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Aquella Selección de Argentina que atravesó paraíso, infierno, resurrección y tragedia

Esa formación albiceleste pasó de un extremo a otro en apenas un año. A tres décadas de un hecho inédito y revulsivo a la vez

 

Redacción
23/01/2023 11:18
Tras la coronación en Guayaquil llegaron los vaivenes sin filtro.
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En este 2023 se cumplen treinta años del inicio de uno de los ciclos más revulsivos que tuvo el seleccionado argentino a lo largo de su existencia, sobre todo por los avatares que lo fueron conduciendo a afrontar situaciones límite desde ese 1993 hasta mediados de 1994.

Por entonces, La Selección que comandaba Alfio Basile parecía haber encontrado su lugar en el mundo con una fisonomía de juego que, salvando las distancias, hallaba puntos de contacto con la que acaba de consagrarse en Qatar.

A diferencia de la exitosa performance del ciclo Bilardo, que había atravesado su período competitivo con el título en México 1986 y la épica presentación en Italia 1990, con el subcampeonato incluido, el estilo aplicado al conjunto que había impuesto “Coco” había reivindicado el sello Menotti y el debate en cuanto a gustos y preferencias había vuelto al centro de la escena.

La brillante producción albiceleste en la Copa América 1991, ganada de punta a punta en Chile, se había prolongado por el bicampeonato consecutivo obtenido en la Copa América 1993, en Ecuador. Las eliminatorias sudamericanas, en el formato anterior por grupo, hacían presuponer que no habría escollos de magnitud para conseguir el objetivo rumbo a la Copa del Mundo Estados Unidos 1994…pero fue todo lo contrario.

Así, en septiembre de ese año no floreció la primavera ni mucho menos. El golpe de nocaut que significó el 5-0 de Colombia en el estadio de River Plate fue muchísimo más que un resultado inesperado. La seguridad, confianza y autoestima de ese plantel se derrumbaron cual si fuera un castillo de naipes. En una de las plateas del Monumental se hallaba Diego Maradona, aún inactivo tras las sanciones impuestas por Italia debido al doping jugando para Nápoli. De repente, la multitud en Nuñez irrumpió en un “Maradóoo…Maradóoo”, en modo vía de escape pero también de súplica.

Basile desapareció del radar al día siguiente y con el correr de las jornadas se conoció que estaba en Uruguay, alejado del ruido y de la prensa, pero no de las presiones internas.

Quedaba la chance del repechaje. La albiceleste corría riesgo de perderse un Mundial tal como le sucedió en 1969 con las eliminatorias en la Bombonera. Y el peso simbólico del Diez en desgracia, aún dando ventaja por su falta de acondicionamiento físico para la alta competencia, implicaba que el clamor popular iba a estar por encima de las decisiones del entrenador o de lo que supusiera Julio Grondona como presidente de la AFA.

El operativo retorno de Diego produjo un efecto dominó. Las piezas se acomodaron en fila sin lugar a debates, discusiones o eventuales votaciones. Y tanto en el empate frente a Australia de visitante, como en la trabajosa victoria en la arena “millonaria”, se notó que la presencia del gran referente pesaba tanto que ya se estaba limpiando el camino para que jugara su cuarta Copa del Mundo.

Tras el halo de resurrección maradoneana, el metro patrón de triunfalismo se reinstaló en el inconsciente colectivo argentino. Es más, los ensayos previos a la cita mundialista marcaban que el ciclo Basile iba en vías de recuperar la autoestima propia de los triunfos continentales tras las finales en Santiago y en Guayaquil, respectivamente. El equipo nacional había recuperado la sincronización y la coordinación colectiva. Y en el debut, la demostración de fútbol de alto vuelo en el 4-0 a Grecia, más el posterior 2-1 a Nigeria, implicaron que Argentina se había constituido en un candidato firme para pelear claramente por el título.

Hasta que llegó la notificación para quienes debían presentarse al control antidoping. Y el efecto tras el positivo fue tan demoledor que el “barrilete cósmico” se quedó sin hilo en el carretel pero que a quien también le “cortaron las piernas” había sido a La Selección.

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