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PASO 2023: Cuando la cruel realidad se llevó puesta la campaña electoral

Una nueva vida inocente era arrancada por las garras de la cotidiana zozobra argentina: la de la inseguridad, la del narcotráfico, la de los extremos ideológicos que sólo amparan más muertes (ya sea garantismo o mano dura), la de cierta política distraída o cómplice. Cínica. 

12/08/2023 12:32
El dolor de la familia de Morena
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Los cierres previstos por los estrategas de campaña quedaron suspendidos, archivados para siempre. La noticia del asesinato de Morena Domínguez, una nena de 11 años que se dirigía a la escuela cuando fue atacada por motochorros en Lanús, provincia de Buenos Aires, paralizó cualquier agenda. Su muerte nos volvió a abrir los ojos de una realidad dolorosamente cruel, absurda, conocida, pero ahora más que nunca, palmariamente expuesta. 

Una nueva vida inocente era arrancada por las garras de la cotidiana zozobra argentina: la de la inseguridad, la del narcotráfico, la de los extremos ideológicos que sólo amparan más muertes (ya sea garantismo o mano dura), la de cierta política distraída o cómplice. Cínica. 

La que utiliza a los pobres como carne de cañón de eso que llaman "el manejo de la calle", a los que subsidia de manera clientelar para hacerles creer que ese es su trabajo. O a los que apaña para no estigmatizar, sin medir las consecuencias en sus víctimas. 

Una sociedad desmadrada, rota en sus más elementales pautas de comportamientos, atravesada por las drogas y sus efectos, devastada por la falta de oportunidades y la malaria inflacionaria que sólo sirve para echar culpas al rival de turno, pero que no alcanza para llegar a fin de mes. 

Está claro, este brutal asesinato resume todas las miserias en una, y es una metáfora perfecta de la exclusión. La de los adictos marginales que salen a buscar lo que encuentren para seguir atizando su propio infierno, y la de los pobres que exponen su vida cada vez que van o vienen del trabajo (al que valoran porque saben que al menos tienen), o porque van a la escuela pretendiendo un futuro mejor que en muchos casos, nunca llega. 

En tal tobogán de la degradación, Argentina viene descendiendo desde hace décadas, profundizando la pobreza y sus efectos, desestimando el mérito, igualando al que cumple con el que no, al que delinque con el honesto. Y de tanto chapotear en ese lodo, en este último tiempo ya no se distinguen pares, sino sólo embadurnados que pujan por sobrevivir. De la manera que sea, como zombis. Y así estamos. Ya no nos reconocemos. 

En tal estado de consternación y palpable circunstancia de haber tocado fondo, la política entendió que no podía (y no debía) montar escenarios de disputas por momentos vagas, ni discursos a menudo huecos. Y se llamó a silencio. Casi como anticipando una veda que en realidad era luto y cuyas consecuencias aún no alcanzamos a vislumbrar. Cuando la frustración y la bronca superan a la impotencia, estamos cerca de nuevas hogueras para dudosas Inquisiciones en las que la tentación es quemar hasta lo mejor que tenemos: la democracia. 

Por ello, el domingo debemos ir igual a votar. Y aunque pueda pensarse lo contrario, la salida de este abismo en el que todos, esta semana, sentimos que descendimos a un nuevo nivel, será con más y mejor política. Exigiendo el cumplimiento cierto de las leyes, y la creación de aquellas que hagan falta para reparar lo que está despedazado. 

Más política para que las aulas estén abiertas, con docentes bien pagos así los que deseen usar la legítima herramienta del sindicalismo para sabotear no tengan excusas. Más política para que las escuelas no sólo contengan, sino también instruyan y eduquen. Más política para que el narcotráfico no tenga espacio, ni cómplices en los poderes públicos. Más política para que el esfuerzo del trabajo sea remunerado con una moneda que permita mantener dignamente a las familias. Más política para que quienes se esfuerzan puedan acceder a su casa y a un sistema de salud oportuno y cercano. Más política para que el progreso social no sea una utopía, sino un camino asfaltado de esfuerzos individuales. Aquí, no en el exterior. 

Cada cual sabrá qué voto es el que puede encarnar más certeramente este conjunto de premisas que ya no pueden ser opciones: deben ser pautas de un nuevo gobierno capaz de interpretar el sufrimiento y comprometerse a dejar atrás este desquicio de culpas repartidas y fracasos reiterados. Tal vez una última chance. 

Porque lo que ya no puede permitirse son las excusas. Muchos menos la subestimación permanente, ni el ninguneo de aquellos que ojalá hayan entendido que así no se puede seguir. Ningún caos es edificante, ninguna rapiña nos dará cohesión, aunque tengamos más o menos Estado. Es con paz, es con diálogo, pero es con reglas. De lo contrario, puede que también a los ciudadanos, la Patria nos lo demande.  

https://jornadaonline.com/politica/es-ahora-el-domingo-toda-la-gente-a-votar-20238910480

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