A poco de haber finalizado noviembre de 2020, Javier Mascherano ya había comunicado su decisión de cerrar su carrera como futbolista profesional. Su trayectoria en clubes marcaba pasos significativos en River Plate, Corinthians, West Ham, Liverpool y Barcelona antes de comenzar una despedida anticipada en el fútbol chino integrando Hebei Fortune y luego concretando el retiro en Estudiantes de La Plata.
Aún fresco el duelo por dejar atrás su etapa como futbolista, al ya ex mediocampista central le llegó una propuesta para comandar el Departamento de Metodología y Desarrollo de la AFA desde enero de 2021.
Apenas seis semanas después de retirarse como jugador y, quizás, sin el tiempo necesario para procesarlo, aceptó un reto todavía sin saber que al poco tiempo le llegaría otro. Inclusive, sumó dos profesionales a su equipo de trabajo: el preparador físico Pablo Blanco – trabajó con Alejandro Sabella durante Brasil 2014 – y Oscar Hernández, un especialista catalán a quien había conocido mientras jugaba en el blaugrana y que se había especializado en fútbol base.
En la misma medida que el ex capitán de La Selección iba ganando experiencia en su nueva función, un imprevisto provocó que la realidad pateara el tablero y se tuviera que volver a empezar. Ocurrió que, imprevistamente, Fernando Batista – ya consolidado como máximo responsable en juveniles a nivel de selecciones nacionales – dejó su cargo para sumarse al cuerpo técnico de José Pekerman al mando de Venezuela y con la mira en el Mundial 2026.
El egreso del “Bocha” dejó el espacio abierto y el presidente de la AFA, Claudio Tapia, le ofreció el puesto al santafesino para que de inmediato pasará a ser el director técnico del Sub 20 nacional. Además, la función ya iba a ser directamente la de entrenador y esto produjo un revulsivo interno para que la sucesión se concretara ipso facto.
Es más, puertas adentro de la AFA ya se vislumbraba que Mascherano iba a sumar experiencia en los cuerpos técnicos de las selecciones juveniles de Argentina, pero las urgencias precipitaron los tiempos y estos, las designaciones.
Así, en enero de 2022, el sitio web de la AFA publicó: “El presidente Claudio Tapia se juntó con Javier Mascherano para definir su vínculo como nuevo entrenaor del sub-20 albiceleste. El ciclo se pondrá en marcha a partir de enero de 2022 y estará acompañado por el profesor Pablo Blanco como preparador físico y Oscar Hernández Romero como asistente técnico”.
Más allá de los avatares, que incluyeron el triunfo en el certamen de L’Alcudia, pero también un 6-2 en contra frente a Francia en Toulon, lo cierto es que los hechos hablan por sí solos. Mascherano arribó a su puesto antes de lo debido y aún debe acumular experiencias en un puesto clave para las selecciones nacionales, ya que – por rango etario – todo jugador de un Sub 20 está a las puertas de llegar a la Mayor con la mira en la Copa del Mundo 2026.
En el Sudamericano de Colombia, el fracaso del seleccionado nacional fue palpable durante los cuatro partidos que disputó, ya que – inclusive – le resultó muy trabajoso ganarle 1-0 a Perú y así conseguir su único triunfo, el cual se mixturó con tres derrotas: 2-1 con Paraguay, 3-1 ante Brasil y 1-0 frente al representante local.
En la categoría Sub 20, la Argentina tuvo su ciclo de oro mientras la comandaba José Pekerman y su grupo de colaboradores. La obtención de cinco Copa del Mundo así lo corroboran: Qatar 1995, Malasia 1997, Argentina 2001, Holanda 2005 y Canadá 2007.
La diferencia, también, es que Pekerman inició un proceso rodeado de calificados especialistas en juveniles y que los resultados fueron óptimos. Es más, Lionel Scaloni, Pablo Aimar y Walter Samuel, además del paso de Bernardo Romeo en el rol de coordinador y de Diego Placente desde el Sub 15, surgieron como futbolistas de Selección en la temporada 2007 y hoy en día transmiten sus experiencias en la Mayor con tanta rigurosidad como excelencia.
Mascherano, quien presentó su renuncia verbal tras el golpe de nocaut en el estadio “Pascual Guerrero”, de Cali, tendrá en estos días que ratificar su decisión o, en caso contrario, iniciar otro proceso de aprendizaje en el plano formativo. Mal no le vendrá.