Alberto quiere las PASO, la Cámpora busca que los cargos sean acordados bajo la batuta de Cristina. Es lo que hubiera sucedido con Perón en otros tiempos: él decidía. Pero el liderazgo de Cristina, con ser grande, no es unánime como el del fundador del peronismo, de modo que hay considerables sectores que apuestan a las PASO (también es la idea en Mendoza, veremos si se efectiviza). En esa puja seguirá el proclamado “operativo clamor”: que Cristina sea candidata, o cuanto menos que ella ordene los cargos. Claro que ningún candidato “cristinista” mide tanto como Cristina; y la apuesta a Massa corre riesgos no sólo de que la inflación lo trague en el camino -lo que sería pésimo para el peronismo todo- sino que luego ponga al país en la senda de sus amigos de la Embajada y del stablishment de los Estados Unidos.

  Además, si se acordara la figura del candidato presidencial, no significa que se acuerde candidaturas a senadores, diputados, concejales, intendentes. Las PASO ordenan: y de no haberlas, el universo de heridos puede golpear todavía más las ya difíciles condiciones electorales del oficialismo.

  El nivel de incertidumbre supera a cualquier elección previa de las últimas décadas. Eso hace de estos meses un laboratorio por demás interesante, tanto como grave en sus resultados: o se logra un nuevo gobierno responsable y maduro -de lo cual un Milei y sus amigos parecen estar a años luz-, o el país chocará sin remedio contra las imposibilidades de afrontar las obligaciones impuestas por el FMI, ese regalo envenenado que nos dejó el gobierno de Macri.- 

 

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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