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12/09/2020 15:02
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El mundo va a cambiar mucho después de la pandemia. Hemos escuchado esto muchas veces y tengo mis dudas de que llegue a ser así. Cambios se van a notar, sin dudas,  pero la esencia de las relaciones públicas habrán de volver como eran antes

El trabajo virtual llegó para quedarse, pero ¿para quedarse donde? ¿En una pieza de una casa con la máquina enfrente y conectado a través de las ondas electromagnéticas?

El hombre es gregario por excelencia, durante miles de años aprendió a vivir en comunidad y a relacionarse físicamente con aquellos que compartieron idéntico período de tiempo.

Necesita de la presencia del otro, del ámbito compartido. No es lo mismo trabajar para una oficina desde lejos que trabajar en la oficina. Porque se crean situaciones y relaciones que no pueden ser reemplazadas por lo virtual. No es lo mismo trabajar solo que rodeado de compañeros.

¿Tendemos a conformar una nueva sociedad que no contemple el contacto entre semejantes? Se me hace muy difícil creer esto. Creo que volveremos a las prácticas grupales y a confrontar con el otro en el lugar que así lo requiera.

Hablé con muchos maestros en el día del maestro y me dijeron que lo que más extrañan era la presencia de los niños. Que la educación bien podía transmitirse a la distancia pero que era irreemplazable tenerlos cerca, verles las caras, deducir quien entendió o quien no, visualizar al que está soportando un problema que no tiene que ver con la escuela, atender las preguntas que espontáneamente surgen en todo grado.

La actividad presencial en la escuela es absolutamente necesaria, pero no solo para los maestros, también para los niños que encuentran en esos encuentros diarios una posibilidad para conocer, para crecer, para divertirse.

Los artistas mendocinos, sufridos ellos, están esperando que se pase esta época de malaria para volver a confrontar con su público. Les es absolutamente necesario y no hay pantalla que les haga sentir lo mismo que la presencia de aquellos que espectan.

Ver la sala colmada es lo que desean, sueñan con ello y siguen preparando la hora del regreso.

El fútbol sin público, con cartones que simulan espectadores en una parodia realmente ridícula que mueve más bien a la risa que a la admiración. También necesita público, es esencial para la práctica. No es lo mismo gritar un gol entre compañeros de un equipo que gritarlo con miles en la tribuna que abren la boca de la misma forma.

Pueden que cambien muchas situaciones, pero en lo esencial, en lo visceral, volveremos a ser como antes, con las mismas prácticas y los mismos errores.

Lo virtual ha llegado para quedarse, es posible, pero en lugares determinados y bajo circunstancias determinadas. En todo lo demás volveremos a intercambiar vida con nuestros compañeros de laburo o de estudio, o de distracción.

Lo presencial volverá a tener su lugar y retornaremos a las prácticas de convivencia con la misma voluntad de ayer.

Es que la vida sin el otro sigue siendo un confinamiento y ya hemos tenido demasiado de esta medicina.

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