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Suarez anticipó que “Cornejo, Cobos y Sanz pueden ser candidatos en 2021”

10/10/2020 11:11

Así lo manifestó en una entrevista concedida al periodista Jorge Fontevecchia en diario Perfil.

El gobernador Rodolfo Suarez anticipó que Alfredo Cornejo, Julio Cobos y Ernesto Sanz pueden ser candidatos en las elecciones legislativas de 2021. “Llevar a Julio y Alfredo encabezando las listas sería algo muy interesante”, manifestó en una extensa entrevista concedida al periodista Jorge Fontevecchia en diario Perfil. También habló de la pandemia, Portezuelo del Viento, la relación con la Nación, la minería y su trayectoria personal, entre otros puntos.

La entrevista

—¿Mendoza es más republicana en promedio? No tiene reelección a gobernador y aplica una orientación económica más ortodoxa.

—Los mendocinos nos vanagloriamos de la institucionalidad de nuestra provincia. Las causas pueden ser diversas. Muchos lo explican por la cuestión de que no hay reelección a gobernador. Es algo que impidió el caudillismo a lo largo de los años, que no haya caciques, que alguien se perpetúe en el poder. Hay una renovación permanente del gobernador. A partir de 1983 hay una alternancia entre gobiernos justicialistas y radicales que también fue buena para la institucionalidad. Todo lo que tiene Mendoza es a raíz de muchísimo esfuerzo, dada la naturaleza. Es un desierto, solamente el 3% es aprovechable. Es el lugar al que llega ese recurso escaso que es el agua. Esfuerzo e institucionalidad es lo que define a Mendoza. De hecho, propiciamos una reforma de la Constitución de la provincia, que tiene ya cien años. La base está en el sostenimiento de la no reelección del gobernador.

—Mendoza renueva el año próximo cinco bancas de diputados, de ellas tres de Juntos por el Cambio. También, junto con Córdoba y Santa Fe, senadores.

—Es así. Es lo que se renueva el año que viene. Más allá de la proyección, también hay que preguntarse en qué condiciones se harán esas elecciones, qué permitirá la pandemia. El calendario electoral está dado por esa elección nacional, pero también por la elección de legisladores provinciales. El gobernador tiene la facultad de unir esas elecciones, de hacerlas simultáneas o de diferirlas para otra fecha que está establecida por ley, que ya es a comienzos de 2022. Vamos a ir viendo qué ocurre con el país, con la pandemia, en materia sanitaria. Veremos si habrá PASO o no. En el espacio político al cual represento tenemos dirigentes altamente calificados, como Alfredo Cornejo, Julio Cobos o Ernesto Sanz. Tenemos una oferta electoral realmente interesante para los mendocinos. En una elección intermedia se plebiscitan las gestiones, siempre se trata de eso. Estamos muy entusiasmados con cómo estamos llevamos adelante la situación. El espacio se llama Cambia Mendoza, el reflejo de Juntos por el Cambio a nivel nacional. Cambia Mendoza tiene más partidos que Juntos por el Cambio, es más amplio, hay otros partidos provinciales que lo integran. Desde hace tiempo hay austeridad en el manejo de la cosa pública, equilibrio fiscal, y el entendimiento de que lo que administramos son bienes de la gente. Estamos bien posicionados en la sociedad mendocina y eso se refleja en las encuestas.

—Renueva Julio Cobos, que concluye su mandato, y por el otro lado está Anabel Fernández Sagasti, que es una de las fundadoras de La Cámpora a nivel provincial que también renueva; una competencia entre ellos sería muy convocante.

—Tenemos para hacer una oferta electoral muy interesante, tanto con Julio Cobos como con Alfredo Cornejo, que también puede llegar a ser candidato. Hay una dirigencia muy calificada en Mendoza, muy bien ponderada por la población. Estamos muy confiados en lo que pueda ocurrir el año que viene. Es muy difícil hacer pronósticos electorales a tan largo plazo, pero percibimos que en Mendoza hay un acompañamiento a estas políticas que comenzaron con el gobierno de Alfredo Cornejo en el año 2015. En la provincia hubo cambios muy importantes que la gente valora. En este gobierno les estamos dando continuidad.

—¿Cornejo podría ser candidato a senador y cambiar de Cámara?

—Es probable. Vamos a jugar una elección muy importante. No solo para la provincia; también lo será para todo el país. Allí uno tiene que poner los mejores jugadores. No estoy diciendo que Alfredo Cornejo vaya a ser candidato, pero sí existe la posibilidad. Hay muchas voces que lo piden en Mendoza. Son temas para hablar más adelante. La agenda actual tiene que ver con administrar esta pandemia, la enorme cantidad de problemas nuevos, inéditos, que tenemos a diario, por eso es impensable el tema candidaturas. Lo hago solo a título de análisis.

—Entre los dirigentes mencionaste a Ernesto Sanz.

—Ernesto Sanz manifestó hace poco su intención de volver a la política, pero aclaró que no tiene aspiración de cargo alguno. Es alguien a quien consulto permanentemente. Ernesto es una persona con una visión de la política nacional muy interesante. A mí me ayuda mucho. Bienvenida sea esta vuelta.

—Hay que presentar candidatos a senadores y candidatos a diputados. El primer candidato a diputado y los dos senadores serían los tres cargos más importantes. ¿Es posible que coincidan Cobos, Ernesto Sanz y Cornejo como candidatos?

—Sería un gran equipo. Yo aspiraría a algo en esos términos. Llevar a Julio y a Alfredo encabezando listas realmente sería algo muy interesante.

—Y además está Anabel Fernández Sagasti, fundadora de La Cámpora en Mendoza. A los 27 años, diputada; a los 31, senadora; discípula directa de Cristina Kirchner.

—Competí con ella en la elección. Fue candidata a gobernadora, ganó unas elecciones primarias del peronismo. Es una fiel representante de lo que es La Cámpora, el kirchnerismo. Es una persona joven. No me compete a mí analizar quién es o no. Intento trabajar muchos temas, los posibles con la Nación. A veces tenemos resultados, a veces no. No es una situación ideal para gobernar. No solo por la pandemia, sino también por la crisis macroeconómica. Además, pertenezco a un espacio político distinto del gobierno nacional, con lo cual no cuento con sus preferencias. Intento no hacer declaraciones públicas con críticas rimbombantes. La idea es hacer un trabajo perseverante de reclamo para mejorar la situación de la provincia. Tengo diálogo directo con Wado de Pedro, hablo con Santiago Cafiero. También lo hice con el Presidente, con Julio Vitobello, el secretario General de la Presidencia. Tengo un diálogo en función de conseguir recursos para las provincias en este momento tan difícil. Las herramientas económicas que tenemos son escasas. No podemos emitir. Dependemos mucho de la Nación.

—Alberto Fernández adelantó que no financiaría lo que en Mendoza se considera “la obra del siglo”, en referencia a la represa de Portezuelo del Viento, que está en proceso de licitación. ¿Hay tensión entre el gobierno nacional y el de Mendoza?

—Esas declaraciones el Presidente las hizo en la provincia de La Pampa. Con el transcurso de los días se vio que no es así, porque hay un acuerdo entre la provincia de Mendoza y el gobierno nacional que viene de la época de Néstor Kirchner como presidente y Julio Cobos como gobernador. Hubo un reclamo que hizo la provincia de Mendoza a la Nación por perjuicios en materia de promoción industrial. En ese contexto se convino que Nación haría la obra Portezuelo del Viento. En un momento, la haría directamente Nación: luego, a través de un sistema público-privado. En la gestión anterior, el gobernador Alfredo Cornejo y el presidente Mauricio Macri firmaron un convenio que es un acuerdo dentro del litigio que está en la Corte, por el que Nación va a entregar 1.023 millones de dólares a la provincia para que haga la obra. A partir de las declaraciones del Presidente, Nación pagó las cuotas, que son trimestrales. Seguimos adelante el proceso licitatorio, porque es una obligación de la Nación. No es que financie la obra. Es una obligación con la provincia, porque ingresaría en un default. Nación no quiere llegar a eso. Estamos en este momento en el proceso licitatorio, más allá de que sabemos del problema con La Pampa. Apostamos a la sensatez. Es una obra que permite generar energía limpia, acumular agua, algo muy provechoso para la provincia de Buenos Aires, que ganará más de 70 mil hectáreas para cultivos. Lo que hacen los países del mundo es acumular el agua cuando es escasa. Está en el ánimo de todos concretar la obra.

—Mendoza es la provincia menos amigable al kirchnerismo: Juntos por el Cambio tiene a su favor una diferencia incluso mayor que en Córdoba. ¿Genera eso tensión con el gobierno nacional?

—Es una realidad de las encuestas. El mendocino tiene incorporada la institucionalidad. Eso produce un rechazo a esas políticas que tienen que ver con temas que están pasando ahora a nivel nacional que se dirimen en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Eso tiene un correlato en las encuestas.

—También trasciende a Mendoza porque hay un cordón centro: Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, que vota generalmente de la misma manera: últimamente en contra del kirchnerismo y algunas veces contra candidatos peronistas a nivel nacional.

—En nuestro país muchísima gente vive del Estado, sacando la situación de la pandemia y todas las ayudas del gobierno nacional. Es algo no atribuible a un gobierno, sino a muchos y desde hace años. Mucha gente vive del Estado, sin trabajar. Pero estas provincias son productivas. No vivimos solamente de la coparticipación nacional, tenemos que producir, generar riqueza para subsistir. Es nuestro común denominador. Otras provincias viven prácticamente de la coparticipación nacional. No son particularmente productivas, y predomina el clientelismo. Ese puede ser uno de los motivos. Así, hay un patrón a la hora de votar que va en ese sentido. En Mendoza todo cuesta, es escaso. Por las políticas macroeconómicas estamos con índices de pobreza y de desocupación, tenemos que luchar contra eso. El gran desafío de los argentinos es tener un país productivo, que le venda al mundo, generar dólares genuinos, tener un Estado más chico, más inteligente, más eficiente. Este es el eje de nuestro discurso. El gobierno de Alfredo Cornejo terminó con 10 mil empleados públicos menos. En el tiempo que llevamos de gestión ya tenemos 1.500 empleados menos. Jubilaciones sobre las que no se vuelve a nombrar gente, para volcar eso al sistema productivo real. Son conceptos que tienen que ver con lo que entendemos como Estado y lo que tiene que ser un país. También el desarrollo de una provincia.

—¿La cercanía con Chile, y específicamente con Santiago, la capital, produce un ecosistema cultural/político más afín?

—Los mendocinos decimos que cuando vamos a Chile somos muy respetuosos de las normas. Y vamos mucho hacia allí: tenemos el mar, Santiago, muy cerca. En Chile basta que un peatón ponga un pie en la calle para que todos los autos se detengan. Los chilenos cuando vienen acá no respetan tanto esas normas. El contexto algo termina influyendo. Cuando fui intendente de la ciudad de Mendoza, mi cargo anterior, dictamos un código de convivencia que hace que las conductas sean distintas. Nosotros vemos Chile, su desarrollo económico, más allá de los problemas que también tienen en cuanto a pobreza y exclusión. Es esa cultura del esfuerzo, del respeto por las normas, que tiene que ver con la institucionalidad. Hicimos muchos cambios, pero debe haber muchos cambios más. Propiciamos la reforma de la Constitución para bajar el costo de la política. Incluimos una cláusula de responsabilidad fiscal que significa simplemente que no se pueda gastar más de lo que uno tiene, de eliminar la elección de medio término, de manera que la dirigencia política no esté pensando permanentemente en las elecciones y se concentre más en la gestión.

—¿El esfuerzo genera una cultura distinta?

—Una experiencia puede servir de ejemplo. Cuando asumí el gobierno, y aun en la campaña, dije que hay que dar los debates estructurales que necesita una sociedad para que las cosas cambien. Uno de esos debates estructurales, tiene que ver con cambiar la matriz productiva de Mendoza. Por eso propiciamos el cambio de una ley claramente antiminera. Fue una de las primeras medidas que tomamos y realmente tuvimos una reacción adversa de la población. La gente salió a la calle en contra de este cambio a la ley, motivada por el discurso ambientalista. Decían que al abrir una canilla de agua saldría cianuro, exageraciones. Nosotros veíamos que del otro lado de la cordillera, en Chile, producen muchísima riqueza y mejor calidad de vida para su población. Ese enorme potencial minero que tiene Chile es explotado. Nosotros lo tenemos y no lo explotábamos… Pero, como dijimos que sobre todas las cosas hay que escuchar a la población, y que estas medidas tienen que tener consenso social, no pudimos avanzar. Fue una experiencia personal dolorosa, porque uno busca cambiar esta matriz productiva para que la gente tenga mejores salarios y viva mejor. Las cosas se pueden hacer bien, como en muchos lugares del mundo. Hay ejemplos en Australia, Canadá, con todos los controles del Estado. Cuando se finaliza, el lugar debe ser mejor que al principio. Pero es un ejemplo que marca diferencias con Chile.

—La nueva Ley de Minería, apodada peyorativamente “la ley del cianuro”, después de semanas de violentas protestas tuvo una marcha hacia atrás. San Juan y Catamarca tienen una utilización más intensiva de la minería. ¿Por qué se da esa diferencia entre Mendoza y las provincias andinas de más al norte?

—Hubo un movimiento ambientalista muy fuerte, a veces ni siquiera de acá. Hubo una gran movilización, que no solamente involucraba a ambientalistas; se movilizaba gente que no tenía trabajo, desocupados, jóvenes. Recordemos que cuando ocurría esto, en diciembre de 2019, también pasaba en Chile. Había movimientos muy importantes de violencia en la vía pública. Había un ambiente propicio. Nos sorprendió, porque no solamente fue votado por el espacio al que pertenezco sino también por el Partido Justicialista. No menos del 90% de la población estaba representada en el apoyo a esta ley. La dirigencia entendió su necesidad. Pero hubo movimientos muy fuertes. Es muy difícil combatir contra el miedo. La gente creía que el cianuro iba a salir por la canilla, que no podría tomar más agua. Lo que planteábamos era hacer las cosas bien. Con las regalías obtenidas por la minería se hubiera podido optimizar el riego en Mendoza. La tecnología es el único medio para cuidar el recurso escaso que es el agua. No se puede regar por surcos, significa regar en la tierra, largar el agua; hay que hacerlo por goteo; en muchos lugares de la provincia se sigue desperdiciando el recurso. Queríamos promover ese círculo virtuoso. No se pudo, porque realmente las protestas callejeras fueron masivas. Priorizamos la paz social en un contexto muy complicado.

—Alberto Fernández se manifestó a favor de desarrollar más la minería. ¿Hubo algún sector del arco político que votó en contra de la ley?

—Un sector de la izquierda votó en contra, el partido Protectora. Ahora prácticamente se dividieron, no sé en qué situación está ese partido. No tiene más de dos legisladores.

—¿Anabel Fernández Sagasti se manifestó a favor?

—Sí. Durante la campaña. Coincidimos en que era una salida económica importante para los mendocinos. Es un hecho de estudio cómo de repente el miedo caló en la gente. Muchos se ocuparon de que ese miedo existiera. Fue una discusión que se perdió en la opinión pública. Para nosotros era importante el consenso. Dije que había que hacer esto y rápido en cada radio, en cada pueblo. Cuando el 40% de población está bajo la línea de pobreza hay que generar riqueza. No hay magia. Es un debate que seguirá en los próximos años. En mi gobierno es un tema cerrado. Habrá que ver más adelante si alguien o algún otro nuevo representante lo puede rever.

—¿Qué te sugiere que la principal empresa industrial de Mendoza, Impsa, haya tenido que cambiar a sus accionistas por no poder hacer frente a su endeudamiento?

—Impsa es una empresa icónica, no solamente para Mendoza; también lo es en toda la Argentina. Es una empresa multinacional con tecnología de punta. Lamentablemente tuvo años malos que la llevaron a la situación que describís. Tenemos mucha esperanza en que resurja. Es una de las empresas que componen la UTE que se ofrece realizar la obra de Portezuelo del Viento. Hay que ayudarla. Hay más de 750 familias que trabajan. Desde aquí compite con las grandes empresas mundiales. Queremos estar a su lado. Es una empresa muy importante para Mendoza. Me genera dolor y angustia por lo que está pasando.

—¿Pagó el costo de ser discriminada por el kirchnerismo con la obra pública durante doce años?

—Se señala como un motivo. A Impsa le fue muy mal durante la gestión kirchnerista anterior. También le fue mal en una obra que llevaba en Brasil. No conozco en detalle las causas de la situación de Impsa. Pero se dice que una fue que no ganó ninguna licitación en todo ese período.

—Tuviste otra controversia con el presidente Fernández a raíz de los datos del coronavirus en la provincia. Mendoza terminó siendo una de las pocas provincias que supera los 10 mil contagios. ¿Cuál es la situación actual?

—El Presidente dio una conferencia de prensa en la que mostraba una curva que se disparaba en Mendoza cuando se pasó de la ASPO a la Dispo, el distanciamiento social preventivo y obligatorio. Pero nosotros ya estábamos en Dispo dos meses antes de esa fecha. Comenzamos a abrir la economía en Mendoza desde un principio. Sostuvimos que la cuarentena estricta no ayuda a lo largo de todo este tiempo. Es un debate que dimos con el gobierno nacional. Lo hicimos en cada reunión de gobernadores con el Presidente. Desde mayo, la economía funciona en Mendoza prácticamente en todos los rubros. Fuimos los primeros en empezar con la obra privada, los restaurantes, los shoppings. Nunca paró esto. Tuvimos casos, como el resto del país; pero funcionó en forma permanente el comercio, las profesiones liberales. Desde que en una conferencia de prensa se estableció que se podía salir a 500 metros, la gente puede practicar, salir a correr, a caminar. Hay bastante libertad en Mendoza, y sostenemos esta política que ayuda a que mucha gente mantenga su trabajo y que la caída no sea tan fuerte. Tuvimos muchas discusiones con el gobierno nacional.

—¿Cómo cae el PBI en Mendoza respecto del promedio nacional?

—Es una cuenta que sacaremos con el tiempo, que tiene que ver con la recaudación. Amortiguamos la caída del producto con el funcionamiento de la economía. Pero es una economía que funciona con muy bajos niveles de consumo. Nuestra productividad tiene mucho que ver con lo que ocurre en AMBA. Al no haber consumo en AMBA, se dificulta directamente al resto de las economías regionales. Y mucho más cuando es dificultoso llevar adelante lo referido a exportaciones. Los comercios están abiertos, los restaurantes también; pero funcionan con un bajo nivel de consumo. Detuvimos la caída de la cuarentena estricta, subimos un poco y ahora estamos amesetados.

—Tuviste que estar en aislamiento por un caso de coronavirus cercano; lo tuvieron la ministra de Cultura y Turismo, Mariana Juri, y el subsecretario de Información Pública, Pablo Sarale.

 —Las balas picaron cerca. Son dos colaboradores muy próximos, decidimos establecer un protocolo intenso. En Mendoza apostamos mucho a la conciencia ciudadana. Un problema tan grave no se combate con reglas tan simples como el distanciamiento social. La conciencia individual dejó de ser individual, todos tenemos que tener una conciencia colectiva: lavarnos las manos, usar el tapabocas, respetar las normas. Yo soy el número uno en respetarlas. Me aislé hasta que el hisopado dio negativo. En Mendoza tenemos un sistema de números de documentos para circular, cada uno circula el día que le toca para ir al supermercado, ir a un restaurante, al shopping, salir a jugar al tenis, practicar deporte. Hay un alto grado de acatamiento en ese sentido porque la solución, como lo decimos siempre, no es la cuarentena estricta sino tener conciencia de estas normas. Hay que cuidarse.

—Tu mentor político fue Víctor Fayad, que estaba enfrentado en la interna con Julio Cobos. ¿Cómo es tu relación con el ex vicepresidente?

—Siempre estuve al lado de Víctor Fayad, que representaba a una de las líneas internas de Mendoza. No era la misma línea de Cobos ni tampoco era en la que estaba Alfredo Cornejo. Yo acompañé a Fayad. Terminé el año de intendencia ante su fallecimiento, restaba un año. Les planteé a Cornejo, a Cobos, a todos, que veníamos de perder dos elecciones a gobernador por los problemas internos del radicalismo. Si nosotros sabíamos y aprendíamos a administrar nuestras diferencias, podíamos gobernar esta provincia. Así que a partir de ahí hay un diálogo constructivo entre Cobos, Cornejo, quien les habla, Ernesto Sanz, Mario Abed, el vicegobernador actual; administramos las diferencias y ese internismo radical que nos hizo perder tantas elecciones. Me siento apoyado por los ex gobernadores, como Alfredo Cornejo, Julio Cobos, Roberto Iglesias. Son fuente de consulta. Tenemos hoy una relación armónica.

—Ingresaste a la política electoral recién en 2010, con 47 años. Tu amigo Víctor Fayad, de quien eras abogado, te pidió que te sumaras como candidato al Concejo Deliberante. Durante dos décadas fuiste asesor jurídico y letrado del Legislativo provincial. No habías soñado con ser gobernador hasta entonces.

—Es así. Mi actividad principal fue el ejercicio de la profesión de abogado, en muchas ocasiones vinculado al Estado como asesor. Hasta 2010. Allí me presenté como concejal. Víctor Fayad me pidió que encabezara la lista. Fui cuatro años concejal, después fui a la reelección y transcurridos dos años y medio fui presidente del Concejo. Cuando Víctor tuvo cáncer y falleció, terminé ese período de la intendencia. Me presenté como candidato a intendente, ganamos esa elección con el 62% de los votos. La goberné durante cuatro años y después fui candidato a gobernador. Esa fue mi carrera política. Vengo de una familia de muchos dirigentes políticos. Tuve un abuelo intendente peronista y otro intendente radical. Uno de mis hermanos fue legislador. Vivo esto con mucha pasión, dedicación y responsabilidad.

—En diez años pasaste de primer candidato a concejal a gobernador de la cuarta mayor provincia de la Argentina; también por la muerte de un amigo. ¿Pensaste en la cuestión del destino durante este lapso?

—Son las cosas de la vida. Y, en este caso, también de la muerte. En la vida hay fortuna, pero también dedicación. Esto me llevó a dejar mi profesión de abogado, a abrazar esta carrera que es el servicio público, a hacerlo con mucha pasión, con mucha responsabilidad. Me hace feliz este trabajo, me gusta mucho. Desde la intendencia hicimos una transformación importantísima de la ciudad. Mendoza tuvo la mayor inversión en obra pública de su historia. Se transformó en una ciudad distinta. Ahora me tocó gobernar la provincia en una situación totalmente distinta: en una pandemia, en un país con una macroeconomía que no encuentra el rumbo, con un gobierno nacional de color político distinto. Circunstancias que ponen a prueba el temple, la vocación y todo lo que significa gobernar.

—Le llevás flores habitualmente a tu mentor y amigo Fayad. Lo hiciste el viernes previo a las elecciones.

—Con Víctor Fayad teníamos un amigo en común, que a la vez era el mejor amigo de él y el mío. Así comenzó nuestra relación. Siempre antes de las elecciones le llevo una flor. También lo hago el Día del Amigo. Lo tengo muy presente. Más allá de la relación política, lo nuestro fue una relación de amistad.

—Fabiana Calleja, tu segunda mujer, se robó todas las miradas durante la asunción. Es profesora de Educación Física. La conociste en el gimnasio.

—Sí. Ella es de Santa Fe, de Venado Tuerto, instructora de esquí. Vino a Mendoza a trabajar. La conocí aquí. Cuando pasó lo de la Ley 7.722 recibí muchos insultos. Pero en las redes siempre la salvaban a ella; para ella había piropos, mientras que para mí había insultos. Tenemos dos hijos. Tengo dos hijos anteriores y dos de esta nueva relación. Ella me acompaña mucho.

 —Un tema fundamental en el Conurbano es la inseguridad. ¿Qué sucedió con la pandemia y la crisis económica con el tema de la seguridad en Mendoza?

—Alfredo Cornejo fue ministro de Seguridad, después candidato a diputado nacional y dejó para volver a ser ministro. Hizo transformaciones importantes en la Policía de Mendoza. Seguimos trabajando en ese sentido. Tuvimos una caída muy grande del delito durante la cuarentena. Cuando volvió la actividad, regresó el delito. En Mendoza tenemos alerta sanitaria. A las 23.30 se impide la circulación; antes, a las 23, tienen que cerrar los restaurantes. Eso nos permite controlar la circulación y, por tanto, el delito. Es uno de los temas más preocupantes para quienes estamos al frente del Ejecutivo. Lo combatimos primero con las reformas judiciales. No es solamente un tema de la Policía, también es de la Justicia. Fuimos contundentes en cuanto a la liberación de presos que no correspondía. Aquí no se liberaron, y levantamos nuestra voz en ese sentido. El delito también se combate con inteligencia, tecnología. Permanentemente incorporamos desde drones, nuevos móviles; equipamos a los policías con los chalecos, las armas que corresponden. En un país con la situación económica como la nuestra, el delito existe. Aspiramos a una sociedad en la que la situación económica no sea un factor que lleve al delito. Tenemos que trabajar para mejorar la situación de las personas. Así también se mejora la seguridad.

-¿Hay tomas de tierra en Mendoza? ¿Los mapuches del sur de la provincia plantearon algunos problemas de tomas?

—En Mendoza no tenemos conflictos con los mapuches. No tenemos conflictos graves en este momento. Sí tenemos conflictos en lo que es el área metropolitana de Mendoza, en el Gran Mendoza. Actuamos en conjunto con la Justicia, la Policía y los municipios con protocolos estrictos para evitar las usurpaciones de tierras. Cuando sucede, los vecinos avisan inmediatamente, o nos avisa un intendente. Enseguida actúa la Policía en forma conjunta con el procurador general de la provincia, con la Justicia, con los fiscales. Actuamos de manera tal de evitarlas. Nos parece una situación injusta para los propietarios de la tierra. A veces no son tierras grandes ni latifundios, son gente que tiene espacios reducidos de tierra. Llevamos una política estricta en esta materia.

—Alfredo Cornejo fue dentro de Juntos por el Cambio la voz más crítica de Mauricio Macri mientras era presidente. Planteó incluso que no debería ser el candidato a presidente. ¿Quién debería ser el líder del espacio? ¿Macri debería correrse?

—Tienen que estar todos. Un ex presidente es muy valioso. Tiene que estar. Pero también tienen que estar Alfredo Cornejo, Horacio Rodríguez Larreta. Hay mucha gente. Hay que ampliar ese espacio, y ampliarse hacia el centro. El centro tiene que ser representado, y ahí necesita de muchas voces. No creo en los caudillismos, no creo en el que se las sabe todas. Tenemos que salvarnos entre todos. Pertenecemos a un espacio político que debe ser más amplio, debemos representar a más argentinos. Es la manera de encontrar el rumbo.

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