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Alegrías futboleras y disloques políticos

Argentina es alguien en el fútbol mundial: el país de Maradona, de Messi, y antes el de Di Stefano. Lo somos también en el tenis, desde Terán de Weiss a Vilas o la Sabatini, y a los contemporáneos como Del Potro. También en el boxeo, o el automovilismo.

Redacción
03/12/2022 22:54

Por Roberto Follari, Especial para Jornada

Y en estos días de Mundial de Fútbol, en que la pasión por los colores de la camiseta hace olvidar los negociados lamentables -y los muertos- sobre los que se organizó el torneo, el país entero se mueve al compás de los partidos que juega nuestro equipo. Ya no hay sector social (pobres, clasemedieros y ricos), no hay género (hombres, mujeres, diversidades), no hay edades que sean ajenas: todos comemos, digerimos, soñamos fútbol estos días. Y este sábado nos han hecho felices las habilidades de cada uno de los jugadores, sobre todo las del rosarino para abrir el marcador cuando todo parecía ocluido, más la atajada inaudita del Dibu Martínez cuando expiraba el partido, y Australia pudo llevarse un empate que estaba lejos de merecer.

Nuestro ánimo está modulado por los resultados futboleros, y por una vez se da una especie de coincidencia nacional, un sentimiento colectivo de unión. Sentimiento ilusorio, sin dudas, porque nada cambia de nuestra vida en común porque ganemos o perdamos en el Mundial. Pero es verdad que afloran los colores patrios, que se pone en juego nuestra identidad, que por un rato tenemos claro que nos enorgullece ser argentinos, contra esa vulgata patética que algunos organizan sobre que "somos lo peor del mundo", o "en cualquier parte se vive mejor". Claro que nos comparamos con Francia, nunca con Haití o Somalia: y entonces, claro, puede ser que perdamos en la comparación, al menos en lo económico. Pero no sabernos en lo futbolístico.

Al mismo tiempo, se vive la distopía, total en lo político. Por una parte, se va a dar la sentencia sobre los procesados en la causa Vialidad: obvio que a todos importa especialmente la situación de Cristina Kirchner. Y quisiera creerse que se trata de una cuestión jurídica, pero es en verdad una cuestión política. Uno de los jueces se encargó de enfatizarlo, sacándose una llamativa foto en que tomaba mate en una calabaza con los símbolos de un equipo de fútbol que juega en la quinta de Macri, ¿Era necesario ese gesto? No lo sabemos, pero pareciera que sí; difícilmente no haya sido un ritual calculado.

Mientras, las dos asesoras de Milman, diputado del PRO que ha sido mano derecha de Patricia Bullrich, mintieron abiertamente en sede judicial en el juicio por el atentado a Cristina Fernández, y pudieron salir sin ser retenidas ni procesadas. Quizá opera allí también un criterio político: no entregaron entonces sus celulares y ahora, cuando por orden de la Cámara debieron comparecer de nuevo,...uno de los celulares estaba borrado, y el otro era flamante, comprado una semana atrás!, Pasmoso. Pero ni así: tampoco ahora tuvieron problema.

Podría haber reacción social si se condena a Cristina. pues mientras muchos dicen “dejen trabajar a la justicia”, en realidad apuestan a una esperable condena: si otro fuera el fallo, esa "justicia" sería atacada sin piedad. De modo que la falta de condiciones para una objetividad lograda, dentro de "la grieta'. nacional, hace a priori poco confiable la decisión de los jueces, y da lugar a que se ejerza derecho a la protesta desde el amplio sector social que percibe el juicio como una persecución dentro del lawfare, aplicado ya en Brasil contra Lula cuando se lo encarceló, y en Ecuador contra Correa al exilarlo.

Mientras, la oposición consigue postergar la resolución sobre nuevas universidades estatales y sobre Consejo de la Magistratura, impidiendo una reunión en Diputados. Ese es un recurso siempre discutible, pero que esta dentro de los procedimientos parlamentarios. Lo que no lo está, es el espectáculo pasmoso de Ritondo, -diputado nacional, ex ministro en Bs. Aires- haciendo gestos obscenos a la presidenta de la Cámara, gestos que no se soportan ni admiten siquiera en una escuela o una cancha deportiva. Al insólito grito de “Venezolana” hacia Cecilia Moreau (considerará Ritondo que eso es un insulto?), el desbordado dirigente hacia gestos que avergonzarían a cualquiera, no sólo dentro de un recinto legislativo. Si el PRO consiguió demorar los temas de agenda, lo hizo al precio de un nada menor baldón público, que amerita una sanción ejemplar contra el o diputado.

Seguirá la alegría futbolera. Y será necesaria: no mucha satisfacción depara la semana política, que quizá no es casualidad que haya mezclado la sentencia sobre Vialidad con estas fechas mundialistas. Hay quien cree que la alegría por el buen fútbol desplegado, sirve para hacer pasar ciertos tragos amargos. Pero quizá eso sea un espejismo: no toda la población mezcla peras con manzanas.-

 

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

 

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