El viernes pasado, la Asociación de Industriales Panaderos informó que aumentaba el precio del alrededor de un 20%, en lo que constituye el décimo incremento en lo que va de 2023. Así, el pan de 12 a 15 piezas llegó a los mostradores con un valor sugerido de $1.500.
Se trata del precio que paga el consumidor final, a quien cada vez le cuesta más juntar ese monto sólo para este abnegado producto.
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Pero las dificultades no son sólo para quien lo compra, sino también, para todos los integrantes de la cadena de producción, ya sea el revendedor (que atiende una panadería, un minimarket o cualquier negocio que venda pan), e incluso, y quizás fundamentalmente, para el industrial panadero, el que fabrica el pan.
“Contando todos los costos y gastos no sé si llegamos al 20%, estamos entre un 15% y 20% de ganancia”, reveló en los micrófonos de Radio Jornada, Diego Bonino, que tiene una panadería “sin venta al público”, o sea que provee a negocios que lo venden.
Bonino, que es contador de profesión y dueño de una empresa familiar que inició su padre, Raúl, explicó en el programa “Con peras y manzanas”, que el suyo “es un rubro complicado”, por “el sacrificio que implica” y la escasa rentabilidad. Y explicó cómo se conforma la cadena del precio del pan.
Así se forma el precio
“Una bolsa de harina (de 25 kilos) que hace un mes costaba $7 mil, hoy vale $11 mil”, informó el empresario, añadiendo que para hacer un kilogramo de pan, se requieren unos 900 gramos, lo que hoy implica entonces que sólo en harina, el industrial paga cerca de $400. Dicho de otro modo, la harina constituye el 25% del costo final del pan.
“Después tenemos de impuestos un 21%, lo que significa más de $300, con eso ya tenemos un costo de $700 y pico”, agregó el panadero. “El resto, que es de entre el 50% y el 55% restante, tiene involucrada a la mano de obra por un lado, pero también el pago de los servicios como el agua, y fundamentalmente la luz y el gas" (son muchas horas con hornos de alta temperatura), aunque también en su caso hay que contemplar otros gastos como los que se generan con el reparto del pan.
Estos costos y esta ganancia que no supera el 20%, se dan en una situación “ideal”, sin que se produzcan inconvenientes. “Las máquinas de panadería son herramientas muy caras”, contó Bonino. “Un horno hoy cuesta como una camioneta 4x4”, dijo como para comparar el valor de varios millones de pesos para cada máquina.
Otro punto que complica la vida del industrial panadero, sobre todo en épocas de inflación, es la queja de la gente por los aumentos. “Si alguien va a un negocio y compra una bebida gaseosa y se la cobran con aumento, no se queja. Pero en el caso del pan, suelen decirnos que nadie avisó. Y si no informa la Asociación (de Industriales Panaderos), vamos detrás de la noticia del aumento”, señaló Bonino, atendiendo a que al tratarse de un alimento “tan particular” como el pan, las quejas de los consumidores se hacen sentir mucho más.
Tarea sacrificada
Con respecto al “sacrificio” del rubro de la panadería, Diego contó la anécdota de su padre Raúl, que a pesar de sucesivas crisis logró mantener siempre a flote el negocio familiar.
“Los vecinos solían decirle a mí papá ‘vos sí que andás bien’ y él solía responder: ‘sí, pero yo a las 3 de la mañana estaba haciendo tortitas’”.
Escuchá la nota completa a Diego Bonino acá: