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A 53 años de Locche campeón mundial en Japón

Al derrotar por abandono al japonés Paul Takeshi Fuji; fue el tercer campeón mundial argentino, curiosamente los tres consagrados en Tokio. Esa noche el maestro mendocino dio una muestra inigualable de cómo debe ser el boxeo, el arte de pegar y no dejarse pegar, fue su obra máxima, nunca pudo repetir una actuación igual.

Redacción
12/12/2021 13:31

 

Se cumplen 53 años del día en el cual Nicolino Locche se consagró campeón del mundo de peso medio mediano liviano cuyo límite son 63 kilos con 500 gramos. Fue en el estadio Kuramae Sumo de Tokio ante el hawaiano nacionalizado japonés Paúl “Takeshi” Fujii, quien exhausto y sin visión periférica por los hematomas en sus ojos y pómulos, prefirió quedarse en su banquillo y no salir a combatir hacia el 10° asalto.

Esta evocación no es una simple referencia de agenda retrospectiva. Antes bien, se trata de recordar la más bella “obra de arte” que un boxeador pudo haber realizado sobre un ring.

Hizo todo lo bueno que un boxeador técnico debe hacer, pegar y salir, dejar venir al rival y contragolpear por dentro, hacer visteo y dejar fuera de distancia al oponente, cintura, palanqueo, vista, pegar retrocediendo.

La enseñanza de Nicolino

En fin, esta fue su obra cumbre que nunca pudo ser imitada. Alguien por allí propuso que la película de la pelea de esa noche, se proyecte con fines didácticos en los gimnasios de boxeo de todo el país, para que los que vienen atrás, vean cómo se debe boxear y así forjar una nueva generación de pugilistas, con el sello de la escuela mendocina, que tan bien condujo don Paco Bermúdez, su técnico.

Muchos aficionados al principio lo resistieron, porque no tenía pegada, tenía “manos de algodón” decían, pero después lo terminaron amando e idolatrando. Locche recorrió un sinuoso camino antes de alcanzar la idolatría y la popularidad.

A la gente, acostumbrada a ver a grandes pegadores y noqueadores, le costó aceptar su boxeo exquisito, exento de crueldad. En Buenos Aires la gente exigía otro tipo de boxeo, más bien diríamos pelea, pero finalmente Locche convenció a todos esa noche cual era la esencia del verdadero boxeo, con una riqueza técnica inigualable.

Japón lo vio triunfador y lo aplaudieron a rabiar en esa velada, a pesar de que vieron derrumbarse a su campeón, ante el jeroglífico que Locche significó esa noche para el nipón, totalmente desconcertado ante la esgrima del maestro mendocino.

Un hecho destacable y curioso es que, Nicolino Locche, luego de consagrarse campeón mundial en Japón, en su viaje de regreso a la Argentina, él y su comitiva debieron descender obligadamente en el aeropuerto Cambá Punta, como se lo conocía entonces, hoy rebautizado “Dr. Fernando Piragine Niveyro”.

El avión que los traía de regreso, un Comet IV debido a un gran frente de tormenta, debió desviarse de su ruta y aterrizar en la capital correntina. De esta forma inesperada, fue Corrientes el primer lugar de la Argentina que pisó Locche siendo flamante campeón mundial. Hoy se cumplen 50 años de esa hazaña.

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