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Al dinamitar el sistema, Milei atenta contra sí mismo

¿Será el presidente capaz de encapsular sus creencias en pos de hacer viable y efectivo su gobierno? O por el contrario, ese fundamentalismo teórico, ese campo de pruebas liberal-libertario que es hoy el país, puede desmadrarse como esos experimentos cuyas variables se escapan de las condiciones controladas.

17/02/2024 11:04
Javier Milei
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En lo que pareciera una continúa maratón de exabruptos que apuntan desde la oposición hasta Lali Espósito, Javier Milei sacudió con sus declaraciones esta semana en Italia, donde repitió algunas de las consignas desparramadas en campaña y que le valieron llegar a la Casa Rosada.

Pero bien vale detenerse en sus palabras, en tanto y en cuanto expresan de manera descarnada lo que su plan de gobierno comienza a plasmar pese a no lograr acuerdos políticos valederos.

El periodo de sesiones extraordinarias concluyó sin que el Gobierno hubiera podido aprobar ninguno de los 14 proyectos que envió al Congreso. Un síntoma de incapacidad que debería modificar conductas.

Pero al contrario, el Presidente se repite en algo así como un sincericidio desde el anarco liberalismo que profesa y que parece contradictorio con el rol institucional que ocupa en la primera magistratura de la República. 

En Europa, y lejos del día a día de los sufrientes argentinos, sin medias tintas (ni tampoco razonamiento) el Presidente aseguró que "el Estado es una organización criminal que detesta". 

De haber pensado esa expresión, Milei se hubiera dado cuenta que -de ser así- entonces él está al frente de una organización criminal, algo así como un capo mafia superlativo. Un claro sinsentido que su ceguera ideológica lo lleva a reproducir como tamaña barbaridad.

Pero no sólo eso. Luego de proclamar su obvio desprecio por el Estado, Milei aseguró que su misión (y el motor de su ingreso a la política) es para "dinamitar el status quo" que "los políticos corruptos" establecieron para esquilmar a los ciudadanos. Una postura que ya le cuesta el pedido de una investigación judicial de un grupo de diputados que se sienten agraviados por esa imputación presidencial.

Como se ve, todo pérdida de tiempo en torno a las formas y poco sobre el fondo de una economía crujiente para asalariados y profesionales, pero especialmente para los jubilados. Algo así como la entronización absoluta del ajuste y el mercado (una decisión a la que apunta con la liberación de los precios de las prepagas de salud o de las cuotas de los colegios privados, pero también la suspensión de la obra pública y que va en camino de replicar en las tarifas de los servicios públicos). 

En otro tramo de la entrevista que mantuvo con el periodista Nicolas Porro del programa Quarta República de la tevé italiana, Milei aseguró que "la única función del Estado es la defensa, la seguridad y la Justicia". Es decir que la salud, la educación, la vivienda, la previsión social no parecen formar parte de lo que considera debe ser el Estado.

Es decir que si el plan que Milei expresa llegara a cumplirse en su totalidad, el Estado ya dinamitado finalmente desaparecería, y con él, hasta el rol que el mismo Presidente ocupa. Otro absurdo mayúsculo.

Frente a tales definiciones, otras, tal vez más habituales en sus apariciones públicas en el país parecen en extremo folclóricas, como su reiterados ataques a lo que denomina como "la casta" con opiniones como que "los políticos corruptos tienen tomado al Estado" (ese mismo que ahora depende de él y por el que en muy poco tiempo deberá rendir cuentas -como sucede en Argentina- sin derecho a inventario).

Es tan burda la argumentación presidencial que -como dijimos más arriba- ni siquiera es capaz de advertir en su catarata discursiva que al bombardear al Estado, Milei se inmola en nombre de una libertad en abstracto. 

Sus constantes ataques al mismo poder estatal que administra se suceden como goles en contra de un arquero inexperto, pero también temerario.

Un audaz vociferador que transmite zozobra a su equipo aunque asuste a los rivales y desoriente a los espectadores.

¿Será Milei capaz de encapsular sus creencias en pos de hacer viable y efectivo su gobierno? O por el contrario, ese fundamentalismo teórico, ese campo de pruebas liberal-libertario que es hoy el país, puede desmadrarse como esos experimentos cuyas variables se escapan de las condiciones controladas.

La política ha sido reiterativa en advertencias que lejos de escucharse parecen envalentonar aún más al elenco oficial.

Días atrás el respetado historiador económico Pablo Gerchunoff aseguró que "nada es más difícil que reformar la economía y la sociedad desde un Estado que el propio gobernante prefiere débil". Por eso, nada parece ser previsible cuando el jefe de Bomberos tiene impulsos piromaniacos.

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