Por Roberto Follari, Especial para Jornada
Pero lo esperable es que no se ganaría eso, sino el equivalente de la relación nacional entre cantidad de dólares y masa monetaria en pesos: algunos calculan que ello reduciría a 50 dólares, o a menos que eso.
Es mejor 200 mil pesos que 50 dólares: es mejor muchos pesos, que casi nada en dólares. Algunos se encandilan con la idea de tener dólares en el bolsillo, no piensan que esos billetes serían pocos. Y, lo peor, creen que cobrarían en dólares, pero no piensan que pagarían también en dólares: todos los precios, todas las tarifas, estarían dolarizadas. Si agregamos que se quitarían los subsidios , a la hora de pagar el micro, la luz, el gas o el agua, habría que hacerlo con muy alto costo.
Massa ha casi eliminado el impuesto a las ganancias, que tanto prometió quitar Macri sin que nunca lo hiciera. También ha quitado el IVA para el sector más golpeado de los jubilados, así como para beneficiarios/as de la AUH. Empieza a instalar un esquema diferente de lo que hay que hacer con la economía del país. Hasta ahora, sonaban sólo las trompetas de la privatización, el ajuste y la dolarización.
Es sorprendente: Milei dice que hay quien le dará préstamos en miles de millones a la Argentina, y nadie le exige que diga quiénes son. Pero en todo caso, la cuestión es simple: cualquiera sea el nuevo presidente, tiene que saldar la deuda enorme con el Fondo Monetario que nos legó Macri, y que el actual gobierno sólo pudo postergar. Nadie pregunta a candidatos de la derecha ideológica cómo van a pagar esa deuda caudalosa, a la que parecen ignorar como si no existiera (y que no es sólo la que hay en relación al FMI, sino también la que existe hacia entidades privadas, y que Guzmán renegoció en primer lugar).
Pero además de ignorar que deben pagar la anterior, parecen contentos en prometer que contraerán mucha más deuda: ya Bullrich lo lanzó hace un tiempo, promoviendo escozor en todos los escuchas: ella obtendría dinero…del FMI, al cual le debemos inmensos montos con sus crecientes intereses!! La propuesta del candidato de la melena no parece diferente: los entrevistadores se ponen felices al imaginar que “vendrán dólares a la Argentina” pero no preguntan cómo y cuándo se piensa pagarlos, pues con la deuda contraída hasta hoy, ya tenemos fuertes problemas de falta de liquidez. Y es obvio que con un país en situación de deudor sistemático como el nuestro, los nuevos dólares que se nos promete como si fueran un pasaje a la salvación, tendremos que devolverlos totalmente aumentados al tener que agregar intereses cuantiosos.
Es cierto que la gente está cansada de la inflación. Por si fuera poco, en la tv se agranda lo más posible: cuando gobierna la derecha se disimula los problemas, pero ahora todo es problemático. Se va a preguntar a la gente, y las personas están preocupadas. Pero si algunos responden con cierta naturalidad que han comprado lo necesario y que se van a sus casas sin novedad, la pregunta movilera es “¿Pero no está todo muy caro?” o se afirma “Seguro que a Ud. no le alcanza para llegar a fin de mes”. Es la consigna: en tiempos electorales, algunos medios también hacen campaña. Y practican de modo desenfadado, aquello de Capusotto al entrevistado: “Vas a decir lo que quiero que digas”.
Si bien no somos expertos en economía, resulta obvio que la famosa dolarización, a largo plazo resuelve algunos problemas pero plantea muchos otros: la imposibilidad de emisión conlleva severas limitaciones para la aplicación de políticas monetarias. Y justo cuando en el mundo el dólar va perdiendo centralidad y los BRICS van imaginando una nueva moneda de intercambio comercial (ya Massa pagó con yuanes al Fondo Monetario), aquí creemos que es un gran acto de imaginación pegarnos al dólar: a una moneda que empieza su declive a nivel planetario, que no es moneda nuestra, y que nos ata a la suerte económica de una potencia del Norte a la que poco importamos, que además tampoco pasa por su mejor momento. Mientras una monumental protesta gremial en el rubro de automotores estremece a los Estados Unidos, aquí creemos que todo lo que sea billete verde es una salvación, aunque venga muy de a poco y nos lo manejen desde afuera.-
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