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Lorenzetti: De espiado a cacerolero

31/05/2020 01:00
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Tinelli lo twiteó a gritos: “fui uno de los espiados durante el macrismo”. El no está en “esta” lista que fue denunciada desde la actual dirección de la AFI, pero sí en otra u otras. A él le tocó que no fuera la AFI, sino la toma de sus datos en la AFIP. Tinelli atribuyó la acción a Jaime Mecilovsky, un controvertido personaje que respondía a Carrió, y que en algunos momentos tuviera también tensiones con los mismos macristas.

El listado de la AFI es apenas una punta del iceberg, pero no deja de ser pasmoso: legisladores kirchneristas (Tailhade, por ej.), intelectuales entonces opositores (Forster), políticos nac and pop (Sabatella, Gabriela Cerrutti). Pero también legisladores del mismo macrismo (Massot, Monzó), periodistas totalmente “amigos” (Majul), y varios políticos de la UCR (Negri, Sanz).

Lorenzetti no aparece en esta lista, pero sí se denunció su persecución cuando el macrismo. El era de los blancos preferidos de Carrió. Funcional a ese gobierno y de un claro antikirchnerismo, sin embargo su personalismo lo llevó a estar en la mira de la entonces diputada, quien políticamente debiera haber sido su aliada natural. No le fue tan bien a Lorenzetti en esos tiempos: el gobierno de Macri prefirió a Rosencrantz para dirigir la Corte, un hombre directamente ligado al poder económico, y que sabe actuar en función corporativa.

Lo cierto es que Lorenzetti no pierde sus ambiciones de ser presidente (soñaba con la sucesión presidencial de una Cristina que él quería presa). Y de tal modo, ha decidido volver a la escena política. ¿Cómo? Convirtiéndose en líder “anticuarentena”. Con una imaginaria cacerola en la mano, el ex jefe de la Corte Suprema salió a hacer aparatosas defensas de “la libertad” y de los derechos supuestamente afectados de los ciudadanos, al ser planteada la necesidad del aislamiento preventivo. Extraña preocupación de parte de alguien que, ni siquiera habiendo sido uno de los espiados él mismo, cuando esto fue ventilado en tiempos macristas no tuvo la actitud de enfrentar ni denunciar. El espionaje ilegal, parece, no es una forma de violentar derechos ciudadanos: pero sí lo sería proteger a la población de la pandemia.

Todos los que algo saben de política, sabían del espionaje macrista. Las insólitas filtraciones de llamadas telefónicas de la dos veces presidenta y de Parrilli, la humillante videograbación de Boudou en pijamas en su casa allanado a hora del desayuno, las conocimos todos por televisión. Eran ilegales: había sido ilegal tomarlas, ilegal hacerlas circular, ilegal difundirlas. Ningún problema, se disimulaba y mostraba todo esto como si fuera natural. La Corte Suprema calló de manera ominosa y lamentable: Lorenzetti la dirigió un tramo de ese tiempo, y formó parte de ella durante todo el lapso.  

Ahora Lorenzetti es un súbito “libertario”, como se llaman a sí mismos los ultraliberales. Fueron pocos en la convocatoria a Plaza de Mayo la última semana, pero aspiran a ser más: ya han logrado presencia mediática. Claro que no todo es armonía entre los que salen: no sólo dicen cualquier cosa, de modos por completo contradictorios entre sí (“el virus no existe” –sic-, “no negamos que el virus exista pero no mata mucha gente”, “es mentira lo de los muertos en Estados Unidos”, “no muere nadie en nuestros hospitales”) sino que a las declaraciones insensatas les agregan el antagonismo entre ellos: los pronazis de Biondini increparon a los admiradores de Milei, y casi se agarran mutuamente a golpes: “A todos esos los paga la CIA”, denunció un pronazi. Quizá así no sea, pero seguro la CIA estará contenta con liberales que confunden al autollamarse “libertarios” cuando, en verdad, siguen a los mandatos del mercado.

Lorenzetti se suma al coro contracuarentena, y a las pesadas consecuencias que el mismo acarrea. Argentina se ha salvado –al menos hasta ahora- de ser Brasil o Chile, sólo gracias a mantener las medidas de cuidado, aislamiento y distanciamiento. Donde puede flexibilizarse la cuarentena se lo está haciendo (Mendoza es un caso), nadie quiere el encierro por sí mismo. Pero en la zona Metropolitana la peste crece a gran velocidad. Y si bien sobre todo afecta a los más pobres, no sólo a ellos afecta. No se está a salvo por vivir en Tigre, o refugiarse en los countries. En fin: todos esperaríamos una reflexión más madura e integral de parte de quien fue jefe de la Corte Suprema. Pero no será la primera vez que sectores del Poder Judicial nos decepcionan en los últimos años.-

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