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Carrera por la gobernación de Mendoza: Ansiosos, abstenerse

Alfredo Cornejo y Rodolfo Suarez, fueron contundentes en su rechazo cuando se les consultó sobre los incipientes movimientos que ya esbozan candidaturas para 2023

16/04/2022 09:31
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En los últimos días los máximos referentes políticos del oficialismo, Alfredo Cornejo y Rodolfo Suarez, fueron contundentes en su rechazo cuando se les consultó sobre los incipientes movimientos que ya esbozan candidaturas para 2023.

Por separado, pero seguramente alineados previamente entre ellos, tanto el senador nacional como el gobernador tienen razones de peso para insistir en que este no es momento de posicionamientos preelectorales.

Sus argumentos van en línea con aquello que el propio Suarez ha sostenido en público, en diversas ocasiones, respecto de cierta falta de empatía de la clase política que parece que sólo piensa en elecciones. Algo que de alguna manera es el sostén filosófico de la reforma institucional que espera ser debatida en ambas cámaras. Allí, además de la eliminación de los comicios de medio término, también se plantea la unicameralidad como una manera de achicar el gasto político. Una idea no del todo compartida incluso en la UCR, su propio partido.

Pero también en esta postura resalta la idea de no agitar aguas con candidaturas que puedan aparecer hoy como prematuras a fin de priorizar la gestión de gobierno, evitar las incómodas internas y de alguna manera disciplinar la tropa de funcionarios e intérpretes del oficialismo en los municipios que conduce en toda la Provincia y en la Legislatura. Algo así como un prerrequisito de armonía.

En paralelo, tanto Cornejo como Suarez intuyen también que el escenario socioeconómico nacional, de alta e inmanejable inflación más la incertidumbre permanente que genera el gobierno de Alberto Fernández, tampoco permite desbordes o sobreactuaciones que rompan el límite de la paciencia ciudadana, ya exhausto por el deterioro de su poder adquisitivo y la pérdida general de expectativas.

El plan de los conductores de Cambia Mendoza era otorgar durante lo que resta de 2022 una tregua en las disputas capaz de mostrar logros e indicadores de mejoras tras la parálisis de la pandemia; y entonces sí, en 2023, que la tensión de los candidatos quede enmarcada en el curso de un año como el próximo que será netamente electoral.

Lo cierto es que si tales advertencias de los mandamás se han reflotado es porque de manera más o menos reservada o por debajo de la superficie, los movimientos de quienes aspiran a un cargo (especialmente la Gobernación) han comenzado a ser cada vez más notorios, y por ende, amenazan con desarmar el plan oficial de postergar tales posicionamientos que sólo producen (y agregan) malhumor en la sociedad.

Un mensaje que parece especialmente dirigido hacia Omar De Marchi, quien desde el Pro ya no oculta sus intenciones de suceder a Suarez, pero también hacia el propio radicalismo en la figura de quienes hoy aparecen como menos proclives a seguir el libreto oficial: el lasherino Daniel Orozco y el ahora líbero Luis Petri. Aunque la recomendación de cautela también haya sido leída por el godoicruceño Tadeo García Zalazar y el capitalino Ulpiano Suarez.

La ambición mueve al hombre y especialmente a los políticos. Abstenerse o reprimir su instinto no parece conseguirse tras una simple expresión de deseo. De hecho, los legisladores provinciales electos en 2021 (diputados y senadores) todavía no asumen y recién lo harán en mayo; pero como un perro que se muerde la cola, la política ya dejó atrás esa última elección y va -ciegamente- por la próxima.

Como en si en el medio no hubiera suficientes problemas para resolver, ni asuntos que corregir para que más allá de las ensoñaciones del marketing político, los ciudadanos sientan que a quienes eligen son sus verdaderos representantes y no los nuevos afortunados de eso que en los últimos tiempos ha dado en llamarse, despectivamente, "la casta".

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