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Animarse a dejar de raspar la olla en Mendoza

El debate electoral del año próximo no puede evitar poner sobre la mesa cómo dar un verdadero salto cualitativo capaz de modificar en serio esta medianía de bolsillos flacos y frustradas expectativas. De lo contrario, todo seguirá más o menos igual por cuatro años más. ¿Nos animaremos?

07/10/2022 10:21
Víctor Fayad defendió el Presupuesto 2023
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Por Luis Abrego

Recién llegado de una misión comercial en Brasil, donde buscó impulso para sectores disímiles de la economía provincial como son el turismo, la metalmecánica, la vitivinicultura o las sales de potasio, Rodolfo Suarez presentó lo que será el último presupuesto de su gestión antes de entregar el mando el 10 de diciembre de 2023.

El viaje del gobernador supone la casi desesperada obsesión que tiene el Ejecutivo de alternativas a la restricción de las cuentas públicas, producto del estancamiento de la economía frente a un Estado que por el crecimiento vegetativo de su población debe aumentar sus servicios básicos. Pero también, de la flagrante discriminación que Mendoza sufre por parte del Gobierno nacional en la provisión de partidas por fuera de la coparticipación, que limita sustancialmente el margen de acción.

Para colmo de males, la Provincia debe hacer frente al pago de deuda contraída para cubrir el efecto de malas administraciones locales que oportunamente pusieron énfasis indiscriminado en el gasto, bajo la impronta de concepciones populistas que -se sabe- son pan para hoy y efectivamente, hambre para mañana. Un mañana que ya es hoy. Sólo en 2023 Mendoza debe hacer frente al vencimiento de obligaciones por más de 120 millones de dólares.

Y es allí donde la frazada empieza a quedar chica. Porque ante la imposibilidad en el corto plazo de ampliar la matriz productiva (seguir sin explotar recursos naturales con un piso de pobreza del 40% es verdaderamente imperdonable) y que, sí o sí, se necesite endeudamiento para encarar cualquier obra que implique una mejora (desde la provisión de agua potable a la ampliación del Metrotranvía), dan cuenta de la encrucijada que esto supone para quien tiene la responsabilidad de administrar la Provincia.

Eso, sin considerar que la inflación y el dólar en Argentina sigan complicando cualquier previsión posible: desde las paritarias para el sector público a las licitaciones o las cotizaciones de los proveedores. Aquí, Mendoza sigue el libreto oficial de Alberto Fernández: dólar a 270 e inflación del 60% para el año próximo. Poco creíble, pero el silencio peronista lo hace posible.

Al menos por un tiempo, ya que este próximo 2023 será un año electoral y las especulaciones (siempre presentes) ahora se multiplicarán como efecto del propio juego de la política con sus simplificaciones y mezquindades. Por más que la pauta de gastos propuesta refleje equilibrio fiscal y hasta la baja de algunos impuestos para impulsar al sector privado.

Tal vez por eso, y cansado de tantos rechazos, Suarez no incluyó en esta ocasión en su proyecto de Presupuesto la necesaria autorización legislativa para refinanciar en mejores plazos o condiciones deuda vieja. Lo que se conoce como roll over, que el peronismo ha retaceado con extremado celo, tanto a Alfredo Cornejo como al propio Suarez.

La alternativa resulta aún más polémica para la oposición y promete dar batalla legislativa y hasta judicial si lograra imponerse la interpretación que el Gobierno expresa al entender que la ley de Administración Financiera los habilita a tomar deuda en pesos para pagar obligaciones en dólares, y de paso, eludir esa atribución de control que el peronismo ha ejercido con rigor.

Lo cierto es que la disputa electoral del año próximo ya empezó a dirimirse en la Legislatura con la discusión de la pauta de gastos y hasta amenaza a extenderse luego de su debate y eventual aprobación o rechazo. Como una manera de ratificar que en estos días toda diferencia política necesariamente termina de dirimirse en Tribunales.

Así, escasos de fondos, pero también de ideas superadoras que nos permitan imaginar un futuro menos pesimista, deberemos conformarnos con seguir raspando la olla. Claro, salvo está, que la audacia y la decisión de la dirigencia produzca acuerdos básicos para generar riqueza, fuentes de empleo y mejores horizontes para el desarrollo de los mendocinos.

El debate electoral del año próximo no puede evitar poner sobre la mesa cómo dar un verdadero salto cualitativo capaz de modificar en serio esta medianía de bolsillos flacos y frustradas expectativas. De lo contrario, todo seguirá más o menos igual por cuatro años más. ¿Nos animaremos?

 

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