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A 40 años del impactante debut de Maradona en Boca

20/02/2021 20:08
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El domingo 22 de febrero de 1981 no fue un día más para el fútbol argentino. En aquella oportunidad, y por la primera fecha del Torneo Metropolitano, la Bombonera se llenó como pocas veces en esos últimos años para ser testigo de uno de los debuts más impactantes de la historia de este deporte, el de Diego Armando Maradona con la camiseta de Boca, que enfrentaba en esa ocasión a Talleres de Córdoba

Por Sergio Levinsky, desde Buenos Aires. Especial para Jornada

El pase de Maradona a Boca generó una expectativa inusual por tratarse ya de uno de los mejores jugadores del mundo, dispuesto a pelear por el reinado que había dejado vacante el brasileño Pelé poco más de tres años atrás, y por tratarse del club de más hinchas del país y que desde diciembre de 1980 había entrado en un proceso de renovación total con el triunfo en las elecciones de Martín Benito Noel, que reemplazó a Alberto J. Armando luego de casi tres décadas al frente de la entidad.

Se trato de una de las transferencias más comentadas y cubiertas por la prensa y enmarañada por toda clase de versiones e intereses políticos y económicos en el contexto de una dictadura cívico-eclesiástico-militar que comenzaba de a poco a entrar en el ocaso y con un dólar que ya empezaba a tomar fuerza, al punto que los dos clubes argentinos que negociaban, Boca como contratador, y Argentinos Juniors como vendedor, establecieron una cotización particular para la moneda norteamericana, a la que llamaron “Mara-dólar”.

Ese pase de Maradona a Boca terminó siendo a préstamo pero por la friolera de 2,5 millones de dólares, lo que hoy sería muchísimo más, pero con el agregado de que los xeneizes aceptaban darle a Argentinos Juniors los pases definitivos de Carlos Horacio Salinas, Carlos Damián Randazzo, el arquero Osvaldo Santos y el entonces juvenil Eduarto Rotondi, y los préstamos de Mario Zanabria y Miguel Bordón, seis jugadores, de los cuales tres (Salinas, Zanabria y Bordón) habían formado parte del equipo campeón de la Copa Libertadores de América de 1978 con la conducción técnica de Juan Carlos Lorenzo.

Si el pase no fue definitivo se debe a la presencia de un tercer club desde mucho antes. Nada menos que el Fútbol Club Barcelona. Por 1978, el agente catalán Josep María Minguella, que peinaba el mercado sudamericano, visitó las instalaciones de argentinos Juniors a fin de llevarse al muy buen puntero derecho Jorge López al Murcia, pero al ver algunos entrenamientos de los “Bichitos Colorados” quedó prendado con un chico de rulos que se movía como número diez. Consultó entonces con el presidente del club, Próspero Cónsoli, para ver si se lo podía transferir al Barcelona, pero se encontró con una rotunda negativa. “Ese jugador –que no era otro que Maradona- no se vende”, le dijo el dirigente.

Minguella, muy astuto (años más tarde fue quien trajo a Lionel Messi al Barcelona), le comentó entonces a su presidente, Josep Lluis Núñez, que “si me dicen que no está en venta es porque el mejor de todos es ése y a por él tenemos que ir”. Pero en aquel momento, en una dictadura fortalecida, le comentaron que para arreglar ese pase tenía que hablar con un tal Carlos Lacoste, almirante, que no era otro que el Hombre Fuerte del fútbol en la Argentina, y que terminaría siendo presidente del país por unos días de 1981 entre la salida de Roberto Viola y la entrada de Leopoldo Fortunato Galtieri.

Minguella, entonces, y como relató a este escriba en una entrevista en Barcelona, pudo conseguir esa reunión con Lacoste en un lúgubre lugar de la zona norte de Buenos Aires, con paredes angostas y peladas, y lamparitas colgando de los techos, que hoy deduce que pudo haber sido tranquilamente “un chupadero, como dicen ustedes”. Y en esa reunión, el militar rechazó la posibilidad de que Maradona emigrara a España, dijo que era “patrimonio nacional” y que hasta que se jugara el Mundial de 1982 había una lista de jugadores que formaban parte de la selección nacional y debían quedarse en el país. Eso sí, le dijo que estaba a su disposición “para cualquier otro negocio”.

El empresario, entonces, se retiró pensando cómo podía seguir y se dio cuenta de que se trataba de un trabajo de largo aliento y paciencia, pero que había que estar atento porque se había enterado de que la Juventus había picado en punta gracias al informe de su veedor, que no era otro que el ex crack argentino Enrique Omar Sívori.  Y el momento llegó a principios de 1981, cuando Minguella leyó bien la realidad, se dio cuenta de que esa situación política argentina podía estallar y que el dólar iba a generar problemas, y entonces consiguió ir generando el clima para que los dirigentes de Argentinos Juniors no se desprendieran definitivamente de Maradona y tal como esperaba, consiguió acordar con los dos para llevárselo una vez finalizado el Mundial de España.

Meses antes de concretarse el pase a Boca, Maradona pudo haber sido transferido a River, que en aquel momento era la base de la selección argentina y era pretendido por su presidente Rafael Aragón Cabrera, pero ayudado por el periodista del diario “Crónica” Francisco Franconieri, que cubría la campaña de Boca, Maradona, criado en una casa de hinchas xeneizes –aunque iba a ver a Independiente con un tío y su ídolo era Ricardo Bochini- torció la situación.

Con el apuro por el comienzo del nuevo campeonato con el inicio de la nueva temporada (que se jugaba con el calendario anual y no como ahora que se depende de los europeos de julio a mayo), Boca y Argentinos llegaron a un acuerdo tres días antes de aquel domingo 22 de febrero y el viernes 20 organizaron un partido de bienvenida/despedida en la Bombonera, en el que Maradona jugó un tiempo con cada camiseta.

La hora de la verdad fue aquel domingo 22, con casi veinte mil personas dando vueltas sin entradas alrededor de la Bombonera y ante un poderoso Talleres con muchos jugadores en el equipo nacional argentino y en el ataque, con el peruano Roberto Mosquera, el brasileño Julio César y como centrodelantero, la “Pepona” José Omar Reinaldi.

Los hinchas de Boca parecían vivir un sueño. Apenas meses atrás, en 1980 y con Antonio Rattín, el equipo navegaba por una mediocridad absoluta como consecuencia del fin del reinado de los tiempos del “Toto” Lorenzo, que a fines de 1979 decidió renunciar e irse a dirigir a Racing. El plantel se desmoronó y entre lesionados y otros en baja forma, sufrió varias dolorosas goleadas con una tibia recuperación final. Y apenas dos meses más tarde, en 1981, se encontraron no sólo con Maradona, sino con la llegada de otro crack (a la postre, la figura del torneo) Miguel Brindisi, el regreso de un talentoso volante como Marcelo Trobbiani, y como extremo derecho, Osvaldo “Pichi” Escudero, campeón mundial sub-20 en Japón dos años atrás en el mismo equipo de Maradona y Ramón Díaz.

Lo que antes costaba en salud para llegar al arco rival, ahora se conseguía a dos toques y Boca le ganó con claridad a Talleres por 4-1, con dos penales de Maradona que desairaron al buen arquero Héctor “Chocolate” Baley, y dos maravillosas definiciones de Brindisi, en lo que sería el inicio del camino al título, que pelearía hasta el final con el Ferro Carril Oeste de Carlos Timoteo Griguol.

Argentinos Juniors, en cambio, terminaría su primer año sin Maradona salvándose del descenso en un tremendo partido en la cancha de Ferro ante San Lorenzo, que por única vez en su historia bajaría a la Primera B.

Ese histórico partido del debut de Maradona en Boca, marcaría también el inicio en la Argentina de una nueva modalidad en relatos futbolísticos con Víctor Hugo Morales, quien arribaba a la Argentina con 33 años, desde Uruguay, donde llegó a tener el 80 por ciento de la audiencia desde Radio Oriental.

Morales, con un estilo de relato culto, imaginativo y de buena dicción, que de alguna manera marcaba un retorno a los tiempos de Fioravanti, pasó a integrar el equipo de “Sport 80”, de destacados periodistas como Néstor Ibarra, Fernando Niembro, Marcelo Araujo, Adrián Paenza, Roberto Eguía o Juan José Lujambio, que con el tiempo logró desbancar del liderazgo radial a José María Muñoz luego de tres décadas de dominio radiofónico del deporte.

Al día siguiente del debut de Maradona en Boca, el mundo se enteraba de otro hecho conmovedor aunque de otra índole: el intento de golpe de Estado en España por parte de un grupo de guardias civiles a cargo del teniente coronel Antonio Tejero, que asaltó el Palacio de las Cortes en el momento de la votación para la investidura del candidato a la Presidencia del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo. Todos los diputados fueron secuestrados en el interior del recinto, en el que el militar disparó al aire, mientras la ciudad de Valencia era tomada militarmente, pero el intento fue abortado a la 1 de la mañana del 24 de febrero por el entonces rey Juan Carlos I de Borbón, al manifestarse por televisión en contra de los golpistas y a favor de la Constitución Española. El movimiento golpista es recordado aún hoy como “Tejerazo” o “23-F”.

Un año y medio más tarde, España tendría a Maradona en su liga de fútbol. Tras ganar con Boca el Metropolitano 1981 buscó repetir en el Nacional pero su equipo fue eliminado por Vélez en los cuartos de final tras dos partidos accidentados. En la ida, los xeneizes ganaron 2-1 en la Bombonera pero Maradona fue expulsado junto con un rival, Abel Moralejo, y eso le impidió jugar la revancha en Liniers, en la que cayó 3-1 (uno de los goles lo marcó Carlos Bianchi, de regreso del fútbol francés). El campeón sería River, que para no quedarse atrás, consiguió el préstamo de Mario Kempes.

Maradona no pudo jugar para Boca el Nacional de 1982 previo al Mundial de España, que terminó ganando Ferro, porque el entonces director técnico de la selección argentina, César Luis Menotti, decidió que sus jugadores se concentraran en el máximo objetivo y no participaran en sus clubes.


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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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