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Asesinato en el Conurbano: más preguntas que respustas

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Asesinato en el Conurbano: más preguntas que respustas

Hay detenidos por el asesinato del colectivero en La Matanza, pero poco se sabe de si son los reales responsables, y menos aún cuáles habrían sido sus motivaciones. Un hecho extraño: dar muerte sin que hubiera resistencia del chofer, un auto de apoyo luego quemado a cambio del magro botín de un par de mochilas. No parece un hecho habitual de inseguridad, pero con los datos existentes es imposible saberlo.

Redacción
08/04/2023 23:42

Por Roberto Follari, Especial para Jornada

Es falso el retintín de los medios (y de algunos colectiveros) de que “esto pasa todos los días en el conurbano”. Muerte de choferes, no había hace varios años: de ninguna manera es algo que ocurra cualquier día. Puede ser que existan ocasiones de peligro relativamente constantes, pero la muerte en momento de trabajo, no sólo no es común: es definidamente excepcional.

Lo cual, por supuesto, no significa que la situación de inseguridad pueda menoscabarse, o que no sea necesario reforzarla. No basta con enviar gendarmes al conurbano: la seguridad no consiste en poner un policía en cada esquina, menos aún en “indignarse” tontamente  por tv -como hacen múltiples pretendidos periodistas, no siempre tales-: la inseguridad no se arregla con ingenuidades como “que se pongan las pilas” o “pónganse a trabajar”.

Es una cuestión de urgente atención, pero de resultados sólo a mediano y largo plazo. La “mano dura” entusiasma a muchos, y no sirve para nada: ya Aldo Rico o Ruckauf lo mostraron antes, Bullrich lo confirmó después. La oposición no puede dar lecciones en seguridad, porque nada mejoró seriamente, ni garantizó al respecto, que no fueran declaraciones grandilocuentes y vacías. La seguridad no se logra pegando gritos, ni haciendo de barrabravas en la televisión.

Pero lo mismo le cabe a Berni, quien fue valiente en ir a dar la cara, pero exagera su pose de Rambo de nueva época: según él todo ha mejorado en la provincia, pero ello no es evidente en los delitos que más conmueven a la comunidad. El gobierno nacional -así como el de Kiciloff- tienen todavía mucho por mejorar en proveer de seguridad democrática e integral, operando desde la acción social a la prevención comunitaria, desde la formación policial a la mejora del equipamiento, desde la reforma carcelaria a la posibilidad de trabajo para quienes salen de las cárceles, lo que achicaría la reincidencia.

La posición mediático/televisiva -que todo el mundo sabe que la hay- no sólo es frenética y permanente, sino también obtusa: desliza falsedades de baja estofa, como el sologan de “los criminales liberados por el gobierno”. Este no libera presos: son procesos judiciales los que podrían llevar a esa liberación, y las fantasías al respecto no permiten olvidar que JxC llegó a imponer a un narcoteraficante -luego condenado como tal- como intendente de  una capital provincial como es Paraná.

Luego siguió la tensión con la golpiza contra Berni. Cierto: había personajes de la zona ligados a la oposición política, y apareció el cartelito a mano que estuvo en un previo acto de Bullrich. Eso no se puede disimular: parece que hubo infiltrados entre los colectiveros que cortaban la ruta. Pero los detenidos por golpear brutal y cobardemente a Berni, son colectiveros. Lo cual no dice mucho: perfectamente podrían ser militantes o simpatizantes del PRO.

Berni arruinó una situación donde sólo cabía repudiar a sus agresores, yendo a detenerlos como si fuera a detenerse a Escobar Gaviria redivivo. Tal desproporcionada muestra de fuerza repugnó a la población, motivó la molestia explícita de Cristina Kirchner, y desbalanceó la discusión en favor de los golpeadores de Berni, que de pronto pasaron a ser considerados ”trabajadores”, cuya violencia debiera ser “comprendida” porque, como dijo insólitamente uno de sus compañeros, “tienen su temperamento”.

Lo cierto es que fue injustificable el exceso del operativo para detenerlos, pero eso no hace menos brutal e injustificable su propia violencia contra el ministro. Y el paro para apoyarlos ante la detención, por momentos no se sabía si era un apoyo a la agresión que realizaron. Como no podían argumentar en favor de dicha agresión, balbuceaban que el motivo del paro era la inseguridad, pero es claro que se había motivado en apoyar a los golpeadores ante el también brutal operativo de detención que habían sufrido.

Fueron liberados los violentos: las penas son menores, y también el repudio a los golpes arteros presentados y repetidos por tv, ha sido menor. La oposición mediática apareció con súbita “comprensión” hacia la violencia de ciudadanos en piquete, e hizo repudio al exceso en uso de la fuerza pública: exactamente todo lo contrario de lo que habitualmente pregona, y de lo que ha permitido y auspiciado sobre las fuerzas de seguridad de las derechas, aplaudidas cuando el disparo a Chocobar o el asalto contra Santiago Maldonado.

Por suerte Semana Santa ha interrumpido un tanto la exhibición mediática, que a menudo olvidó la muerte del chofer, así como el recato necesario frente a ella. No interrumpió, en cambio, la insistencia sobre el caso de Jey Mammon, exhibido hasta el hartazgo, sin suficiente explicación, ni comentario sobre qué es una red de trata (tema que se había iniciado con la detención de Corazza, pero que como éste no es tan conocido, no brindaba tanto rating). El cañoneo mediático que sufrimos, muy poco ayuda para pensar. Y esto es grave problema, en tiempos en que las elites políticas y empresariales del país parecen carecer de la altura intelectual posible para salir de la superchería, de la politiquería de boliche y de los slogans más elementales.-

 

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