En casi todas las manifestaciones de la sociedad en estos momentos hay como una proyección hacia el futuro. Hay algunas predicciones tecnológicas que alientan y otras que dan miedo. Sin embargo el pasado también extiende su llamado y lo escuchamos
Por Jorge Sosa, Redacción Jornada
La pandemia es uno de ellos, y todos nos hace regresar a aquellos momentos en que el mundo fue azolado por distintos bichos. Fueron muchas las pandemias que debió soportar la humanidad. Basta citar a la “peste negra” que comendó en el sigloXIV. Después del último brote la también llamada “peste bubónica” volvió a Europa. Comenzando en Asia la enfermedad alcanzó el Mediterráneo y Europa occidental ene 1348 y mató a veinte millones de europeos en seis años, una cuarta parte dela población total y hasta la mitad en las zonas urbanas.
El “tifus” fue la enfermedad en tiempos de guerra y ha sido llamada algunas veces “fiebre de los campamentos”. Tuvo su primer impacto en Europa en 1489. Mató a millones de personas.
Hemos regresado a aquel pasado de terror y si bien tenemos con qué combatirlo, las vacunas están por ponerse en funcionamiento, el desamparo de la población sigue siendo parecido al que sufrieron en aquellos momentos devastadores.
El pasado nos llama, pero también nos llama en cosas simples, de todos los días. Es increíble el aumento de los ciclistas en esta época, ese es otro remedo del ayer. La querida bicicleta que era una noble recreación se ha transformado en medio de transporte para miles de personas. La venta de esos adminículos ha sobrepasado los cálculos más optimistas y siguen en aumento. Es como un furor que nos ha agarrado por la bici.
La bicicleta, coloquialmente llamada bici (también denominada con diferentes apodos en Hispanoamérica, por ejemplo: cicla o ciclo en Colombia, en Cuba chiva, en Argentina y Uruguay bici, en México cleta, bici, bicla, baika, rila o birula y en Chile cleta o cicla), es un vehículo de transporte personal de propulsión humana. Es impulsada por el propio viajero, que acciona el vehículo con el esfuerzo muscular de las piernas, en particular mediante pedales o manivelas. Sus componentes básicos son dos ruedas, generalmente de igual diámetro y dispuestas en línea, un sistema de transmisión de pedales, un cuadro que le da la estructura e integra los componentes, un manubrio para controlar la dirección y un asiento pequeño para sentarse.
La paternidad de la bicicleta se le atribuye al barón Karl Drais, inventor alemán nacido en 1785. Su rudimentario artefacto, creado alrededor de 1817, se impulsaba apoyando los pies alternativamente sobre el suelo.
Pues desde la bicicleta el pasado nos llama, ha dejado de ser un instrumento de ocio para transformarse en un medio de transporte.
Fácil de dominar y con pocos inconvenientes, una rueda pinchada una cadena que se escapa, lo demás es simple y está significando una vuelta al pasado.
No todo es de lo que viene en esta época, lo que hace tiempo existió aún perdura ya sea para mal o para bien. La bicicleta, sin duda alguna, ha vuelto para quedarse y esa es una buena noticia.
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