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Desafíos a Biden y cierres de la grieta interna

El discurso de Alberto Fernández en la Cumbre de las Américas, no fue sólo de fuerte alcance para la diplomacia argentina: también lo fue para la de toda Latinoamérica, vía su presidencia temporal en la CELAC. Y a esa significativa relevancia, agregó una adicional que no es menor: contribuyó a mejorar la relación con otros sectores del Frente de Todos, que esta vez no encontraron motivos o justificaciones para la crítica.

Redacción
11/06/2022 22:29
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

  Ya la mejor relación había comenzado cuando el presidente –no sin el dolor del caso- se desligó de la figura de Kulfas, y le pidió la renuncia. La vicepresidenta había salido airosa del asunto, un poco por ser quien más fuerza política propia puede exhibir en el FdT, otro poco por algún azar de circunstancias. Cuando reprochó en Tecnópolis que los caños para el tan meneado gasoducto Néstor Kirchner deberían fabricarse aquí, no atendió a que por ahora no hay cómo, además de que montar una fábrica para ello demoraría la construcción, y ésta no puede atrasarse más. Y además, Cristina supuso que los funcionarios responsables de licitar dependían de Kulfas, cuando en realidad son cuadros del kirchnerismo. Tales errores eran de peso, pero que al responderlos se lo hiciera “en off” y encima insinuando un direccionamiento de la licitación, llevó todo en contra de Kulfas. Este renunció –no tenía otro remedio ante la decisión presidencial tras la airada reacción de Cristina Fernández-, pero lo hizo con una colosal carta de 14 páginas, donde reivindicó su gestión tan vapuleada por sus adversarios internos, y confirmó no que hubiera algún hecho de corrupción, pero sí que podría haberse planteado en otros términos la licitación.

  El escandalete suscitó una de las tantas acusaciones judiciales inmaduras de gente del PRO y la Coalición Cívica. Como habrá sido de grotesca, que hasta Macri salió a pedir prudencia –nada menos que tan “moderado” político-, viendo que el caso puede empantanar la construcción del estratégico gasoducto y que esto afectaría al próximo gobierno, el cual él supone será de JxC. El juez Rafecas parece haber comprendido la importancia de ventilar rápido la cuestión, y el viernes ya ha tomado declaración a Kulfas, quien desestimó toda referencia a corrupción.

  Ya la conducción de ENARSA había rechazado de forma enfática lo dicho por Kulfas, sin advertir sus redactores que al refutar a Kulfas, también lo hacían a lo que dijo CFK: efectivamente, por ahora no se pueden hacer los caños dentro de nuestro país. No tuvo razón Kulfas en su respuesta cuando dio por mala la decisión de que se hicieran en Brasil adscribiéndola a gente de Cristina, pero antes no había tenido razón ésta, cuando también la dio por mala, y la  achacó erróneamente a gente de Kulfas.

  En fin; que la salida de Kulfas aquietó aguas dentro del FdT, al menos por ahora. Reconcilió los cercanos a CFK con la posición presidencial. Y luego, de pronto, el discurso ante el presidente Biden dejó sin argumentos a aquellos que seguían con el libreto de la crítica constante, señalando que el presidente no debía haber concurrido a Los Ángeles.

  Pero hablar del hambre, y de la responsabilidad de los países avanzados en su existencia; destacar que los organizadores, no por ser tales tienen derecho de veto sobre quiénes pueden asistir; insistir en la necesidad estricta de respetar la variedad de pensamientos y posiciones que existe en los gobiernos de la región; pedir que se vayan las impresentables autoridades de la OEA, que fomentaron abiertamente el golpe de Estado en Bolivia; fustigar el endeudamiento irresponsable hacia Argentina a cambio de la promesa de que triunfaría el macrismo en las elecciones de 2019, pedir que las Malvinas figuren en el logo de la organización convocante, fueron posiciones tan claras y progresivas, que de pronto los habituales críticos pusieron en bolsa sus violines.

  El discurso fue claro y contundente –menos de diez minutos tenía Alberto Fernández para hablar-, y no dejó dudas, para alegría de la mayoría de votantes del Frente de Todos, y para resquemor del conservadurismo militante que hegemoniza a la actual alianza opositora.

  Fue un avance en la diplomacia latinoamericana, que llevó a invitar a Biden a visitar la CELAC, lo que sería toda una novedad y podría motivar ciertos cambios en la política exterior de Estados Unidos hacia Latinoamérica. Para Argentina, ha sido mostrar que lo cortés no quita lo valiente: no hubo desplantes ni vocinglerías, pero se dijo con claridad lo que hubiera que decir en favor de nuestros intereses por la deuda o por Malvinas. Y en la escala más pequeña pero nada irrelevante que es la interna del Frente de Todos, fue la advertencia de que hay aún posibilidades de cerrar los ataques permanentes que hemos visto proliferar hasta hace cierto tiempo. Veremos en los próximos meses si los protagonistas se muestran a la altura del desafío referido, pues la porfía permanente arrima kerosén al fuego de la inflación y a los desafíos de la pobreza.-

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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