El león domesticado

Massa ha logrado polarizar la elección, y por ahora aventaja claramente a Bullrich en las encuestas: finalmente logró el depósito del Fondo Monetario y lanzó una serie de medidas de alivio al bolsillo de la población: algunos empresarios y gobernadores, sin embargo, se muestran remisos. En cualquier caso, hay un sector social que tendrá mejores condiciones para el futuro inmediato.

Por Roberto Follari, Especial para Jornada

Bullrich, en cambio, ha quedado en amplia intemperie. Para extrema derecha, ya está Milei: y ella queda como copia desvaída. Hacia el centro, no puede moverse: su actitud de sheriff ultradura se lo impide, y nadie le creería. Ha cometido furcios sorprendentes hablando de economía, donde semeja a un estudiante que no sabe su lección. Ahora apela a Melconian: pero tener a éste de vocero, muestra una evidente carencia de liderazgo propio.

Milei goza su luna de miel mediática, interrumpida por gritos destemplados como los de Canosa. Un sector de la tv busca tratarlo con pretendida demolición, como hicieron con el kirchnerismo: pero por ahora, poco le afecta. Su súbito noviazgo, en el que muchos no creen, intenta hacer más suave su imagen de destructor de edificios: y hasta se lo ha visto responder modosamente a algún entrevistador.

  El teorema de Baglini se impone: el Milei/motosierra se está dejando para jóvenes desinformados. Ahora tenemos un candidato mejor peinado, que muestra que en realidad hubo mucho de pose y de simulacro en su postura inicial. Ante la posibilidad electoral, ahora hay un nuevo personaje, moderado y razonable.

  Con aires apocalípticos dijo que acabaría con el Conicet: pero no tardó 3 días en echarse atrás, y decir que era sólo para ciencias sociales. Unos pocos investigadores, que no tienen la masiva base estudiantil que sí tienen los universitarios, bastaron para que se retractase a gran velocidad.  

  El problemático sistema de vouchers para las escuelas y universidades, lleva una trampa mayúscula: al poco tiempo los dejaría de financiar el Estado y cada estudiante se arreglaría solo, pagándose su educación. Este panorama desolador, ahora se pretende suavizar para ganar votantes. Benegas Lynch, en una declaración pasmosa, nos dice que eso será sólo dentro de cuatro años, para “el segundo gobierno” de alguien que todavía no ha llegado al primero.

  La dolarización, fetiche que ha confundido la opinión de ciudadanos incautos, nos dejaría sin soberanía monetaria: limitaría aún más nuestras posibilidades económicas. En caso extremo podría ayudar contra la inflación, pero su implementación demoraría años. Así lo repite el nuevo león domesticado: declama que él nunca dijo que cerraría el Banco Central los primeros días, ni que dolarizaría a la mañana siguiente. Ahora se ha convertido en hombre de meditadas decisiones y razonables costumbres.

  Es Massa quien tiene mejores posibilidades para un plan antiinflacionario, pues el peronismo cuenta con líderes sindicales y dirigentes de organizaciones sociales para pactar un congelamiento de precios y salarios, que funcionaría como el de Perón en 1973. Ya siendo presidente y con una nueva relación de fuerzas podría instrumentar un plan que no es posible ahora, en finales del actual período y con Alberto Fernández en retirada.

  Lo cierto es que el eje kirchnerismo/antikirchnerismo ya no es central en el país, y que el sesgo democracia/autoritarismo, y Estado/mercado es ahora lo que divide a los votantes y a la sociedad. A pesar de algunos políticos perezosos -y más aún de algunos periodistas estereotipados- ya no rinde seguir perorando en contra de la ex mandataria, de cuyo atentado mal investigado se ha cumplido el primer aniversario. Pero es notorio que algunos sectores de Juntos por el Cambio se han estancado en ese remanido registro de “la grieta”.

  El lado de Milei cercano a la dictadura, representado en su vice Villarruel y en el tucumano Bussi, permanece oculto. También la evidente debilidad que tendría su gobierno, con escasos diputados y senadores, quizás ningún gobernador/a. Es cierto que Macri está detrás del apaciguado león: la casta en plenitud sería el apoyo político en una eventual presidencia. Pero Macri no podría llevarse a todo JxC, solamente a un sector mayoritario del PRO, y a uno minoritario de la UCR. Casi todo el radicalismo, la Coalición Cívica e incluso el larretismo, no lo seguirían.

  Ahora se ve claro: el gran iconoclasta era un personaje para ficción. A la hora de los hechos, se piensa en un gobierno como el de Menem, admirado por Milei. No en vano se ha apelado a Roque Fernández y a otros sobrevivientes dinosáuricos de los años noventa, bastante ajados para presentarse como “nueva política”. El gran salto libertario parece ser sólo un retorno hacia atrás en el tiempo, aunque ahora con menos apoyo político.-

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