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El fútbol mixturado entre pasiones, bengalas, barrabravismo y la utopía

Puede transitar en la delgada línea que mixtura lo ingenuo con lo naif, pero el mensaje le llega más a cada niño y niña que a la persona adulta.

21/03/2022 10:44
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Puede transitar en la delgada línea que mixtura lo ingenuo con lo naif, pero el mensaje le llega más a cada niño y niña que a la persona adulta.

No lo vi personalmente, pero sí en las redes sociales: así habían amanecido este pasado domingo diferentes sectores de la vía pública en la Ciudad de Buenos Aires, previo al Superclásico disputado en el estadio Monumental. Se advierte una sigla abajo (WS) como si hubiese sido producido por una agencia de publicidad.

Y entonces me retrotraigo a mi época de escuela primaria, cuando los pibitos conocíamos a los jugadores de fútbol gracias a las figuritas o porque un familiar o un vecino nos llevaba a la cancha. Por entonces, ni sabíamos qué era un barra brava y las cargadas se terminaban en el recreo conforme a cómo había salido tu equipo favorito.

Hoy en día, la globalización de la industria futbolística agudiza las tensiones entre éxito y fracaso como si esto fuese el único sentido de la práctica deportiva. Y el efecto residual se traslada a que un chico incorpore como un hecho naturalizado que el barrabravismo es parte natural del fútbol y no se discute, sino que se visibiliza sin importar el porqué.

Durante el partido, un sector de la barra brava de River lanzó dos bengalas marinas - cuyo alcance puede llegar a entre 300 y 400 metros -. No hubo una persona fallecida de casualidad. Sí se pudo establecer que el episodio formó parte de una interna entre sectores internos de la barra y que el disparo fue en dirección de otro sector que pugna por el liderazgo y que estaba ubicado en la tribuna de enfrente.

¿Cómo, cuándo y por dónde se introdujeron esas verdaderas armas mortales?

Recuerdo un caso similar, pero en la Bombonera, cuando falleció un joven de 25 años - Roberto Basile - quien estaba sentado en los escalones de la tribuna ocupada por hinchas de Racing. La "Doce" lanzó esa bengala asesina, sin medir riesgo ni importar las consecuencias.

Diez años después, cuando trabajaba en un diario de Buenos Aires, mi jefe me pidió que le hiciera una entrevista a los padres del infortunado simpatizante. Conseguí el número telefónico, llamé, me presenté y expliqué el motivo, pero la madre - tras un silencio de casi nueve, diez segundos -, rompió en llanto.

Entre sollozos, solamente atinó a decir que no quería ni podía hablar y que la sola mención del recuerdo la atormentaba, al igual que a su marido. Le pedí disculpas, corté y le expliqué el caso a mi superior, quien entendió la situación perfectamente.

Lo humano le ganó a lo profesional, tal como siempre debiera ser.

Y ahora, mientras cierro estas líneas, vuelvo a la imagen callejera. "El fútbol es pasión - rivales, no enemigos" es la consigna de la frase.

Y estoy de acuerdo. Aunque peque de ingenuo o de naif.

Sé que es utópico, pero, como citaba Eduardo Galeano: "La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar".

Y sí...caminemos. Siempre.

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